“Soy un trabajador del arte más que un artista”

Milo Lockett visitó Plaza Huincul y Añelo para pintar murales con la comunidad. En su visita a tierras petroleras habló con “Río Negro” sobre el oficio que eligió

MILO LOCKETT

Parece de película. Un día un hombre se levanta de la cama de su Chaco natal y decide cambiar radicalmente su vida. Cierra sus tres sucursales de fábricas textiles y se lanza de lleno a vivir de pintar y dibujar, algo que amaba, a vivir del arte. Algo así como cuatro años después, ese hombre se transforma en un artista reconocido que puede recorrer grandes capitales del mundo logrando conquistar todas las miradas. Esa es un poco la vida de Milo Lockett, un artista que pese a la fama y el éxito también elige trabajar con la gente y para la gente. Justamente en ese tren fue que llegó este fin de semana a la zona. El artista recorrió Plaza Huincul y Añelo en el marco de un programa solidario organizado por la Fundación YPF (ver aparte). Fue justamente en Plaza Huincul que “Río Negro” tuvo la posibilidad se sentarse mano a mano con Lockett y conversar de su vida y de mucho más. – Aquel día cuando decidiste que esta iba a ser tu vida. ¿Te imaginabas este presente? – No, nunca. Son cosas impensadas. Yo siempre me sorprendo por el cariño, porque te eligen, pero tampoco me quedo con la cosa es de que soy un iluminado, que me baja la inspiración, casi no creo en la inspiración. – No crees en la inspiración, pero entonces ¿de dónde sale tu arte? – A mi me gusta la acción. Generalmente pienso después que hago, generalmente pasa eso y muchas veces me arrepiento -bromea-, pero generalmente termino de elaborar el pensamiento cuando ya lo hice y en eso me escucho y trato de ser crítico con lo que hago para ir dándole vueltas a las acciones, a la obra. Antes me detenía más en la idea del dibujo y de pensar y bosquejar, pero cuando vos accionas después tenes que arreglar el error y eso te agudiza mucho la parte visual como ejercicio y no se vuelve tan simple o rutinario. – ¿La rutina mata? – La rutina yo la modifico todos los días porque si no no podría hacer esto. Tengo que tener distintas situaciones o cambios de horario. Es así como en esos cambios de rutina Lockett alterna su trabajo entre los tres talleres que posee en Buenos Aires, su casa de Capital pero también entre su Chaco natal al que nunca deja de visitar y donde también tiene un pequeño taller que “me cuesta cerrarlo”. También, por supuesto, alterna su trabajo con su vida personal, con sus hijas y su mujer. Parece mucho para una sola persona y lo es. Por eso Milo no trabaja solo sino que lo hace con tres pares de manos más. “Yo trabajo con tres ayudantes y ellos hacen casi la gran parte de lo que se pinta”, contó el artista. Y agregó: “tenemos dos formas de trabajar, muchas veces yo empiezo la obra y armo toda la obra porque está íntimamente ligada a la acción y entonces ahí ellos hacen la terminación porque yo trabajo con una pintura que es esmalte al agua y con capas de barniz; y en otro momento trabajamos todos juntos, yo les indico, por ejemplo, hagan todos puntos acá o rayas allá o el contorno de este dibujo”. – ¿Qué tenés para decirle a los que te critican por pintar con ayudantes? – Hay cosas que son sistemáticas, que no modifican la obra. La obra no se modifica porque la pinté con tres personas o la pinte solo. La obra se modifica cuando son tres lenguajes en un cuadro, cuando no es tu lenguaje. En realidad son más manos pero bajo una misma idea, por eso no me preocupa que me digan ‘eh pero pintas con ayudantes’. – ¿Y cómo te definirías? – Es muy difícil pero si se que soy muy trabajador, que soy muy respetuoso de eso, que soy un trabajador del arte más que un artista. Y que por momentos me creo que soy un gran artista. Pero sobre todas las cosas pienso que sin trabajo no puede haber obra, es muy difícil pensar que un día se te va a ocurrir algo que está genial porque vos estuviste 10 años sentado esperando que se te ocurra. Es por eso que Milo, el artista que tiene como referentes a Jorge de la Vega, Nigro, Macció y Deira, no se queda nunca quieto y siempre tiene planes para el futuro. “Quiero abrir una escuela para dar clases. Me gustaría hacer un taller con una dinámica personal donde yo pueda ayudarte con lo que vos haces y no modificar lo que haces sino tratar de ayudarte a encontrar dentro de lo que haces el potencial para desarrollarte. No tengo la idea de enseñarte a pintar, no lo creo, eso es muy difícil, pero si te puedo ayudar a encontrar algo que te sirva, que no es poco”, confesó Milo sobre sus planes a futuro, un futuro que, seguramente, no está tan lejos. -¿En algún momento, cuando estas cansado, te arrepentis de haber tomado este camino?. -No. Estoy cansado porque vengo con un ritmo de trabajo muy intenso, pero no del arte. A mi me gusta pintar, todos los días necesito pintar algo, me gusta dibujar. No lo sufro es una profesión muy linda, muy interesante, muy rara, llena de complejidades pero así todo la volvería a elegir. Dice Locket. Cansado pero feliz.

