Elena Roger: Una especie de ceremonia religiosa

La actriz y cantante llega a la zona con Escalandrum. Presentarán “#3001 Proyecto Piazzolla”. Antes habló con “Río Negro” sobre el espectáculo que traerán y su experiencia con el canto.

Elena Roger recorrió un largo camino por la comedia musical en Buenos Aires, Londres, Madrid y Broadway y también grabó varios discos.

La idea de reunirse con Escalandrum nació en 2012 cuando Elena, de temporada con “Evita” en Broadway, fue a ver al sexteto en el mítico Birdland de la calle 44.

Las ganas de compartir proyectos comenzaron a concretarse durante 2016, en lo que hoy es “#3001 Proyecto Piazzolla”, un espectáculo de precisión, potencia, sutilezas, solos memorables y la maravilla expresiva de Roger –cantante única e inconmensurable, fuera de serie– que recorre la bella música de Ástor Piazzolla, en su mayoría sobre textos de Horacio Ferrer, y de Mario Trejo, Fernando Solanas, David McNeil y Geraldo Carneiro.

Día de ensayo para Elena en la coqueta sala Domus Artis del barrio de Villa Urquiza. Menuda, sencilla, franca, sin ropas llamativas ni maquillaje alguno, se mueve sin hacerse notar, se sienta dispuesta al dialogo con “Río Negro” y la posterior sesión de fotos. Voces hay miles, pero diferentes, reconocibles como la suya, pocas…

P- ¿Cómo le imprimís tu personalidad a lo que cantás?

R- Yo siento que a lo largo de los años que estoy cantando, empecé a encontrar una personalidad, a hallar mi propia voz. Hay un libro que se llama “Encuentra tu propia voz” (de Serge Wilfart)… Sobre todo cuando empecé a cantar.

En general, canto muchos temas que ya han hecho otros y es difícil despegarse de la versión que uno ya reconoció. Pero una vez que el tema se aprende y se empieza a tocar y a tocar, hay un momento en que se hace propio y se deja de imitar lo que escuchaba. Se comienzan a encontrar los matices propios, el lugar de la voz y después también una estética que quieras darle, buscar la redondez del sonido o lo punzante, y en qué momentos usarlos.

Técnicamente trabajé mucho para tener amplitud y sanidad vocal, sobre todo, pero cuando me pongo a cantar una canción le doy más énfasis a su significado. Y a veces es como si te dijera que lo abordo desde un lugar actoral, donde y por eso, no logro sonidos demasiados placenteros, pero sí profundamente expresivos. En “Evita” cuando ella decía sus discursos no eran sonidos apacibles; en momentos de situaciones amorosas o cantándole algo romántico a Perón, era más íntima, otras veces desgarrada. De alguna manera, más que con la gran pureza vocal, juego con los climas que puedo yo poner, darle a cada uno de los temas que interpreto.

Aprendí a cuidarme. Hubo una época en la que hacía ocho funciones por semana y me concentraba mucho en lo que producía, no hacía otra cosa, no salía, no tomaba, iba de la casa al teatro y del teatro a casa. Buen descanso, dormía muchas horas, estaba bien mentalmente…

P- ¿Cómo eligieron el repertorio que van a interpretar en Roca y Neuquén?

R- Entre los repertorios que soñaba abordar a lo largo de mi carrera, siempre estuvieron los tangos de Piazzolla. Me emocionaba mucho su música y las letras de los autores que lo acompañaban, sobre todo la poesía de Ferrer. Deseaba cantar ese material, pero sentía que debía ser un sonido distinto al ya escuchado y esperaba encontrar la (enfatiza) banda que me llevara a volar. Nunca imaginé que sería tan afortunada de poder subirme al tren de Escalandrum, que además lleva como excelente líder, la sangre del mismo genio Piazzolla.

Es inmenso el vuelo que hacemos juntos y me lleva a lo infinito. No lo puedo describir con palabras. Con ellos tuvimos la sorpresiva ocasión de tocar en la inauguración del Museo Mar en Mar del Plata (27 de diciembre de 2013), canciones de “Mina…” y como los músicos que me acompañaban estaban trabajando en Buenos Aires, decidí no hacerlo, pero me contaron que estaban los Escalandrum en la ciudad y dije que me gustaría hacer Piazzolla. Un repertorio que siempre tuve en mente, pero no me imaginaba cantando con una orquesta como la de ellos. Esa oportunidad fue clave, Elegimos unos temas de “Mina…”, otros de Ástor.

Nos conocimos en la prueba de sonido, cómo tocábamos. Esa noche hicimos unos ocho temas ante más o menos cuatro mil personas, al aire libre.

Salió de una, fácil y perfecto, nos divertimos. A partir de ahí empezamos a mirar con buenos ojos este proyecto y el año pasado decidimos grabar el disco y lo hicimos en dos días.

P- Es tarea fundamental del intérprete, filtrar a través de la emoción, de cómo te resuenan un texto y una melodía.

R- Aparte, que alguien compuso en otra época. El otro día, alguien me decía que mis versiones eran las mejores, y yo le respondía no. No confundamos porque seguramente las que se hicieron en otros períodos, fueron adecuadas para ese tiempo. Es como si dijeran dentro de cien años, que mi versión es buenísima… Seguro, dentro de un siglo o menos, el año que viene, una persona interprete algo significativo para ese entonces. Yo siento que es bueno revivir lo que Horacio Ferrer escribió en tal letra hace décadas, ver hoy qué significa para mí. No qué era para el autor al crearla, aunque tome eso también como referencia. ¿No? En un punto. Yo soy una persona muy nostálgica y suelo agarrarme mucho del pasado.

P- “Balada para mi muerte” (Piazzolla-Ferrer, 1968) tiene frases desgarradoras como “Moriré en Buenos Aires, será de madrugada, guardaré mansamente las cosas de vivir”. Me pregunto de qué modo manejás la emoción para que no te traicione y puedas decirlas sin que te duelan…

R- Difícil… Muchas veces me duelen, otras me corro. Sí. Es muy fuerte pensar que ellos hayan escrito algo así, o como “Preludio para el año 3001” (1969), canciones que son premonitorias, antes de que suceda lo que el poema describe. No sé… ¿Por qué se les ocurrió escribirlas?

Tienen imágenes muy potentes también, poderosas.

P- Que conmueven a quien escucha y a vos. En el video de “Balada…”, llorás en el abismo del final… Llega un tiempo en que el estudio, el análisis de las letras, trabajar con los compañeros de Escalandrum, te planta en el escenario frente al público

R- No pienso en su aprobación o en su respuesta. Yo siento siempre que es algo que compartimos entre todos. Que es una ceremonia que se forma entre los músicos, los intérpretes y el público, y no es solo de alguno de ellos. Nosotros damos y la gente también da su atención, su aplauso, sus emociones, y nosotros con todas esas energías hacemos algo, también. Es una especie de ceremonia muy, para mí, religiosa. El teatro se transforma en un templo… Sí, obviamente, quiero que las cosas salgan bien, pero más que preocuparme por el juicio, pienso en que lo disfruten. Que sirva para algo.

P- ¿Cómo reaccionan tu cuerpo, tu estado de ánimo?

R- Me pongo nerviosa, según sea, por instantes. Hay miedos, sí, por supuesto. Pero todas las funciones son distintas, depende cómo me agarre cada uno de los momentos que se van creando a medida que transcurre el concierto.

P- Cuando todo termina y bajás las escaleras a los camarines…

R- Es como haberme sacado un gran peso de encima. Porque, estar una, dos horas con plena concentración y tensión, es un desgaste bastante fuerte. Cuando relaja, es como un fin, algo termina. Quedo bastante cansada pero no vacía, contenta mejor.

Las entradas

Para el miércoles 17 a las 21:30 en Cine Teatro Español de Neuquén, pueden comprarse en Todomúsica, Av. Argentina 261, y las del 18 a las 21 en Espacio Cultural de Fundación Cultural Patagonia, en Roca, en Rivadavia 2263.

Perfil

Elena Roger Protagonizó “Evita”, “Piaf”, “Los Miserables”, “Passion”, “Mina, che cosa sei?!?” de su coautoría, que le valieron premios como el ACE, Clarín Mejor Musical y el prestigioso Lawrence Olivier 2009 Mejor Actriz de Teatro Musical en el Reino Unido. En Argentina también obtuvo el Konex 2011 Mejor Actriz de Comedia Musical de la Década.

También trabajó en “La fiaca”, “Houdini, una ilusión musical”, “Tango por dos”, “Jazz swing tap” y “El pelele” (2003), “El violinista en el tejado” y “Hermenegildo” (2002), “Mi bello dragón” con dirección de Enrique Pinti, “Fiebre de sábado por la noche” y “Los miserables” (2001), “La bella y la bestia” (2000), “Nueve” (1998), y “Yo que tú me enamoraba” (1997).

En 2015 estrenó en el Picadero de Buenos Aires, “Ay, Carmela” de José Sanchís Sinisterra.

De su pareja con el actor Mariano Torre, el 27 de septiembre de 2013 nació su hija Bahía. Elena y Mariano construyeron Nave Tierra, primera casa autosustentable del país, en Ushuaia, que se puede visitar gratuitamente camino al aeropuerto, y de cuyo proceso se hizo un documental para concientizar sobre el uso de materiales renovables, un interés que la cantante traslada a todos los ámbitos de su vida.

Incursionó en el cine narrando el corto “La voz” (2010) de Sabrina Farji. Luego llegaron “Un amor” de Paula Hernández (2011, Cóndor Revelación Femenina), “Otro Corazón” (2012) de Tomás Sánchez, “Wakolda” (2013, Premio Sur Mejor Actriz de Reparto) de Lucía Puenzo, “Amapola” (2014) de Eugenio Zanetti y “La vida anterior” de Ariel Broitman. Junto a Mariano Torre y Green Tara realizaron el documental “Nave Tierra, un nuevo mundo en el fin del mundo” que se proyectó en el Green Film Fest BA en 2015.

Filmó en Nueva York “Nadie nos mira” de Julia Solomonoff, que se estrenó en Festival Tribeca.

Nunca imaginé que sería tan afortunada de poder subirme al tren de Escalandrum, que además lleva como excelente líder la sangre del mismo genio Piazzolla”.

La cantante y actriz cuenta lo que siente al actuar con el grupo que la acompañará en la región


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