“Dolores”, amor en las pampas agitadas por la Segunda Guerra

Este jueves se estrena y estuvimos en la conferencia de prensa que brindó Juan Dickinson, el director; junto a los protagonistas.

“Dolores” cuenta la historia de una mujer escocesa que vuelve a la Argentina luego de la muerte de su hermana para hacerse cargo de su sobrino de ocho años, pero atraída también por el amor inconcluso con su cuñado Jack (Guillermo Pfening).

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla este amor, en donde los ecos de la guerra se hacen cada vez más cercanos, y la disputa mundial entre alemanes e ingleses empieza hacerse personal, cuando a Dolores (Emilia Attias) comienza a seducirla un hijo de alemanes, Octavio Brand (Roberto Birindelli), quien lejos de ser el enemigo, empieza a ser un amor inesperado para ella, que deberá decidir entre dos hombres.

Dolores (Emilia Attias) y Jack (Guillermo Pfening).

P- ¿Cómo fue la realización de la película?

Juan Dickinson- Esto fue un trabajo muy largo, que llevó años. De alguna manera representa algunos recuerdos de mi infancia, de principios de los años cincuenta. Esos ambientes que había afuera en el campo, y esa gente que acababa de pasar por la Segunda Guerra Mundial y también algunas historias de familia que se mezclaron en la ficción para llegar a la película. Estuvo también el reto de hacer época, que hoy en día no es fácil. Fue muy difícil hacer sonido, por ejemplo, porque el sonido directo prácticamente no sirve y hay que recrear todo en estudio. Para nosotros fue un desafío y creo que una experiencia muy agradable para todos. Para mí fue un largometraje de corte bastante clásico, una película de actores, en que realmente lo que está delante de la cámara es lo que ustedes ven. Quedé muy contento con el nivel que logramos combinando tantos factores que en principio eran desafiantes.

P- ¿Dónde fueron las locaciones?

JD- El exterior de lo que sería la casa y el campo se filmó justo del otro lado de Luján, en una vieja estancia de la cual quedan solamente 10 hectáreas y el casco. Ahora hay una ruta nacional y un ferrocarril que pasan al lado. Y justamente el ferrocarril fue lo que gestó la casa porque fue un ingeniero británico en que la construyó. La casa ahora es propiedad de una familia de origen español, lo cual es raro porque está perfectamente conservada. Realmente es un lujo ver como la tienen. Pero el interior es muy español y el exterior muy británico.

P- ¿Cómo te llega la propuesta y que fue lo que te atrajo de la historia?

Mara Bestelli- Me llegó a través de Fernando Musa, el productor, que me vio en una obra de teatro el año pasado. En lo personal me gustan mucho las historias de amor y ésta en particular me parecía muy linda para contar. Me atrajo mucho el personaje que tenía que hacer. Lo que ella venía a contar sobre los personajes principales, la composición que había que hacer de época, lo que significó el maquillaje, el vestuario, el peinado. Intentar entrar en un código de actuación que nos pedía Juan, que creo que algo logramos (risas). Tenía muchos puntos de atracción para mí.

P- La historia tiene cierto contenido político porque narra la Segunda Guerra Mundial, pero hay un dato importante y es que la Argentina se mantuvo al margen del conflicto. Pero el film quiere incorporarlos a esa guerra, ¿qué es lo que motivó que se haga esa conexión cuando la historia podría haber tenido otro contexto?

JD- La película transcurre justo antes de la época moderna en la Argentina. Se está gestando el peronismo, y el film refleja esas comunidades inmigratorias que, básicamente, todavía están relacionadas con su lugar de origen, que en este caso es Europa, tanto del lado del inmigrante alemán (NdR. se refiere al personaje encarnado por Roberto Birindelli) como del inmigrante del lado de origen británico. Cuando vino la guerra esas comunidades se relacionaron a ese hecho porque era como que todavía la historia moderna argentina no había comenzado. Yo conocí esa sociedad siendo chico, me acuerdo del primer período de Juan Domingo Perón, también de esta gente que acababa de salir de esa guerra, y para ellos todavía lo importante era Europa y sus problemas. Para mí es un momento interesante porque justo se está formando la nueva realidad argentina, y ellos están asistiendo a hechos que van a cambiar el mundo para siempre.

