En auto y barco por los canales en medio de la fantástica selva valdiviana

La ruta bimodal entre Chaitén y Hornopirén (sur de Chile) incluye navegación por los canales en medio de la fantástica selva valdiviana. Puede emprenderse por igual, desde Esquel o desde Bariloche.

El verde de la selva valdiviana tiene una tonalidad distinta, más luminosa. Quizás sea porque las lluvias constantes del sur de Chile aportan el brillo que lucen las hojas de los árboles nativos y los helechos apenas reaparece el sol.

Desde los ventisqueros eternos de las cumbres montañosas se desploman enormes ríos de espuma blanca, contrastando con el bosque, hasta caer al mar azul, mientras la motonave sigue dibujando el borde costero, entre los fiordos. Cada tanto, una aldea de pescadores con sus lanchas típicas o el vapor de una terma aportan su toque de color al viaje.

Al fondo, los volcanes Michimahuida, Chaitén, Hornopirén y Yate, sobresaliendo de la cordillera que marca la frontera con Argentina. Hacia el océano, a la distancia, se observa la isla grande de Chiloé.

Es el paisaje predominante del recorrido entre caleta Gonzalo y Hornopirén, un destino turístico único en la Región de los Lagos y parte de la carretera austral a través de una conectividad denominada bimodal (una parte terrestre y otra marítima debido a la compleja geografía).

Reservar el pasaje

Para hacerlo, lo primero es asegurarse el pasaje en el transbordador ya que el servicio depende de una sola empresa y además es utilizado por los camiones, micros y pobladores de varias comunidades del sur trasandino para llegar a Puerto Montt, la capital regional. La recomendación es hacerlo vía on-line.

Tomando como referencia a El Bolsón, lo ideal es ingresar por el sur (Esquel) y salir por el norte (Bariloche), completando un circuito que le hará vivenciar en toda su intensidad la Patagonia verde.

Pasando Trevelin se ingresa a la pintoresca localidad chilena de Futaleufú, con un río azul turquesa internacionalmente conocido por sus rápidos que lo clasifican entre los 3 mejores del mundo para practicar rafting.

Noche en Chaitén

A lo largo del camino, las vistas son majestuosas. Son 80 km de ripio (bien mantenido) hasta Villa Santa Lucía, bordeando los lagos Lonconao y Yelcho. Desde allí la ruta es asfaltada (pasando por las termas de El Amarillo) hasta Chaitén (70 km), donde conviene detenerse para pernoctar, disfrutar de unos mariscos y recorrer la ciudad devastada por el volcán en 2008. Es impresionante observar muchas de sus viviendas y edificios públicos cubiertos aún por toneladas de arena y cenizas, donde el tiempo parece haberse detenido. No obstante, sus habitantes se han recuperado y hoy ofrecen buenos servicios turísticos.

Ya repuestos, al otro día comienza una jornada plena de aventuras: son 60 km hasta caleta Gonzalo entre nalcas y helechos gigantescos, musgos y una vegetación exuberante, propia de los bosques húmedos del sur de Chile. Siempre a la izquierda, el mar infinito y, cada tanto, algún lago o laguna de agua dulce donde nadan los cisnes de cuello negro y cantan los chucaos.

Antes de llegar al embarcadero vale la pena detenerse en el Sendero de Alerces, del Parque Pumalín, donde se llega fácilmente a un ejemplar vivo de casi 3.000 años de edad. Un poco más adelante aparecen unas cascadas increíbles: hay que quedarse en silencio, escuchando el canto del agua entre las piedras, pronto tendrá la sensación de estar conversando con los duendes.

Abordaje en caleta Gonzalo

Ahora sí, ya acomodado el auto en la plataforma del transbordador, comienza el tramo embarcado desde caleta Gonzalo hasta fiordo Largo (unos 25 minutos). Es aquí cuando el viajero tiene una primera sensación de navegar por los canales del fin del mundo, cruzando el fiordo Reñihue, entre imponentes paisajes de tupida flora nativa que visten las murallas de piedra que componen este pasaje marítimo.

Una vez desembarcando, debe realizar un viaje por tierra de 10 kilómetros hasta Leptepu. Allí cambia el tamaño del barco y las comodidades (tiene una amplia cafetería con sillones de cuero y miradores vidriados, buenos baños y una terraza superior con vista a 180°) para disfrutar a pleno las 4 horas de navegación hasta Hornopirén, capital de la comuna de Hualaihué, considerada la “puerta norte de la carretera austral”.

