Calles angostas de Neuquén: otro dolor de cabeza para los conductores

José Zavala escribió una cueca en honor a una calle angosta de Villa Mercedes, San Luis, que tenía como protagonista a la vida urbana de los pueblos antes de la invasión de los automóviles.

La urbanización apurada que tuvo la zona noreste de la ciudad de Neuquén no respetó el dicho de la canción que inmortalizaron Los Chalchaleros. Tienen dos veredas, y los cinco metros de amplitud de la calzada deja casi sin espacio al que pretende transitar cuando dos vehículo estacionan en ambos lados .

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El barrio Santa Genoveva se caracteriza por sus arterias angostas, en las que, salvo algunas, no existe la prohibición de estacionar a la izquierda. La excepción es Maestros Neuquinos.

Villegas y Caminos son un ejemplo. Los “héroes” son los conductores de los camiones recolectores de basura que, a la noche, deben transitar por los pocos tres o cuatro metros que quedan.

“El problema es que hicieron dúplex y departamentos y no construyeron cocheras o bien, si los tienen, las alquilan por separado para poder tener más ganancia”, relató un vecino en la plaza Juan Domingo Perón.

Una vecina en la calle Villegas se quejó porque cuida como si fuera oro un árbol que riega y que creció gracias a su protección. Como es la única sombra en 50 metros antes de Basavilbaso, hay una guerra entre los automovilistas para dejar el auto a resguardo del sol.

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Monseñor D’Andrea tiene la desventaja de ser de doble mano y con estacionamiento en ambas aceras. Como el sitio para el paso no es suficiente, los vehículos que se encuentran de frente deben hacer maniobras para ubicarse de costado y permitir el paso.

La calle Colonia Alemana, después de cruzar la Illia hacia el este, es más ancha pero las veredas son utilizadas como estacionamiento privado de vehículos de gran porte que impiden la circulación peatonal.

Monseñor D’Andrea es la arteria de mayor precaución. Es de doble mano con cruces cada 50 metros. Al permitirse el estacionamiento en ambas veredas, el lugar para maniobrar y dejar cruzar al que baja o al que sube, es extremadamente reducido. Todo depende del nivel de gratitud que tengan quienes están detrás del volante. El problema se agrava porque al terminar la calle, en el norte, hay un pasadizo al lado de una iglesia y la calle Colonia Alemana es de doble mano.

Paso estrecho

Los “héroes” son los conductores de los camiones recolectores de basura que deben atravesar estas calles de dimensiones ajustadas.

Miguel A. Camino es un dolor de cabeza para los conductores que ingresan por Leloir porque no solamente se achica el ancho de la calle en Colonia Alemana, sino que el flujo vehicular hacia el sur es constante y, como son corredores largos con pocas intersecciones, la velocidad es una mala consejera al momento de utilizarla.

En el otro extremo de la reducción se encuentra la calle Juan Benigar. Está ubicada en uno de los barrios más antiguos de la ciudad: Mariano Moreno. Esta pequeña arteria funciona como un sito de tránsito vehicular. No es peatonal y se observa que sus márgenes dan hacia medianeras, ya que no hay ingresos a domicilios ni garages. Se torna peligrosa al momento de salir por una las intersecciones, la calle Ramos Mexía.

juan thomes

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