María Pía Mendiberri pmendi@rionegro.com.ar

Vivir del arte

Con el toque característico de Milo Lockett se puede encontrar cualquier tipo de objeto, desde remeras, vasos, rompecabezas hasta tablas de skate e inclusive ropa interior. Es que Lockett vive del arte, vive de sus cuadros pero también de su arte aplicada y, tal como él mismo le comentó a “Río Negro” “no tengo conflicto con eso porque el hecho de que aparezca una marca y use tu imagen y vos puedas vivir de eso, estás viviendo del arte en realidad, de eso que haces. Yo no me imagino haciendo otra cosa”. Y para ahondar en el tema el artista aseguró: “En el mundo entero, el arte se incorporó mucho al objeto cotidiano en nuestras vidas, empezó por la indumentaria, pero también penetró en el hogar de las personas, en el diseño de objetos, ya sea desde un plato o una taza a la juguera, la cafetera, el lavarropa”. – ¿Que pensas de quienes critican el negocio del arte? – Cambio todo por eso no me preocupa, porque en el mundo entero cambió el cuestionamiento sobre el arte. No pueden vivir tantos artistas de la pintura o del cuadro y entonces es válido que, a lo mejor, vivas porque hacen tu obra en la tapa de un cuaderno o porque hacen tu obra en una mochila, porque eso no modifica el arte. Si eso me permite tener un ingreso más y si me permite poder hacer acciones no lo tengo como una problemática, es más agradezco que suceda. – ¿Qué pensas de la accesibilidad del arte? – Es un tema muy difícil porque en la Argentina no hay mercado del arte. El mercado para un artista es lo que el artista genera alrededor de él. Yo lo entendí a eso hace mucho tiempo. Como yo toda mi vida traté de autogestionarme en mis emprendimientos y en mis cosas y un poco la idea de tener obras accesibles es una idea que siempre la tuve, la practiqué y la sigo practicando y eso me parece que me ha hecho poder sobrevivir a esta cultura de no mercado. – Entonces según tu visión ¿no hay mercado del arte en Argentina’ – Pensar que en la Argentina hay un mercado del arte es simpático, pero no sucede. No hay una cultura del coleccionismo y ese también fue el gran error de las galerías que no han sabido conectar con el público para que el público aprenda a coleccionar el arte o a mirar el arte de otra manera. Toda esa situación de la comercialización del arte está en crisis.

Un artista que disfruta las acciones solidarias

Es sabido que Milo Lockett impregna su arte en muchas campañas solidarias y comunitarias tanto con niños, como con escuelas o comunidades originarias. Pero también pone su arte al servicio de campañas solidarias y de concientización y dona muchos de sus cuadros a subastas solidarias con el fin de ayudar a quienes más lo necesitan. Precisamente en una de esas acciones comunitaria es que “Río Negro” tuvo la oportunidad de conversar con el artista sobre esta faceta suya. – Viajas a muchos rincones del país para realizar acciones solidarias o comunitarias ¿Qué te dejan estas acciones a vos? – A mi me da satisfacción cuando veo la felicidad que produce la pintura en la gente, y cuando algo que me parece tan sencillo y al mismo tiempo me parece tan inútil como el arte se transforma en algo tan útil. Cuando vos podes modificar las costumbres de un lugar, la realidad, el día de una persona y me parece que eso no tiene precio. – De alguna forma estas acciones te permiten acercar el arte a la gente. ¿No? -A mi me gusta mucho que la gente se conecte con el arte, porque yo me doy cuenta que el arte es transformador en el estímulo de la sensibilidad. Viste cuando las personas piensan que son sensibles porque les gusta la música o porque ven una película o ven el teatro. Yo creo que la sensibilidad se practica, porque sino sería como una cosa genética que uno sería mas sensible que el otro. Algunos sentirían amor y otros no. Me parece que la sensibilidad es un estímulo que todo el tiempo hay que acariciarlo, hacerlo sentir y me parece que a los que nos gusta el arte con más razón hay que hacerlo. – ¿Cuál crees que es el rol del artista en la sociedad? – El artista generalmente enuncia, o denuncia. No se si tiene un rol o tiene que tener un rol. Antes yo pensaba que si. Hoy tengo otro criterio, hoy pienso que eso es una cuestión muy personal, cada uno elige el protagonismo que quiere tener y hasta donde se va a involucrar.

Pincelada a pincelada

En un pulado de horas unas paredes blancas ubicadas en el corazón de Añelo y de Plaza Huincul se transformaron en coloridos murales que tenían un poco del sello de Lockett, pero tambiénmucho del arte de la gente. Es que a la hora pautada en cada uno de los lugares la gente se acercó para verlo a él, a Milo Lokett, el artistas que visitaba la localidad. Pero allí, el centenar de personas reunidas cada día se encontró con que no sólo lo podía ver sino que también podía pintar a su lado, charlar descontracturadamente y compartir mates, bizcochitos y grisines. Una vez terminada la tarea de pintura, los habitantes de Huincul y Añelo se encontaron con otro artista. Uno que los escuchó y les dio recomendaciones sobre el arte que ellos mismos realizan en sus lugares. Lockett sus pinturas y pinceles llegaron a las localidades petroleras por una iniciativa de la Fundación YPF que consiste en pintar murales y tachos de combustible en seis localidades atravesadas por la industria petrolera.


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