Perpetua por quemar vivo a un joven en Allen

Fue “con alevosía” el homicidio de Franco Cayuqueo.El autor, Erico Segura, le había jurado venganza.

POLICIALES

ROCA/ALLEN.- Erico Segura había pasado 21 días preso porque Franco Cayuqueo lo había denunciado por las amenazas sufridas por su novia en Allen. Estando en el calabozo de la Comisaría Sexta juró la venganza. “Éste me hizo varias, yo lo voy a quemar”, lo escuchó decir otro detenido, y así lo declaró bajo juramento en el juicio. El hombre no lo tomó en serio, pero el 7 de abril de 2013, cuatro días después de que Segura recuperara la libertad, se enteró por su esposa que “El Delicado” Cayuqueo había sido prendido fuego vivo dentro de su “rancha”.

“A primera vista no parece tener suficiente proporcionalidad el motivo con semejante desenlace, vale decir: la razón para vengarse (21 días detenido) con la magnitud de la represalia desplegada. Digo “en principio”, porque analizando el perfil de personalidad del imputado, bien ilustrado en su informe mental, resulta perfectamente comprensible que no haya reparado en esa circunstancia”, concluyó el juez Emilio Stadler en el voto rector del fallo que condenó ayer a Erico Segura, de 24 años, a la pena de prisión perpetua por el delito de “homicidio calificado por alevosía”.

En el fallo, al que adhirieron los jueces subrogantes Margarita Carrasco y Maximiliano Camarda, se dio por probado que esa madrugada Cayuqueo “fue reducido y dejado en el interior de la rancha sin posibilidad de ejercer defensa alguna. Ya sea porque fue golpeado hasta quedar inconsciente o maniatado de tal forma que no pudiese escapar ni pedir socorro, para el caso el resultado es exactamente el mismo”. Luego, con la víctima “ya indefensa”, Erico Segura “encendió el fuego, cerró la puerta y se marchó del lugar, matando sobre seguro, sin ningún riesgo para sí”.

Pese a que el primer informe técnico de Bomberos presumió que Franco había muerto carbonizado por un incendio accidental, la escena del hecho reveló un dato estremecedor: la puerta de la rancha estaba cerrada con cadena y candado desde afuera. Y la llave jamás apareció.

Testigos del incendio relataron en el juicio que Erico Segura rondaba la escena cuando los bomberos apagaban las últimas llamas y encontraban los restos irreconocibles de la víctima en el interior de la casilla. Otros aseguraron que esa mañana lo escucharon decir “me la re mandé” y “me mandé una cagada, se me fue la mano”, indicios que los jueces sumaron a la prueba de cargo junto con una navaja que pertenecía a la víctima y que Erico Segura le vendió a un conocido poco después del hecho.

Ese hombre entregó el cuchillo a la policía y en el juicio lo reconoció la madre de la víctima.

(Redacción Central)


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