Se amplía la grieta en la fruticultura del Valle

El gobernador Weretilneck terminó por dinamitar esta semana los pocos puentes que sostenían el precario dialogo entre su gobierno y el sector frutícola.

“Tanto la CAFI como la Federación de Productores se dedicaron a bastardear el proyecto frutícola en Buenos Aires”, protestó con dureza el mandatario provincial tras la comunicación de Nación sobre la imposibilidad aplicar el Libro Blanco en la región.

Sin el respaldo político del ministerio de Agroindustria, el programa provincial presentado en noviembre del año pasado terminó cajoneado por la administración Macri. “El proyecto no digo que se cayó, pero que en estas condiciones no lo va a financiar. Sin consenso, Nación no va a poner dinero. Esto fue lo que sucedió”, protestó el gobernador ante una consulta periodística.

Todo un retroceso para la actividad. A casi un año de acordar con el presidente de la Nación los cambios para el sector, todo vuelve a fojas cero. Se perdió un tiempo muy valioso para una actividad que está sumergida en una profunda crisis productiva, comercial, económica y financiera.

El cruce de acusaciones entre las partes terminó invalidando cualquier posibilidad de consenso. La política, herramienta clave para poder destrabar conflictos de este tipo, volvió a fracasar. Y la región perdió otra oportunidad.

En medio de este caos, la Federación de Productores insiste con la renuncia del ministro rionegrino, Alberto Diomedi; un funcionario que terminó siendo fagocitado por la burocracia del sistema. Pero también hace tiempo que los productores están solicitando audiencia con el gobernador, sobre la que no han tenido tan siquiera una respuesta.

Los empresarios poco aportaron para poder clarificar el panorama. Su falta de dialogo con Weretilneck no ayuda a acercar las partes.

Lo preocupante de este escenario es que el sistema frutícola continúa profundizando su quiebre económico con las implicancias sociales que todo esto implica. Ya se siente la pérdida de los miles empleos sufridos en estos últimos años, los cientos de productores que fueron marginados de la actividad y la delicadísima situación de las empresas que poco pueden hacer para seguir en carrera.

Las disputas políticas entre el sector público y privado, y la falta de iniciativas de los gobiernos provinciales en busca de objetivos comunes para salir adelante, son fiel reflejo de una sociedad en crisis con sus valores.

Se le suma el año político

Para la mayor parte de los actores de la actividad privada, no existirán grandes cambios en la fruticultura en esta segunda etapa del año.

El retraso cambiario difícilmente recupere posiciones para el comienzo de la próxima temporada y el año electoral tensionará la relación entre el gobierno provincial y el nacional quedando los temas pendientes del sector para después de las elecciones de octubre.

Las promesas de ayuda financiera para la actividad se retrasan y todo indica que, como históricamente ocurrió, llegarán fuera de termino y los montos serán menores a los acordados. La prórroga de los aportes a la seguridad social que están solicitando con insistencia los empresarios sigue sin aplicación y el dinero que reclaman los productores para la poda no llega a la región.

Un futuro sin dudas complicado para la actividad.

“Tanto la CAFI como la Federación de Productores se dedicaron a bastardear el proyecto frutícola en Buenos Aires”.

Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro

“Ha sido la asamblea de productores, convocada por la Federación, la que solicitó la renuncia del ministro Diomedi”.

Sebastián Hernández, titular de la Federación