P- Ustedes interpretaron distintos personajes con sus complejidades a lo largo de sus carreras, ¿cuáles fueron los principales desafíos de estos?

Emilia Attias- Creo que el factor principal que a mí me aquejó fue respetar la idiosincrasia de época que había en esos años. Es difícil encarnar un rol cuando tenés que respetar una época en la que, por ejemplo, no se hablaba de la misma manera, no se elegían las mismas palabras, no se comunicaban igual. Había más tabúes, otras maneras de dirigirse hacia las personas, otro respeto, otra postura inclusive física, y no quería informalizarla, desdibujarla. Por suerte me crié muchos años con mi bisabuela, que había nacido en 1905 y era de esa época, muy bien citada para este personaje. Recuerdo su postura física y la manera que tenía de hablarme. La suavidad en el discurso, las palabras cuidadas que elegía, y eso que tenía toda la confianza conmigo, pero siempre había un cuidado en eso. Eso fue mi inspiración porque fue lo que mamé muy de cerca y me salió bastante natural. Trate de no irme hacia un costado mío más actual, sino que traté de acordarme de esa infancia y acordarme esa imagen que tenía de ella, como salida de una película de época. Me tocaba a mí interpretarla y quería reflejar lo mismo, sobre todo para salir de lo que siempre se ve de mí y yo, particularmente, proponer algo diferente y divertirme haciéndolo. Después, todo lo demás, son los retos con los que uno se cruza siendo actor. Creo que en todos los personajes que tuve que hacer, el hecho de construir un rol, de encontrar su psicología, su emocionalidad, la curva de todo lo que le pasa en la historia, especialmente le puse una energía superior a encarnarla. Esa inocencia que había en las mujeres jóvenes de esa época, por más que hayan sido intrépidas, o rebeldes, no era una rebeldía o desenfado de la provocación masculina o felina, o sensual, esas cosas que vinieron después. Ante todo era mucho más recatado y había una luz diferente. Quise quedarme en eso.

Guillermo Pfening- Siempre la época es algo que a uno como actor lo atrae y las locaciones, el vestuario, te colocan en un lugar muy divertido e interesante para actuar y respetar a lo largo de la película. Y tenés que ser coherente con eso. Siempre es un atractivo. A mí, particularmente con Jack, lo que más me asustaba y me desafiaba era esta curva que hace el personaje de empezar en un duelo y volver a reencontrarse con el amor de su vida joven, que era la hermana de su mujer. Me parecía muy interesante dosificar eso, entre cómo empieza y cómo va saliendo de ese estado. Cómo decide enfrentarse -y no hacerlo también- a Dolores cuando se va a la guerra. Eso me pareció lo más interesante para actuar y en lo que traté de concentrarme.

P- ¿Cómo fue la elección del chico que es protagonista del film?

JD- En realidad, son dos actores gemelos Felipe y Mateo Flossdorf. Se repartían las escenas, toman clases de actuación y están completamente jugados. A mí me atrajo muchísimo la forma en que ellos se integraron. Creo que fue una película de una gran armonía entre todos nosotros que, después de muchas experiencias, es raro ver en un largometraje. Creo que eso los ayudó a ellos también porque se sentían muy contenidos, y me parece que nos querían a todos y que lo hicieron muy bien.

P- ¿De dónde surge el nombre Dolores?

