El fotógrafo Pollo Olivera fue declarado culpable de abuso sexual

“Abuso sexual gravemente ultrajante” fue el delito que se le atribuyó contra una adolescente de 14 años. Resta que le definan la pena, que puede ir de los cuatro a los diez años de prisión. “Creo que se hizo justicia”, dijo el fiscal del caso.

“Corresponde ponerle el nombre de abuso intimidatorio de una relación de poder.” Así calificó el presidente del tribunal de juicio, Martín Marcovesky, el accionar de Ernesto “Pollo” Olivera, quien ayer fue declarado culpable de haber atacado sexualmente a una adolescente durante una sesión fotográfica.

El hecho ocurrió a fines de noviembre de 2013, cuando la chica tenía 14 años, en Centenario.

El delito por el que se lo condenó fue abuso sexual gravemente ultrajante, cuya escala penal va de los cuatro a los diez años de prisión. Las partes tienen ahora cinco días para ofrecer prueba, que será evaluada a la hora de determinar la pena.

El fallo fue por mayoría. Marcovesky enfatizó en las circunstancias en las que se perpetró el abuso: “El acusado era notablemente mayor, lo que lo colocaba en una situación de superioridad”; ella “había quedado al cuidado de Olivera, dejada razonablemente por su padre para que le hiciera el álbum fotográfico como regalo para el venidero cumpleaños de quince”; “el autor de dicha conducta además era su confidente, se veían y además mantenían contacto tecnológico, la conocía”.

Indicó que el testimonio de la adolescente, brindado en cámara Gesell, “ha impactado favorablemente” y además “ha sido validado científicamente”.

A su voto adhirió el juez Cristian Piana, quien consideró que Olivera “eligió cuidadosamente al tipo de víctima, menor de edad, con la nítida finalidad de aprovecharse de su inmadurez, sabiendo que su posición de dominio o poder iba a tener sobre la misma un peso fundamental que le impediría a ésta resistir su voluntad o bien confrontarla, extremos éstos que anularon cualquier posibilidad de consentimiento en cabeza de la víctima”.

“Estoy satisfecho, creo que se hizo estrictamente justicia, que se compadece con todo lo que se probó en el juicio”, aseguró el fiscal Germán Martin.

La única disidencia fue la que planteó el juez Diego Piedrabuena (ver aparte). Sobre su posición el fiscal dijo: “Cae en el error de confundir silencio con consentimiento presunto, que es un viejo adagio del derecho romano civil. Él ofrece una calificación que es la de abuso sexual no con asimetría de poder, sino con inmadurez sexual, dando a entender que hay consentimiento, lo que era anteriormente el estupro”.

“Esto es reparación para la joven que lo denuncia, porque puede colaborar en que deje de ser una víctima para pasar a ser una sobreviviente. Entendemos que la justicia no es para una individua en particular, sino que tiene efectos para otras”, explicó la activista feminista, Ruth Zurbriggen. La Colectiva La Revuelta acompañó a la familia de la joven en el proceso judicial y realizó intervenciones callejeras.

Zurbriggen remarcó que “ser una sobreviviente significa apoderarse, salir del lugar de “Esto lo arrastro toda la vida.” Si el fallo judicial le permite a ella sentir que los pasos que dio al hablar, al salir del silencio, dieron como resultado que la justicia la escuchó, ella puede subjetivamente ubicarse en un lugar de apoderamiento, de sentirse poderosa para seguir transitando su vida”.

El hecho ocurrió a fines de noviembre de 2013, cuando la chica tenía
14 años, en Centenario, previo a su cumpleaños de 15.

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El hecho ocurrió a fines de noviembre de 2013, cuando la chica tenía
14 años, en Centenario, previo a su cumpleaños de 15.

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