A veces sólo se puede empezar por el final

El español Antonio Hernández filmó el final de su película "La ciudad sin límites", pues otros compromisos afectaban el trabajo del protagonista Fernando Fernán Gómez. También actúan Leonardo Sbaraglia y Geraldine Chaplin.

PARIS (EFE).- El realizador español Antonio Hernández terminó la fase parisiense del rodaje del filme «La ciudad sin límites», historia semiautobiográfica sobre la muerte, la familia, la locura y la lucidez de un anciano moribundo, protagonizada por Fernando Fernán Gómez, Leonardo Sbaraglia y Geraldine Chaplin.

Adriana Ozores, Ana Fernández, Roberto Alvarez, Alex Casanovas, Leticia Brédice y Alfredo Alcón completan el reparto, explicó el director.

En París «hemos rodado toda la película de «Víctor» y «Max», que son los dos protagonistas principales», interpretados respectivamente por Sbaraglia y Fernán Gómez, «porque Fernando tiene otro filme después y hubo que rodar lo suyo seguido», señaló.

Ahora, en Madrid, «volveremos a empezar la misma película con el resto de los personajes, lo que es muy curioso porque es como rodarla dos veces», dijo el autor de «El gran marciano» y «Lisboa».

Hernández hizo estas declaraciones en la estación del Este, tras haber convertido uno de sus andenes en territorio de la también parisiense estación de Austerlitz, de donde parten los trenes con destino a España y llegan los que proceden de allí.

En ese andén ficticio, Fernán Gómez terminó su parte de rodaje en la madrugada del fin de semana pasado, entre los aplausos de todo el equipo, que siguió durante horas su impresionante interpretación de anciano enfermo, víctima de una enajenación mezcla de morfina y senilidad.

Según Hernández, haber rodado ya el final es una suerte para «Leo (Víctor), pues le viene muy bien saber cada minuto de película» en la que estuvo «Max» (su padre), «cuya imaginación, que se supone es una fantasía que mezcla lo real con su memoria en la etapa terminal de un cáncer de pulmón, es la historia más importante» del filme.

«Es el primer guión que hacemos Enrique Brasó y yo, que llevamos veinte años colaborando», dijo Hernández, quien, dadas las múltiples lecturas y líneas narrativas de la historia, creyó «que podría tener dificultades de comprensión», lo que «en absoluto» ocurrió.

«Esperemos que la película quede igual», agregó el realizador, quien subrayó que el argumento «es tan simple como una familia que se reúne alrededor de un padre en una clínica de París porque no saben si operarle o no».

La cinta tiene cierto componente autobiográfico, pues surgió en la mente del realizador tras la muerte de su padre, en 1981, quien, afectado por una grave enfermedad, «creó una ficción cuyos códigos sólo conoció él», recordó.

La suerte del cineasta, añadió, es conseguir que el protagonista haga «lo que uno no es capaz de hacer en la vida» y se arriesgue «a ir contra lo que sería más evidente, correcto y socialmente mejor visto, que es intentar alargar la vida del padre sin tener en cuenta su opinión», mientras que aquí «decide con una simplicidad aplastante hacer lo que él quiera, sea lo que sea».

«Pero eso no me pasó a mí, me hubiera gustado tener ese arrebato genial de haberme puesto en su lugar, porque pienso que en la vida lo que más nos gratifica no es ya que nos quieran, es encontrar cómplices y yo no lo fui, no fui capaz de imaginarme que mi padre lo que necesitaba era eso, un cómplice», agregó.

Hernández precisó, no obstante, que Fernán Gómez no representa a su padre, pues «no era así para nada», ni los hermanos se parecen en nada a los suyos, sino que a la historia original se añadieron muchas otras hasta construir «un espectro familiar que está más cerca de otras personas que de mí mismo».

«Como es cine, además tenemos que hacer que durante una hora y media el espectador se divierta, se entretenga y se sienta tan imbuido y atraído por una historia como el que va a la sala de al lado a ver una película estadounidense», indicó el realizador.

Tanto Hernández como el coproductor José Nolla subrayaron la fuerza de este filme, cuyos 500 millones de pesetas de presupuesto fueron fáciles de conseguir «porque el guión es verdaderamente muy bueno» y ha permitido lograr un reparto de grandes actores.

Nolla recordó que Sbaraglia y Brédice «son probablemente los actores jóvenes argentinos con mayor proyección, y Hernández subrayó lo «sorprendente» de que Adriana Ozores «no sólo aceptase» trabajar en un breve -aunque muy sabroso- papel, sino que lo haya hecho «con el entusiasmo con que también lo hace Fernando, para quien físicamente es muy difícil volver a rodar porque es muy duro».


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