Alberdi y su visión de la independencia

Pablo Benítez Jaccod*

Al igual que en el siglo XIX, son instituciones del “Rule of Law”, el Estado de Derecho, las que posibilitan la inversión, la innovación, el libre comercio y los derechos de propiedad.

La idea de independencia y su real significado, ha estado presente en el pensamiento de Juan Bautista Alberdi a lo largo de sus escritos. En estos, hace una diferenciación crucial entre libertad externa e interna, explicando que si bien en 1.816 se consiguió la independencia del dominio español, aún queda por conquistar la libertad interior, la cual implica el aprender a ser libres. Ve peligroso buscar en nuestros nuevos gobernantes, reemplazos “paternalistas” del régimen colonial anterior.

“La libertad del hombre puede ser no solamente incompatible con la libertad de la Patria, sino que la primera puede ser desconocida y devorada por la otra”. Para Alberdi: “La independencia interior no es un inmediato resultado de la independencia exterior”, ya que “la libertad no brota de un sablazo. Es el parto lento de la civilización”.

En su libro “Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho” expresaba: “La espada, pues, en esta parte cumplió su misión. Nuestros padres llenaron la misión más gloriosa que un pueblo tiene que llenar en los días de su vida. Una sien de la patria lleva ya los laureles de la guerra; la otra sien pide ahora los laureles del genio. La inteligencia americana quiere también su Bolívar, su San Martín. La filosofía americana, la política americana, el arte americano, la sociabilidad americana son otros tantos mundos que tenemos por conquistar”.

Alberdi veía que en los monumentos públicos y en los libros de historia se les rendía un culto providencial a militares y políticos formados en valores de la época colonial. Estos, más que promover el progreso, provocaban el atraso. Los “hombres de estado” eran presentados como semi-dioses. El énfasis desmesurado en las batallas implicó minimizar la importancia de las instituciones y los individuos como motor del progreso. En Bases (1852) sostiene que: “la nueva política debe tender a glorificar los triunfos industriales, a rodear de honor las empresas de colonización, de navegación y de industria, a reemplazar en las costumbres del pueblo, como estímulo moral, la vanagloria militar por el honor del trabajo”.

Señaló los errores de los ensayos constitucionales practicados hasta el momento, por no comprender las necesidades modernas del progreso argentino. “Todo el derecho constitucional de la América antes española es incompleto y vicioso”, dice.

Los elementos que posibilitaban y fortalecían las libertades interiores, eran totalmente ignorados. “La riqueza, el progreso material, el comercio, la población, la industria, para este derecho en el que habían sido educados nuestros libertadores, eran cosas secundarias mal conocidos y mal estudiados”, señala.

Veía que costumbres heredadas eran un obstáculo para la libertad interior: “El despotismo, como la libertad, reside en las costumbres de los pueblos, y no en los códigos escritos. Una carta constitucional que declarase hoy esclava a la Inglaterra sería tan nula como otra que declarase libre a la España; porque la libertad de la Inglaterra vive en sus costumbres”. Es un proceso de paciencia y aprendizaje. “No se aniquila un régimen por un decreto, aunque sea constitucional, sino por la acción lenta de otro nuevo, cuya creación cuesta el tiempo mismo que costó la formación del malo”.

Alberdi admira a Inglaterra y a los Estados Unidos de Norteamérica por el florecimiento de sus libertades internas. La garantía de la libertad interna reside en la limitación del poder político.

“La libertad del individuo en tales casos es la madre y nodriza de todos los adelantos del país, porque su pueblo abunda en extranjeros inmigrados que han traído al país la inteligencia y la buena voluntad de mejorar su condición individual mediante la libertad individual que sus leyes le prometen y aseguran”, agrega.

Viendo esa realidad buscaba poblar a la Argentina con este tipo de inmigración, portadora de los hábitos laboriosos e iniciativa emprendedora que tanta falta hacen. Nuestro sistema educativo estaba incapacitado de fortalecer ese punto, para Alberdi ha sido “una fábrica charlatanismo, de ociosidad, de demagogia y de presunción titulada”.

De no cambiar esta situación nuestra juventud solo podría aspirar a conductas “parasitarias”: “La industria facilitando los medios de vivir, previene el delito, hijo las más veces de la miseria y del ocio”.

A la juventud: “si la dejáis ociosa y pobre, a menos que no la entreguéis a la mendicidad monacal, será arrastrada a la corrupción por el gusto de las comodidades que no puede obtener por falta de medios”.

Comprender la importancia de la “libertad interior” es vital para salir de nuestro estado de pobreza, ya que “existe pues un paralelismo fatal entre la libertad y la civilización. El pueblo que quiera ser libre ha de ser industrial, artista, filósofo, creyente, moral. Suprímase uno de estos elementos, se vuelve a la barbarie”.

Pensemos la vigencia de esta visión, ya que al igual que en el siglo XIX, siguen siendo las instituciones del “Rule of Law”, conocidas genéricamente como Estado de Derecho, las que posibilitan la inversión, la innovación, el libre comercio, la libertad de empresa y la solidez de los derechos de propiedad.

A mayor desarrollo de estos elementos, más oportunidades de progreso para sus habitantes. Recordemos que Europa, liderado por Gran Bretaña, en el SXIX era la síntesis de comercio, apertura, cultura y progreso.

Los países que se desarrollan en este tiempo son porque han incorporado este tipo de instituciones. Tal como en el SXIX, esta libertad interior, es nuestra conquista pendiente.


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