Padres que ya no viven juntos: vínculos familiares

Como terapeuta familiar, Laura Collavini comparte una serie de sugerencias para los chicos que no conviven con ambos padres, una situación que es cada vez más común.

Hace tiempo que no resueno con el término “padres separados”. Me suena a distancia y lejanía y creo que esa realidad va cambiando paulatinamente en forma grata.


Parece que llega una cierta madurez en las relaciones para enunciar que la pareja llegó a su fin. Sucede cada vez más a menudo con otros formatos: charlas, decisiones compartidas, no acuerdo en los proyectos y valores. Obviamente sabemos que cuando aparecen también hacen referencia al dolor y a no tener las herramientas disponibles para abordarlo de una forma más saludable.

Para ver el vaso medio lleno de esta actualidad tan compleja, desde mi lugar de terapeuta familiar puedo comentar que cada vez son más las parejas amorosas que deciden dejar de serlo y son conscientes que seguirán siendo pareja de padres por el resto de sus vidas.

Los formatos que nos sostuvieron durante décadas y tal vez algunos siglos se desmorona con la velocidad los tiempos que vivimos. Hace tiempo que los parámetros familiares dejaron de ser lo que era.

Podemos sospechar que en general tendemos a vínculos más sinceros. Sin tanto compromiso u obligación hacia la pareja amorosa elegida en algún momento.

Los niños atraviesan diversas emociones con estas separaciones.


Una de los ítems que siempre abordo cuando converso y trabajo con pareja de padres es la necesidad de diferenciar la pareja amorosa, la de padres y la familia.

Entonces, cuando se deshace la pareja amorosa… ¿Se disuelve la familia? Claramente no. Es un concepto a mi criterio erróneo basado en la ausencia de claridad en los vínculos.

¿Qué es la familia? Según la real academia española existen dos acepciones: un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; y un conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje.

Según el Derecho, la familia es un grupo de personas relacionado por el grado de parentesco. En el ordenamiento jurídico se estipula los tres tipos de parentescos:
1) Parentesco por consanguinidad: personas que descienden del mismo progenitor.
2) Parentesco por afinidad: relación que se da entre el cónyuge y los consanguíneos de su cónyuge.
3) Parentesco civil: adopción.


Desde la comprensión de los conceptos que tienden a brindarnos claridad en la reflexión entonces podemos acordar que padres que no viven juntos siguen siendo familia ya que son afines a un linaje. Obviamente lo son los hijos. Es decir que son una familia que no vive junta.

Si sumamos a esto los proyectos podemos afianzar más aun los vínculos familiares. Si bien la pareja amorosa disuelta posiblemente no quiera proyectar vacaciones junta o una reunión un fin de semana. Cuando existen las dos partes comprometidas con sus hijos deberán acordar la organización de salidas, tiempo para compartir, tareas, rutinas, etc. con cada uno. Ambos están presentes en el desarrollo y la educación y es necesario proyectar las necesidades de sus hijos en el corto, mediano y largo plazo.

Cuando converso con los niños, juego y observo sus producciones se ve claramente que la necesidad radica en la protección y se concretan con acuerdos y miradas saludables que dejen afuera la manipulación y juego competitivo que los transforma en trofeos.

Sin duda se atraviesan emociones diversas cuando tenemos que soltar para confiar en el otro, cuando tiene que pasar tiempo con el otro progenitor. Implica una falta de control ante lo que sucede en otro ámbito que no se conoce completamente.


Los chicos tienen derecho a pasarla bien, disfrutar del cariño de mamá o papá. Y como sugerencias generales puedo decir: Debe comunicarse con el que no está cuando lo considere necesario. Si no lo hace debe su mamá o papá hacerlo y si es delante del niño, mejor. Por supuesto con trato cordial, contarle qué hicieron durante el día y qué cosas disfrutó más. ¡Unos de los gestos más bonitos de los chicos son las expresiones cuando ambos padres hablan lindo de él/ella! Los invade una satisfacción y felicidad indescriptible. Es como sentir que van por buen camino. Que están haciendo las cosas bien porque sus papás son felices con ellos. De esta manera le ofrecemos tranquilidad y seguridad no sólo al papá que no está sino a nuestro hijo. Necesitan saber que ambos se interesan por su bienestar y que aquello que desean es verlo feliz. Si hay cambios de planes en los días es bueno estar al tanto. La confianza se pone a prueba en esos momentos y es lo complejo porque muchas veces es una de las causas de la ruptura. Cuanto más claro y organizado, mejor.

Compartir y debatir ideas, tareas, rutinas. Nuestros hijos necesitan un papá y una mamá, íntegros, confiados. Sin culpa. Reconociendo defectos, errores, virtudes y aciertos. Reconociéndose ser humanos. Sinceros y frontales. En paz. Esa será una buena herencia, seguramente la mejor de todas.


Hace tiempo que no resueno con el término “padres separados”. Me suena a distancia y lejanía y creo que esa realidad va cambiando paulatinamente en forma grata.

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