JD- Además de que me parece muy significativo en sí mismo, tiene que ver con antiguas historias de familias en donde había un personaje que se llamaba parecido. Esos restos de historias de familias, en este guión han sido completamente transformados, incluso la época está corrida, en parte para aprovechar cosas como la guerra que también de alguna manera están hablando de los personajes y de lo que les pasa. Porque, en todas esas escenas como en la que van al cine, en momentos específicos de la historia, en realidad Dolores está yendo para comunicarse con Jack, que se fue a la guerra. Y para tratar de entender lo que le está pasando a él y para contarle un poco lo que le está pasando a ella. El cine jugó todas esas funciones en la película.

P- El espectador puede ir con un prejuicio de films como los de María Luisa Bemberg, pero al final esta película se permite algo muy distinto, una ambigüedad en que los personajes aceptan los que les toca en suerte. ¿Por qué sucede eso?

JD- Hablo de mis impresiones y no necesariamente de lo que cuenta la película. Lo que siento y a partir de lo cual dirigí. La película está planteada sobre el umbral de la Argentina moderna, si bien estos personajes no perciben el movimiento social que se está gestando -son ciegos a eso-, pero sin embargo captan algo y eso está representado por la Segunda Guerra que es un cataclismo a nivel mundial. Y ellos cuando salen se permiten cosas que antes no eran posibles. Entonces, ese nuevo terreno emocional, esas nuevas posibilidades sentimentales que vislumbran, acompañan lo que realmente está pasando en el país.

GP- A mí me parece que es una duda interesante con lo que pasa cuando vuelve Jack. Tiene que ver también con una anécdota que Juan nos contó de una persona que él conoció en esa época, tiene que ver con esto con lo que logra Dolores como mujer. De alguna manera, creo que representa eso también. Es como que, gracias a ella, estos dos hombres pueden convivir o tener una relación impensada ante los ojos de la sociedad de esa época, e incluso ahora. Eso marca lo que era este personaje femenino: una mujer de armas tomar pero con esa delicadeza para rebelarse que Emilia resaltaba.

JD- Nosotros vemos en algún momento cómo Dolores y Florry están intentando levantar el campo, tomar las riendas, pero todo eso no sirve para nada porque ellas viven en un mundo absolutamente controlado por los hombres. Entonces, como bien dice Guillermo, el logro, la transformación, pasa a nivel de los sentimientos y de las emociones.

P- ¿Tuviste algún referente respecto a un personaje como el tuyo?

GP- La verdad que no, ni a nivel familiar ni actoral. A mí me gusta mucho la historia y quizás el referente es eso, que me gusta mucho. He leído bastante historia y también a través del cine uno va conociendo un montón de cosas, y de hecho hice otras películas de época también y más que nada esta época, entre el 20 y el 40, la tengo bastante calada. Entonces, tal vez no necesite buscar un referente por ahí. Tengo una manera de abordar los trabajos medio “salvaje” o “animal”, no sé muy bien cómo definirlo, porque no soy un actor aplicado que va buscando referencias. A veces no me hace falta. Le entro más por las vísceras del personaje y trato de moverme por ahí. Me di cuenta de que es lo que más me funciona hace algún tiempo.

P- ¿Qué le enamoró del personaje a cada uno de ustedes?

EA- Volviendo un poco sobre lo que estaban hablando Guillermo y Juan recién, desde mi rol lo más interesante era esa persuasión que tenía que hacer sobre los hombres de la película desde los sentimientos. En una era donde la mujer fuerte tenía que hacer más fuerza que hoy en día, donde el machismo estaba más presente. Siempre hubo lugar para mujeres fuertes y que rompían las reglas, lo sabemos desde hace años, pero en este caso, en esta situación particular, donde Dolores se ve avasallada en algunas escenas, finalmente termina cediendo ante algunas presiones. De todas maneras, lo hace siendo sincera siempre a lo que siente. Eso es un rasgo de rebeldía dentro de la estructura en la que está metida. Esa emocionalidad que no puedo reprimir en el rol y que la hago valer, más allá del machismo y de los hombres, a toda costa termina dominando. Porque los hombres aceptan la realidad que ella no puede manejar y que exige desde la emoción. Creo que eso es algo raro de aceptar en cualquier época; sería incluso algo especial en los tiempos de hoy. Eso fue lo más atractivo que tuve que interpretar.

MB– A mí me interesaba mucho retratar estas mujeres de puertas adentro, que viven sus vidas a través de los otros, en donde no hay realización personal. Que tampoco hay lugar para eso porque responde a una época y circunstancias que en esta historia no se cuentan, pero que a mi personaje la han llevado a hacerse cargo de su hermano menor, del hijo de él. Y cómo a través del encuentro con Dolores algo mínimo ella puede empezar a hacer diferente. Cuando su hermano se va ella puede un poquito tomar algunas decisiones, que antes pasaban todas por manos de él. Igualmente ella no sale de esa casa y a mí esos mundos me atraen mucho.

GP- Algo de lo que dije antes, que tiene que ver con el conflicto interno que pasa el personaje. Creo que eso era lo más difícil. Al principio tenía esto de estar un poco depresivo, perdido en el alcohol, como violento y enojado con una situación trágica que es perder a la persona que amás teniendo un hijo tan chico. Y también cómo un hombre es en esa época, cómo se para ante eso. Por eso creo que está bueno también ahí el personaje de Florry, que es la persona que me ayuda y que está para suplir ese rol de madre hasta que llega Dolores. Es una película de actuaciones, de emociones, y lo que no se puede decir ante los ojos de la sociedad, está representado en las emocionalidades de los personajes, de alguna manera. Me parecía muy moderno para la época mostrar la fuerza y la valentía de esta mujer ante esta sociedad. Todo eso era muy atractivo para mí también.

P- Pusieron especial cuidado en la ambientación, ¿fue muy difícil reconstruir una Argentina de finales de los años treinta pero sobre todo ambientada en el campo?

JD– Lo que se tiene que tomar en cuenta es que todas las reconstrucciones históricas son falsas. En realidad lo que importa es lo que se transmite al espectador. Nada de lo que se ve está fuera de época, a mí me interesa como algo que aporta no como algo que simplemente está puesto ahí. La época tiene que ser una época vivida, es decir que no tenés que sentir que la producción puso muchas cosas de esos años y entonces estamos ahí. Se tiene que respirar, vivir la época. Ellos tienen que estar adentro de esos trajes que usan y llevándolos porque son de ellos. Siempre en todo lo que hacíamos estábamos buscando eso, que se sintiera que eso es así. Porque entonces, de alguna manera, te olvidás que es época y vas al cuento. No fue muy difícil contar ese período porque me acuerdo de él y de cómo era la gente. Todos los objetos y las cosas que vemos en la película están ahí para que nosotros podamos ver adentro de los personajes por las cosas que están afuera.

P- ¿Qué es lo que más te atrapa de trabajar en cine?

EA- Creo que es un espacio muy atractivo para cualquier actor, por la manera en que se lleva a cabo, lo real que es, el trabajo que tiene sobre los detalles, el tiempo que tiene para profundizar un rol, tenés una historia que está escrita de principio a fin, entonces podés trabajar de otra manera. Eso es muy interesante. También se trabaja en un nivel de excelencia: desde el director a todas las áreas trabajan con un nivel de detalle donde no se permite dejar nada librado al azar. He trabajado en películas de varios presupuestos diferentes, y a todas se les da la misma dedicación, donde la prioridad es que todo quede impecable. Eso es un privilegio para el actor, para interpretar, para envolverte en la historia, para jugar las vinculaciones con otra profundidad, para sumergirte en la historia que quieras contar. Es un abismo entre eso y la televisión, que es el mundo de donde yo vengo. Además el producto final queda eternizado. Es una mística totalmente encantadora la del cine.


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