Alejandro Ponce: ideas para vencer a la hoja en blanco

Es probable que muchos lo conozcan por su óptica en el centro de Roca, pero es momento de conocerlo por su literatura. Autor de cuatro novelas editadas en la ciudad, nos cuenta sobre sus gustos literarios y sus fórmulas para escribir.

P: En un puñado de palabras, ¿quién es Alejandro Ponce?
R: Una persona muy simple, con una gran sensibilidad, que creo fue el motivo que me llevó a escribir desde chico, por supuesto que antes estuvo el fútbol.

P: ¿Cuál fue el primer libro que leíste?
R: Me crié en una casa con muchísimos libros y creo que me entraron por ósmosis, porque nunca nadie me obligó a leer, prefería antes el fútbol y otras actividades. De todos modos, el primer libro que leí creo que fue «La cabaña del Tío Tom». Después de muchos años vinieron otros, hasta que «Cien años de Soledad» me hizo un clic. De ahí en adelante no paré de leer, el último fue «Almas Grises», de Philippe Claudel; un autor que me gusta mucho y es sumamente recomendable.

P: ¿Qué fue lo primero que escribiste?
R: Lo primero que escribí, y creo que a la mayoría les ocurre lo mismo, fue poesía. La vedad, me daba un poco de vergüenza, las escondía por un tiempo y después las rompía, hasta que me di cuenta de que no tenía por qué hacer eso, claro, fue todo un proceso. Después siguieron los cuentos, hasta que pude sostener una historia en doscientas cincuenta páginas. Mi primera novela se llama «Ciudad Pueblo».

P: ¿Cómo te llevás con los géneros?
R: Esto es muy personal. La poesía es lo más auténtico. Escribir cuentos nunca me entusiasmó demasiado, quizás porque el cuento requiere de mucha precisión, es decir, como diría Borges, para escribir un cuento es necesario tener un comienzo y un final totalmente claro. Poe decía que un cuento debía funcionar como un perfecto mecanismo de relojería y debía leerse en una sola sentada, es decir, sin interrupción. Kafka aseguraba que para que un cuento sea efectivo, cuando el lector terminaba de leer el cuento, tenía que sentir un garrotazo en la nuca. Entonces, para escribir un buen cuento, hay que planificarlo antes. No me ocurre o con la poesía y la novela, es el género más amplio más versátil, porque nos permite expandirnos y tiene múltiples opciones, posibilidades. Yo disfruto mucho escribiendo novelas y poesías.

P: ¿Cómo te decidiste a escribir?
R: Para mí, escribir fue una necesidad que con el tiempo se volvió una pasión. Una vez que la escritura se mete en el cuerpo es muy difícil abandonarla. Después viene lo más difícil que es la publicación. Durante muchísimos años escribí sin publicar, hasta que me animé con una novela que se llama «El Otro Desierto». Siguieron dos novelas más, «Entre dos Luces» y «El hijo del Torno», todas ellas editadas por Fondo Editorial Municipal. Después publiqué por mi cuenta «Agua, Sol y Frío» con la editorial Publifadecs, de la Facultad de Derecho de la UNC.

P: ¿Como conectás con la escritura?
R: Es muy interesante. Yo tengo una óptica y ese es mi trabajo, lo hago desde hace muchos años. Pero ocurre que escribir para mí también es un trabajo, de manera que logré conjugar dos actividades que no tienen nada que ver una con la otra, pero se llevan muy bien, creo que pude escribir por tener una óptica, y pude sostener una óptica durante tantos porque me permitió escribir. Si me hubiese dedicado a la escritura únicamente me hubiese muerto de hambre, y si me hubiese dedicado únicamente a la óptica me hubiese muerto de angustia.

P: ¿Un podio de escritores?
R: Vamos a imaginar una especie de pirámide. Narrativa: Gabriel García Márquez, Julio Cortazar, Kafka y nuestro querido Osvaldo Soriano. Siguen Abelardo Castillo, Poe y Philippe Claudel. En la cúspide, desde luego, Jorge Luis Borges.
En poesía: Cesar Vallejo, Neruda, Alejandra Pizarnik, Emily Dickinson, Raymond Carver, y, por supuesto, el más grande de todos los poetas: Fernando Pessoa.

P: ¿Qué le dirías a quienes quieren escribir y les falta ese salto a la página en blanco?
R: Sólo hay que animarse, pero lo principal es leer, leer mucho. Como diría García Márquez, para escribir se necesita tiempo y un buen diccionario de sinónimos, y estoy totalmente de acuerdo. Con respecto al fantasma de la hoja en blanco, para mí es un mito, sólo hay que escribir la primera frase, lo demás sale fácil. En la escritura no existen excusas de ninguna índole, por lo general, la primera es el tiempo, y en algún aspecto es cierto, pero si uno se organiza todo es posible. Durante años resigné la siesta por este hermoso vicio que es la escritura; en el Café 43, hasta la hora de abrir mi negocio, escribí dos novelas, escribía en un cuaderno y después lo pulía con la máquina de escribir hasta que llegó la computadora. Tengo los mejores recuerdos de aquella época. Los invito a quienes tengan deseo en incursionar en este hermoso hábito que no posterguen lo que les dará muchas satisfacciones. Adelante.


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