Analizan dos huellas dactilares que no serían de Lucas Muñoz

A casi dos años y medio del asesinato del policía en Bariloche hay muchos cabos sueltos y el rompecabezas está incompleto. Los investigadores mantienen la búsqueda de pruebas.

La investigación para tratar de esclarecer el crimen del oficial de la Policía de Río Negro, Lucas Muñoz, sigue todavía en pie. Pero casi dos años y medio después hay muchos cabos sueltos y el rompecabezas está incompleto. Los investigadores continúan en la búsqueda de algún error por parte de los homicidas, que permita resolver el misterio y hallar a los culpables.

El homicidio de Muñoz, que conmovió en agosto de 2016 a la sociedad rionegrina, que hizo tambalear a la cúpula de la Policía provincial y complicó al gobierno rionegrino, sigue impune.

Los investigadores tienen expectativas en el estudio de dos huellas dactilares que levantaron del uniforme de Muñoz. Esperan que de ese análisis surja un dato concreto. “Hay dos huellas que en principio no corresponderían a Lucas”, señaló la abogada por la querella Karina Chueri, que está vinculada a la causa desde el inicio de la investigación.

Dijo que personal de la PSA hizo un nuevo rastrillaje a principios de diciembre pasado, en el lugar donde hallaron el cuerpo sin vida de Muñoz. La abogada explicó que el objetivo era buscar el segundo proyectil que usaron para ejecutarlo a partir de la información que arrojó la reconstrucción virtual del crimen. Pero no pudieron encontrarlo.

Las conclusiones de la reconstrucción virtual se conocieron en noviembre pasado, pero se mantuvieron en reserva. El fiscal Martín Govetto, a cargo de la investigación del caso, y un grupo reducido de colaboradores, pudo acceder a esos datos. Govetto se excusó semanas atrás de hablar de la investigación y pidió elevar las consultas a la Procuración, que controla Jorge Crespo.

Chueri señaló que ese informe consignó que el homicida efectuó primero el tiro en la pantorrilla derecha y apenas Muñoz cae arrodillado por la herida de bala, lo ejecutó de un disparo en la nuca.

“El que disparó los dos tiros es el mismo y usó el arma de Lucas”, reveló la reconstrucción, explicó la abogada. La hipótesis es que por lo menos intervinieron tres personas en el homicidio.

La ejecución ocurrió, según determinaron forenses de la Corte Suprema, entre las 12 del 7 de agosto y las 12 del 8 de agosto de 2016. El cuerpo fue hallado dos días después.

El homicidio se hizo en un descampado escarpado y elevado, de difícil acceso. El lugar está ubicado a más de 300 metros de la ruta de Circunvalación, en las afueras de Bariloche. ¿Cómo trasladaron a Muñoz hasta ese punto? Su ropa no estaba sucia. Tampoco había indicios en el cuerpo de que hubiese luchado con sus ejecutores al tratar de huir.

Chueri recordó que no tenía marcas de ataduras en las manos ni escoriaciones o lesiones por haber sido arrastrado. Por eso, los investigadores sospechan que Muñoz estuvo voluntariamente oculto los primeros días que desapareció. ¿Con qué objetivo?

Allí, la única hipótesis que sigue en el centro del tablero es la interna feroz que había en la Policía de Río Negro tras la asunción del abogado Mario Altuna al frente de la tropa. Una designación que sorprendió y dejó a algunos jefes policiales, que se probaban el traje de jefe, descontentos. Altuna intentó implementar cambios y avanzó con auditorías en las Regionales de Bariloche y Viedma. Nunca trascendieron las conclusiones de esas investigaciones internas. Murió a principios de agosto pasado por una enfermedad.

Muñoz salió minutos después de las 13 del 14 de julio de 2016 de su domicilio, ubicado en Moreno y Elflein para ir a trabajar a la comisaría 42. Se despidió de su novia Daniela Rodio, que declaró que estaba angustiado. “Lucas me decía que la droga corre mucho en Bariloche y que la Policía está podrida”, declaró a “Río Negro” la joven cuando Muñoz estaba desaparecido.

