Casas de barro: regreso a lo natural

Son más amigables con la naturaleza, y también más económicas. Cada vez más familias del Alto Valle eligen construir sus hogares con tierra, madera y paja. El relato de dos familias de Fernández Oro que edificaron con esta técnica.

En la zona del Alto Valle rionegrino cada vez son más los que se animan y deciden construir sus casas de barro, madera y paja, buscando economizar en los materiales y dar un trato más amigable a nuestro ecosistema, pero sin perder en calidad o comodidad de vida.

Estefanía y Pablo son un matrimonio de jóvenes profesionales que, en el 2011 volvieron a la Patagonia luego de terminar sus estudios universitarios y decididos a tener su casa propia. Consiguieron un terreno en Fernández Oro, y comenzaron a indagar sobre formas alternativas en construcción. “Mi cuñado nos presentó un video de (Jorge) Belanko que se llama ‘El barro, las manos, la casa’. Después de eso Pablo quedó con muchas ganas de hacer la casa de barro”, explicó Estefanía. Mientras se volvían a reencontrar con su tierra, hicieron un curso sobre construcción en barro, dictado por la Escuela Provincial de Educación Agropecuaria (EPEA) de Plottier. La decisión estaba tomada: su hogar sería de barro.

Tras elaborar los planos con una arquitecta local especializada en este tipo de construcción, comenzaron a buscar constructores. No fue fácil ya que el proyecto era osado: una casa de dos plantas con cuatro dormitorios. Finalmente un constructor descendiente de Mapuches, que vive en Esquel se mudó a Oro acompañado de sus hijos y, un 1° de diciembre del 2012 comenzó a levantar con barro, paja y madera lo que hoy es el hogar de una familia. Pablo enfatizó que el costo de la mano de obra es el mismo que en la construcción convencional, pero en materiales, el ahorro es cercano a un 40%.

Diana Roglich es jubilada de la docencia y le apasiona la fotografía y el yoga. Actualmente se dedica a la jardinería en la revista Maipue. Ella, al igual que Estefanía y Pablo, edificó su casa utilizando la permacultura, sustentándose en la técnica de la quincha y con bases de madera, que se sostienen con unos dados de hormigón encadenados entre sí.

Además de ser una casa de barro, la casa de Diana aprovecha las aguas que se utilizan en el baño y cocina para el riego, luego de pasar por un filtrado natural hecho con piedras. La misma técnica utilizaron Estefanía y Pablo, quienes además, sumaron paneles solares con los que iluminan de manera gratuita toda la casa. Diana diseñó un sistema de ventilación con ventanas de distintos tamaños y un invernadero en el centro de la vivienda, que en invierno deviene en una calefacción natural. A eso se suma la inercia térmica que posee el barro (no absorbe el calor), y que el adobe es elástico.

Estos son solo dos casos, entre muchas familias que construyen en el Alto Valle utilizando técnicas que son anteriores al cemento u hormigón.

“Vas al norte de Neuquén, por ejemplo Andacollo, y es todo de barro. La gente se hacía las casas con lo que tenía a mano”.

Pablo Zermoglio, quien eligió este material para hacer su propio hogar.

Florencia Salto

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Datos

“Vas al norte de Neuquén, por ejemplo Andacollo, y es todo de barro. La gente se hacía las casas con lo que tenía a mano”.

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