Boca ofreció su corazón y eso le alcanzó para eliminar a River de la Copa Argentina

Por presente, llegó de punto al Superclásico pero a pesar de la falta de gol, jugó con intensidad y tras el 0-0 en los 90’, eliminó al equipo de Marcelo Gallardo en los penales.

Fue un desahogo en medio de tantas penurias. La injusta eliminación de la Libertadores, los profundos cambios en el plantel que le quitaron (por ahora) competitividad, la falta de gol, la rebeldía de Villa… Boca venía con un derrotero de sinsabores difícil de sobrellevar y es por eso que esta victoria por penales 4-1 (0-0 en los 90’) ante River, le permitió abrir el pecho y mostrar su corazón. A lo Boca.

En la previa el contraste entre el Xeneize y el Millo era notoria. La falta de un sistema de juego consolidado, con evidente signos de inmadurez y una carencia de figuras de jerarquía ponían de antemano a River como favorito, en un Superclásico que los encontró demasiado pronto en los octavos de final de la Copa Argentina.

Este River reinventado por su mentor Marcelo Gallardo, reemplaza piezas en el camino y en el inevitable proceso de la rotación, el que entra encaja perfecto en el puesto liberado por el que sale. No hay margen para la improvisación, y quizás eso sea la consecuencia inequívoca de un ciclo que ya lleva 7 años.

No hay estratos que valgan para validar un Boca – River. El duelo siempre será un caso aparte, indivisible, el yin y el yang de una rivalidad futbolera que excede casi siempre lo que esté en juego.
En la escena azarosa de las apuestas, todos los boletos estaban del lado de River pero como en el fútbol la verdad está siempre en la cancha, Boca salió decidido a romper los pronósticos.

La intensidad que impuso el Xeneize en los 30’ iniciales, fue la primera parte del plan de Russo en el Superclásico. River se sorprendió de la actitud agresiva de Boca en el comienzo y no podía hacerse de su principal aliado: el balón. El que sí se hizo de la pelota fue Juan Ramírez, que con su dinámica y capacidad de romper líneas cargó de tres amarillas al rival (Montiel, Martínez y Enzo Pérez) en la primera mitad.

Boca armó su estrategia de atrás hacia adelante, con una solvente línea de tres zagueros y la proyección permanente de Luis Advíncula, el lateral peruano que debutó con la azul y oro nada menos que en un superclásico. En el medio Ramírez fue la lanza, pero a Boca le falta poder de fuego más allá de los intentos de Pavón y los esfuerzos de Briasco por estar en el lugar indicado cada vez que la pelota llegaba al área millonaria.

Antes de que comience el clásico, llegó la habilitación de Luis Advíncula y el peruano pudo debutar en Boca.

Toda esa carencia ofensiva del Xeneize en la etapa inicial, fue simplificada por River a los 31’ cuando Julián Álvarez desparramó a Izquierdoz, tiró el centro rasante pero Brian Romero no pudo resolver, solo bajo el arco, el manotazo providencial de Agustín Rossi. La pelota se le enredó entre los pies al ‘9’ y en la segunda jugada Zuculini la tiró por encima del travesaño.

Con solo un ejemplo que pudo terminar en gol, River le avisaba a Boca que una merma en su intensidad podría resultarle fatal. El equipo de Gallardo, en un abrir y cerrar de ojos demostró que es capaz de poner cuatro o cinco jugadores en el área rival y multiplicar así las opciones de gol.

Esta postura la certificó River apenas comenzado el complemento con otro disparo de frente de Zuculini luego de un preciso centro atrás de Paradela, que en primera instancia no pudo conectar Romero.

A Boca siempre le quedó lejos el arco de Armani, River llegó menos que de costumbre pero fue el más ambicioso de los dos. Los de Gallardo cuentan con más variantes que un equipo en construcción como este Boca sin gol, pero esta vez a River le faltó lucidez para ganarlo en el tiempo reglamentario, no por dominio sino por posibilidades.

Boca le faltan las formas y por presente tenía más para perder que su rival. Quizá por eso en los penales, a diferencia de lo que pasó en Belo Horizo nte contra el Mineiro, esta vez hubo seguridad en los disparos (Rojo, Ramírez, Pavón e Izquierdoz) y Agustín Rossi dio el paso inicial al atajarle el primer disparo a Julián Álvarez.

Boca sigue sin marcar goles pero esta clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina es una liberación, una ruptura emocional, y quizás también sea un punto de inflexión para que Miguel Ángel Russo pueda moldear el equipo que tiene en mente.


En los cuartos de final, ahora Boca enfrentará a Patronato. Si pasa, se las verá con el ganador de San Telmo y Argentinos o Gimnasia La Plata.



Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios