Entrevista a Luciano Pereyra antes de su presentación en la Manzana

Luciano Ariel Pereyra (35), subirá al Escenario Mayor de la Fiesta de la Manzana en Roca en la segunda jornada, el sábado. Días antes de su show el cantante diálogo con “Río Negro” sobre su presente y su carrera.

P- Ya no estás en la etapa de crecimiento, sino de afianzamiento. Así se ve tu trayectoria. Has trascendido el tiempo de abrirte camino, para ser un respetado referente.

R- Por un lado, es una responsabilidad que me consideren de ese modo. Hay muchos chicos que copian, como yo al principio, de mis referentes. Pero, por otra parte, es señal que estamos más viejos, digamos (reímos). Lo lindo es que me gusta seguir creciendo, porque me interesa continuar aprendiendo, investigando. Soy muy curioso y en lo musical aún más, lo que me mantiene con el espíritu de trabajar y disfrutar de una actividad tan linda. La música es algo infinito, nunca se va a terminar y me atrae evolucionar. Es una forma de no dejar de nutrirme, de aprender, de perfeccionarme para la hora de grabar un disco o subir a un escenario y entregar siempre lo mejor a la gente que compra mis discos, que paga una entrada y viene a verme cantar. Entonces, mi filosofía es estar continuamente preparado al máximo para ello.

P- El viernes 13 íbamos a encontrarnos para esta entrevista y ese día falleció Horacio Guarany (a los 91 años), un referente para vos. Cuando alguien así se va de esta vida, te deja en ese lugar.

R- Sí, por una parte, pero nadie va a ocupar el espacio tan inmenso y tan popular de su nombre. Creo que todos somos únicos y estamos hablando de una eminencia de nuestra cultura. Más allá de la pérdida que ella y nuestra música han sufrido, en lo personal sufro la ausencia de un abuelo, de un familiar. Para mí es muy doloroso, muy triste y me siento en pleno duelo. Como argentino y como amante de la música, hemos perdido todos un gran referente. Pero, cuando dejo la admiración musical de lado, después de un concierto me falta ese abuelo, el amigo, el hermano a quien contarle cómo me fue; o al terminar una gira, sentarnos bajo un sauce a tomar mate. Fue mi primer pérdida así muy fuerte, muy angustiante, me llenó de tristeza. Sé que es parte de la vida, son etapas, pero me quiero quedar en este proceso de duelo de una gran ausencia. Me extraña saber que no va a estar más, más allá de las canciones y todo lo que ha dejado. Sinceramente es muy triste, me acongoja no poder hablar con él.

P- Para eso está el misterio de la canción que restaña, reconforta, restituye…

R- Vaya uno a saber qué cuestión mágica tiene, porque al escucharla se nos mueven un montón de fibras, tanto emocionales como físicas. Hasta provoca llanto. Es fabuloso todo lo que produce… Pero, así y todo, también tiene un tiempo de crecimiento, de maduración y uno, como vehículo musical debe estar a la altura de lo que cría, que son las canciones, para poder defenderlas, criarlas, guiarlas, hacerlas crecer, acompañar su desarrollo.

Imaginate “Seré”, el tema de la telenovela “Esperanza mía”… Lo compuse hace siete años y nunca se me dio por grabarlo. Vino la gente de (la productora) Polka diciéndome que les gustaría para la tira, me contaron de qué venía la historia, le cambié dos o tres líneas que necesitaba para ser el que es hoy. Las canciones tienen eso tan bello, tan mágico y siempre digo que son un resumen de vida. Durante los tres minutos que dura, uno puede recordar desde que nació hasta el día de hoy (vuelve a reír). Y eso es fabuloso.

P- Algo que no siempre es captado en la hondura que tiene. Para muchos, los artistas son un espectáculo, cuando están entregando una parte de su vida, como dijiste, cada vez que cantan, componen, se presentan.

R- Sí… Puede sonar egoísta, pero realmente canto porque me hace muy feliz. Si encima lo puedo compartir con tantas personas, como me pasa gracias a Dios, es una bendición. Y tener ese comunicador que es la música para relacionarnos con el público a través de cada historia, es fantástico. Como artistas, tenemos una misión, somos entretenedores y si el objetivo está cumplido, la gente tras el concierto se va feliz a su casa, pasó un momento agradable durante una hora y media o dos, yo gozo de cantar y ver que pueda disfrutar de lo que a mí me nace hacer. Después, si tiene tiempo de detenerse a escuchar cada una de las letras y el mensaje que puedo dar, lo agradezco eternamente. Viene una persona y me cuenta que tal tema lo escuchó con su mujer y se casaron; tuvimos hijos y nos conocimos gracias a tus temas; le dediqué una canción a mi esposa y la pude recuperar. Cuando uno se transforma en musicalizador de tantas historias de vida, es un logro maravilloso.

P- ¿Qué tipo de sacudón te produce escuchar eso?

R- ¡Es muy loco! La sensación es indescriptible. Por eso digo que disfruto tanto de que nos comuniquemos a través de las canciones. Que me cuenten ese tipo de experiencias, que a mí también me pasan oyendo a otros artistas, no deja de sorprenderme. Ahora me escuchan a mí. Es un círculo mágico, saludable y sanador que la música ayude a enamorarte, a desenamorarte, a curar heridas, a levantarte el ánimo, a bailar, a pensar… Pero, en principio, como te decía, yo canto porque me hace feliz…

Una vez le pregunté Horacio cuál era el mejor vino y me respondió: el que te gusta. No importa la marca ni el precio… Yo admiro escuchar a un jilguero porque canta para seducir, para sentir. De algo tan natural que tenemos y no nos damos cuenta, el aire, respiramos, hace vibrar las cuerdas vocales, de allí sale un sonido que tiene letra, tiene música. Eso, primero me emociona y luego genera que el público venga por lo que hago y se conmueva, ¿qué más puedo pedir? Por eso tengo que seguir perfeccionándome, tomando mis clases de canto, de música, y no quedarme porque es parte de una misión que tengo como artista y como músico.