El placer de viajar a través de la música

Marcos Radicella acaba de editar “Viaje adonde estoy”, su tercer disco, casi instrumental. Son 17 parajes que visita con su estepario tren a ninguna parte.

Existen muchas maneras diferentes de viajar. Algunas requieren poner el cuerpo en movimiento y otras no. Claro que, a esta altura, en un mundo hiperconectado y plagado de tecnologías de la comunicación como el actual, esta afirmación no debiera causarnos ningún escozor. Sin embargo, en este caso, la invitación al viaje viene más bien por el lado de poner en movimiento el alma, dejándonos llevar.

En efecto, existen muchas maneras diferentes de viajar, atravesando geografías (físicas o espirituales). Una de ellas, quizá la más sutil y duradera, sea a través del arte.

En su majestuoso poema “Arte poética”, Borges nos invita a convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo. ¿Y qué, sino eso mismo, persigue acaso –no sin la frágil complicidad del espectador– el buen arte cinematográfico? Algo parecido sucede con la música, cuando es capaz de pintar en nosotros paisajes diversos, con pinceladas de alegría, tristeza o nostalgia, entre otras emociones.

Hay una frase –atribuida a Astor Piazzolla– que dice que la música es el arte más directo, ya que entra por el oído y va directo al corazón. Y es que la música nos conecta con lo más profundo de nuestra esencia, incluso contra la propia voluntad. En este sentido, como sugiere en su fantástico ensayo el psicólogo Alejandro Sacchetti, podríamos pensar que no es casualidad que no haya párpado en el oído. Evidentemente, Dios o la biología (que para el caso es lo mismo) quisieron que no podamos privarnos de esa conexión magistral. De esa posibilidad de viajar. En palabras de Sacchetti: “La música porta una verdad, en relación con lo real como misterio del cuerpo que no habla, canta”.

Pero, curiosamente, la obra que inspira estas líneas y que reseñaremos a continuación muy brevemente, no tiene voz cantada, más que en la penúltima pieza. E incluso, aquella voz femenina, ¡divina voz! que prestó Sonia Esquivel no pronuncia una sola palabra.

De esta manera, en cada uno de los diecisiete parajes que visita con su estepario tren a ninguna parte, mi querido amigo y compañero de ruta, el músico (musicazo) barilochense Marcos Radicella nos entrega una experiencia sonora completa, enigmática y delicada.

Con el misterio caprichoso que yace en la mirada indescifrable de los felinos. Con aquel azar cadencioso del acertijo, que agazapado al interior de la trama, aguarda el final, sin desesperar. Con la hábil gracia en el estertor que desliza por el rostro del actor, a medida que anuncia con sus gestos bajo el tenue reflejo de la luz despareja, el llanto que sobrevendrá…

Con todo eso, un leit motiv tan riguroso como pendulante, un ensamble de cuerdas bien trabajado, algún viento discreto que llama oportunamente a la puerta, un piano, algunos sintetizadores y un compositor genial, está todo listo para que los pasajeros ajusten sus cinturones, se relajen y se entreguen, sin más, al viaje.

Pero cuidado, ésta es, sin duda, la banda sonora de una película que sí existe. Esa película es el viaje de la curiosa obra que (siempre provisoriamente) llamamos “vida”. Y sus claroscuros.

Con la paleta cargada de tonalidades, estas composiciones exploran en la fibra de todas las humanas sensaciones. Y está todo ahí, como en una danza, sin pronunciar una sola palabra.

Gracias entonces a Marcos, Germán Lema, Gabriel Pirato Mazza y equipo por la cortés invitación.

Allá vamos. ¡Todos a bordo!

Radicella vive desde 1999 en Bariloche. Editó tres discos: “Elogio del fracaso” (2003), “Madrugada hoy no vengas” (2007) y “Viaje adonde estoy” (2018).

Los músicos

que lo acompañaron

Los músicos son Pedro Zanca Puskov (violín), Arturo Bascary (viola), Adrián Bascary (cello), Theo Radicella (piano), Aldo López (oboe), Gabriel Pirato Mazza (batería). Sonia Esquivel puso su increíble voz.

Datos

Radicella vive desde 1999 en Bariloche. Editó tres discos: “Elogio del fracaso” (2003), “Madrugada hoy no vengas” (2007) y “Viaje adonde estoy” (2018).

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