Comentó que el policía le había pedido que se vaya de Bariloche y que en tres o cuatro días pasaba a buscarla por su casa, en Villa Regina. Pero los investigadores descartaron vinculaciones de Muñoz con el tráfico de drogas u otra actividad ilegal. Chueri recordó que Lucas vivía con lo justo. Dijo que tampoco investigaba el crimen de Micaela Bravo, que fue asesinada en marzo de 2016 y que vivía en el barrio 2 de Abril, donde funciona la comisaría 42.

Una de las piezas que falta es la mochila que Muñoz portaba cuando salió de su casa el 14 de julio de 2016 y que quedó grabada en una de las cámaras de seguridad ubicadas en el centro de Bariloche. Los investigadores sospechan que llevaba ropa. Pero nunca la encontraron.

Chueri comentó que en una nueva inspección de la Fiat Qubo secuestrada en agosto de 2016, en el barrio El Frutillar, hallaron pelos que están siendo analizados para determinar de quién son.

“En estos dos años, la Procuración incorporó un montón de equipos de última generación para esos estudios”, destacó. Eso permitió detectar rastros que no habían sido levantados.

Además, enviaron muestras a un laboratorio de genética forense, que depende del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba. Los investigadores no pudieron aún tener acceso al contenido de miles de llamadas de policías que trabajan en Bariloche cuando Muñoz cumplía funciones en la comisaría 42. Es un trabajo de hormigas porque hay que analizar una por una las comunicaciones.

Siguen convencidos de que los responsables del crimen mantuvieron oculto a Muñoz en Bariloche. Creen que nunca lo sacaron de la ciudad. Es más, creen que estuvo virtualmente secuestrado en un lugar de la amplia zona de la Pampa de Huenuleo, donde hay numerosos barrios y viven miles de personas.

“Hubo una negociación con alguien antes de que lo mataran. Para eso lo tienen 25 días vivo porque estaban negociando algo. Estamos trabajando con eso”, sostuvo Govetto en una entrevista con Río Negro cuando se cumplió un año del crimen.

El fiscal dijo entonces que había un pacto de silencio. “Estoy convencido, no lo puedo probar, que hay integrantes de la Policía de Río Negro que tiene conocimiento de lo que pasó con Lucas”, afirmó.

El pacto sigue firme. En casi dos años y medio ningún policía aportó un dato clave que ayude. Ni siquiera el ofrecimiento de una recompensa de 1 millón de pesos logró romper el muro de silencio.

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Analizan dos huellas dactilares que no corresponderían a Muñoz

El asesinato de Lucas Muñoz hizo tambalear la cúpula de la Policía provincial.
Archivo

Lucas Muñoz era oriundo de Ramos Mexía.

Una de las piezas que falta es la mochila que Muñoz llevaba cuando salió de su casa el 14 de julio de 2016 y quedó grabada en una de las cámaras de seguridad del centro.

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“No es la Policía quien lleva adelante la investigación”

“La causa Muñoz como cualquier otra causa que no tenga un esclarecimiento siempre es prioridad. La diferencia es que no es la Policía de Río Negro quien está llevando adelante la investigación. Eso limita un poco el poder de conocimiento, de avance”, sostuvo el ministro de Seguridad y Justicia Gastón Pérez Estevan.

“Nosotros vamos a sostener lo que venimos diciendo y es que Río Negro tiene toda la predisposición y pone todos los recursos que necesite el Ministerio Público Fiscal, para poder trabajar en la investigación”, afirmó.

“La prioridad nuestra va estar siempre que se llegue a un esclarecimiento y que la familia de Lucas pueda saber realmente qué es lo que pasó con su hijo”, sostuvo.

Datos

Una de las piezas que falta es la mochila que Muñoz llevaba cuando salió de su casa el 14 de julio de 2016 y quedó grabada en una de las cámaras de seguridad del centro.

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