Julio Chávez: del cine a la tevé, sin prejuicios
El actor destacó su trabajo en la pantalla chica
Televisión
Julio Chávez, quien acaba de reponer junto a Agustín Alezzo “Yo soy mi propia mujer”, multipremiada pieza del norteamericano Doug Wright que habían montado juntos en 2007 y que recorre la vida de una travesti de Berlín del Este dedicada al arte del anticuario, reconoció que “he aprendido enormemente de mi oficio en la televisión”. Y entre la primera versión y esta suerte de reestreno de la pieza teatral surgida casi una década más tarde, Chávez admite que buena parte de su crecimiento profesional estuvo directamente vinculado a su experiencia televisiva como protagonista en las ficciones “Tratame bien”, “El puntero”, “Farsantes” y “Signos”. “Pasaron muchas cosas en el medio, entre ellas empecé a expandirme mucho en la pantalla chica que hasta ese momento no había sucedido y debo decir que he aprendido enormemente de mi oficio en la televisión”. “Yo no tengo -aseguró- ese prejuicio tan generalizado sobre el formato. Nunca lo tuve. Es cierto que implica un ritmo vertiginoso que muchos dicen que va en detrimento del laburo pero también creo que si uno firma un contrato es porque se siente capacitado para hacerlo con profesionalidad”.
En un reportaje concedido a Télam, Chávez consideró en el caso de una obra, “el tiempo es una variable que permite una comprensión diferente sobre una misma obra de teatro”. “Mi temor no era sólo recuperar la letra sino algo del alma del material y de mi alma en el interior de ese material; y después de la primera semana descubrí que hay algo de mi intérprete que está más grande, más libre y un poco más conocedor del oficio”, indicó Chávez a Télam en un alto en los ensayos en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza. “Había terminado ‘Red’ en teatro y mientras hacía ‘Signos’ (El Trece) me acordé de ‘Yo soy mi propia mujer’ y me pregunté por qué no volver a tocar esa partitura”, recordó sobre el texto que lo tiene como único intérprete. Chávez advirtió que el paso del tiempo le permitió relejar en una misma pieza un trabajo “más adulto”. “Creo que lo cabalgué bastante bien cuando lo hice por primera vez, pero en ningún momento me animé a mirar el caballo que estaba montando porque tenía la sensación de que si lo miraba iba a caerme. Hoy, en cambio, puedo animarme a cabalgarlo con mayor autoridad: sin dudas eso se debe llamar adultez”, sopesó.

Después de aquella primera temporada con “Yo soy mi propia mujer”, la abultada trayectoria profesional de Chávez tuvo un crecimiento geométrico que le valió numerosos galardones que incluyen el premio Mejor Actor en el Festival de cine de Berlín por la pelicula “El otro” (Ariel Rotter), dos Martín Fierro por su trabajo en “Epitafios” (HBO) y “Tratame bien” (El Trece) y el Estrella de Mar por su labor como intérprete y director de “La cabra” de Edward Albee. Sin embargo, advierte que “el temor frente al oficio, a la obra que uno va a representar, es lo que a mi criterio garantiza no perder el respeto al trabajo” y muestra un pequeño botón negro con el que había estado jugando durante toda la charla y que utiliza, cada día previo a una función, para modular mientras repasa la pieza.

Para el 2016, si bien tiene el carpeta el rodaje de “Oscura monótona sangre”, basada en la novela de Sergio Olguín junto a Daniel Barone, un proyecto televisivo que aún no puede develar y una muestra de arte (su otra gran vocación) en la galería Rubbers de Avenida Alvear, aún sin fecha programada. “Cuando hice la obra ´Red´-sobre la vida del pintor Mark Rothko- todas las noches pintaba un boceto en el escenario en un tiempo muy corto. Cuando terminé tenía 320 bocetos y decidí hacer una exposición con ellos que se llamara como el tiempo que tenía en escena para hacerlos: “57 segundos”.

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