Apego a la norma
Aporte municipal a la seguridad
LEANDRO LÓPEZ (*)
El incremento del delito y la inseguridad en la Argentina tiene origen en diferentes causas, pero sin dudas una de ellas es la falta total de respeto a la norma de la mayoría de nuestros compatriotas. Existe en nuestro país la sensación de que violar la ley no trae aparejadas sanciones y que hay muy pocas probabilidades de que el Estado sea eficiente a la hora de castigar una infracción o un delito. Las estadísticas muestran que un bajísimo nivel de delitos es esclarecido, y ni que hablar de faltas municipales que quedan impunes. Las políticas públicas de las últimas décadas han generado la sensación de que da lo mismo cumplir las normas, porque quienes las incumplen no reciben castigo. Desde una edad muy temprana aprendemos que estacionar en doble fila o tirar papeles en la calle no es castigado, que portarse bien o estudiar en la escuela da lo mismo que no hacerlo y que las máximas autoridades políticas transgreden las normas a su antojo sin ninguna consecuencia. En resumen, nos criamos en la cultura de la impunidad. Todas estas inconductas se han ido acentuando en los últimos años, generando una cultura del facilismo y desprecio hacia el prójimo y hacia lo ajeno. Vivimos a diario situaciones de violencia verbal o física por parte de vecinos que desprecian cualquier norma de convivencia y a la autoridad. Es normal ver a infractores increpando a inspectores o policías por exigirles cumplir la ley, cómo padres agreden a docentes que se atreven a llamarles la atención a sus hijos y gente que se siente con derecho a cortar una ruta o saquear un supermercado para apropiarse por la fuerza de lo que cree que le pertenece. Es hora de que empecemos a revertir esta cultura de la anomia. El respeto a la norma nos iguala a todos, al rico con el pobre, al nacional con el extranjero, al culto con el analfabeto: ante la ley todos somos iguales y todos nos sentimos protegidos. Igualdad ante la ley se traduce en igualdad de derechos de todos por parte de la Justicia, que se ilustra con los ojos vendados precisamente para destacar la referida igualdad sin que se espíen las condiciones de cada cual. No hay nada más progresista que hacer cumplir la ley. La seguridad es el derecho humano más importante. Desde el ámbito municipal debemos trabajar para generar una cultura de respeto a la norma, creando en el ciudadano la sensación de que existen altas chances de que su infracción será castigada. Ensuciar la vía pública, ocupar el espacio público, estacionar en doble fila, generar ruidos molestos, cruzar un semáforo en rojo, conducir alcoholizado, construir sin permiso… cualquier mínima violación a los códigos de convivencia debe ser castigada para recuperar la cultura del respeto hacia el otro. El concepto de “tolerancia cero”, implementado con gran éxito en Nueva York por el alcalde Rudy Giuliani, se basa en las siguientes premisas: si el responsable de una infracción no es condenado inmediatamente, se le incita a reincidir. Y si los responsables de infracciones no son condenados cada vez con toda la severidad a la que nos autoriza la ley, de forma progresiva pasarán de los pequeños delitos al crimen. La ciudad de Neuquén ha avanzado bastante en el último año en los controles de las faltas municipales, pero sin duda queda mucho por mejorar. Necesitamos juzgados de Faltas más ágiles, mayor cantidad de inspectores, procedimientos más expeditivos y la incorporación de tecnología en el control de faltas municipales. Pero tenemos lo más importante: la voluntad política de hacerlo. En su primer año de mandato, la actual gestión municipal logró terminar con el lavado ilegal de vehículos en la vía pública, incrementó los controles de alcoholemia y velocidad a conductores, aplicó sanciones a quienes cortaron calles o quemaron cubiertas en la vía pública, incorporó medidores de ruidos y velocidad, puso en marcha líneas de teléfono para denuncias y aumentó considerablemente la presencia de inspectores en la calle. Debemos seguir en ese rumbo, haciendo notar al ciudadano la presencia constante y efectiva del Estado municipal en las calles de la ciudad. El municipio es la primera línea de contacto del ciudadano con el Estado, y por esa razón debe cumplir un rol “docente”. Se debe reeducar a los argentinos en el respeto a la norma y erradicar la sensación de impunidad que existe en nuestra comunidad, debiendo quienes ocupamos cargos públicos ser los primeros en dar ejemplo de apego a la ley. Sin duda ése será el gran aporte que desde el ámbito municipal podremos hacer para combatir la inseguridad y el delito, quedando luego para los Estados provincial y nacional la parte que les corresponda. (*) Concejal de la ciudad de Neuquén. Presidente del bloque NCN
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