En el transbordador

A poco de soltar amarras, entre las olas aparecen jugando los primeros delfines, mientras los lobos marinos saltan al agua desde las rocas de la orilla. En tanto, miles de pájaros sobrevuelan la nave y se zambullen de pronto buscando peces.

La barcaza permite apreciar en todo su esplendor la belleza del fiordo Comau, flanqueado por altas montañas y escarpadas riberas, que recibe además las aguas del río Vodudahue, cayendo desde las alturas con un gran estruendo al mar.

A esta altura, los turistas que hacen el recorrido por primera vez, solo atinan –en total silencio– a gatillar sus fotos una y otra vez, teniendo la impresión lógica de “haber entrado al edén”.

En el sector norte, ya cerca de la caleta Pichanco, se pasa frente a los centros termales a los que solo se accede embarcado. La mar recibe las aguas del fiordo Quintupeu y un poco más al sur del fiordo Cahuelmó, que penetran kilómetros hacia la cordillera de los Andes y dejan lugar a la imaginación para otras aventuras.

Llegada a Hornopirén

Las 33 millas náuticas (unos 61 kilómetros) están prontas a culminar. La entrada a la bahía de Hornopirén pinta el colorido de las barcas pescadoras en los muelles, el campanario de la iglesia y la costanera con sus glorietas y bancos de madera.

Como las emociones de la jornada fueron muchas, la recomendación es buscar alojamiento en este encantador pueblito costero de 3.000 habitantes. Hay buena hotelería, cabañas y hospedajes, además de varios restaurantes donde los lugareños se desviven para agasajar a los visitantes con su gastronomía marina. Es espectacular la merluza austral, además del salmón rosado y las pailas de mariscos con sus choritos, cholgas, navajuelas, piures, locos, machas y picorocos.

Si queda tiempo, la comuna de Hualaihué tiene múltiples atractivos para dedicarle atención: termas; el Parque Nacional Hornopirén; cascadas y lagos.

La salida hasta Puerto Montt implica llegar por la carretera austral hasta caleta Puelche y tomar una barcaza hasta caleta La Arena (salen permanentemente, no es necesario reserva previa), cruzando el estuario del Reloncaví. Desde allí son apenas 40 km hasta la capital regional.

Voy + Travesía

Enormes hojas de nalca enmarcan una ladera cubierta de selva andina.

Información y datos

de interés

“La navegación fue tranquila y las horas avanzaron a un ritmo pausado que invitaba a disfrutar el paisaje, buscando cascadas en los cerros y pingüinos nadando en el mar”.

Daniel Ulloa, viajero.

“Avanzamos lento, hasta que el canto del dueño del bosque nos frena en seco: un chucao corretea entre los musgos, escuchamos sus pasos de cerca”.

Matías Rosales,
turista argentino.

Datos

Para tener en cuenta:
Para realizar este viaje se requiere compra previa de pasajes, a través de pagina web http://www.taustral.cl/index. php/tramos/hornopiren-
caleta-gonzalo
Termas de Llancahué: ubicadas en una isla cercana a Hornopirén, debe hacerse un viaje de 50 minutos en lancha por el canal de Cholgo. En el lugar, además de sus tres tipos de baño termal, se ofrece alojamiento y comida tradicional. El valor por el uso de las termas es de $ 10.000 chilenos diarios (unos $ 240 argentinos).
$ 800 argentinos ($ 33.000 chilenos) cuesta el viaje por vehículo (tramo caleta Gozalo/Hornopirén) –incluye el chofer–. Por pasajero adicional: $132 argentinos
($ 5.500 chilenos).
Contacto: fono 6004019000; info@taustral.cl; facebook.com/Transportes Austral; #TAustralcl
Horas de zarpe: desde Hornopirén: a las 8:30, 12:30 y 16:30. Desde Caleta Gonzalo: a las 7, 11 y 15 (hay que estar una hora antes en el embarcadero).
“La navegación fue tranquila y las horas avanzaron a un ritmo pausado que invitaba a disfrutar el paisaje, buscando cascadas en los cerros y pingüinos nadando en el mar”.
“Avanzamos lento, hasta que el canto del dueño del bosque nos frena en seco: un chucao corretea entre los musgos, escuchamos sus pasos de cerca”.

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