Cabo Cóseres: “La volví a mirar, cargué el arma y se terminó todo”

Así lo confesó el policía que mató a su ex en Viedma. En el juicio habló de la tormentosa relación que tenían.

El policía que mató a su mujer

VIEDMA (AV).- “Yo la maté”. Esa fue la primera respuesta del cabo Cristian Cóseres ante la Policía luego de disparar más de cinco veces contra su esposa Yanina De Yuliis, también empleada policial. Luego estiró sus largos brazos para atrás para que le colocaran las esposas. En un rincón del ingreso a la escuela primaria Paulo VI, donde hacía minutos los dos hijos mayores del matrimonio habían ingresado a clases, quedó Cóseres vestido con su uniforme y bajo la custodia de la suboficial Natalia Lescano, quien ayer lo recordó tranquilo y verborrágico. “Teníamos problemas. Lástima por los nenes que quedarán sin mamá y papá”, fue otra de las manifestaciones de Cóseres que recordó ayer en el juicio la testigo. Lescano y Jorte Tacacho patrullaban la zona en moto y fueron los primeros en llegar a la escuela tras el aviso del 911. Ante los jueces ambos coincidieron en relatar que apenas ingresaron se encontraron con una mujer policía tirada boca abajo con sangre a la altura de los hombros y “unos tajitos” en la camisa del lado de la espalda. A su alrededor, en el piso, anteojos de sol, un celular, varias vainas servidas y el arma reglamentaria enfundada en su cintura. Allí le tomaron el pulso y corroboraron su muerte. Y a poco más de un metro del cuerpo vieron una 9 milímetros en el piso y algo más alejados a dos hombres. Uno de ellos uniformado, quien de inmediato confesó. Ayer ante los jueces Juan Bernardi, Carlos Reussi y Marcelo Chironi, el imputado volvió a hablar. Dijo que esa mañana del 25 de marzo de 2013 llegó a Viedma temprano en moto desde Catriel “para que arregláramos el divorcio porque me había adelantado por teléfono que había hablado con la persona que estaba y decidido quedarse con él”. Dijo que la esperó en la escuela previo mensaje de texto y cuando llegó con los nenes subió al auto, los chiquitos bajaron a la escuela y ellos discutieron. “Ella se bajó y yo la seguí para que habláramos, la tomé del brazo y me gritó: ‘cornudo, hijo de puta, voy a llamar a mi novio para que te cague a palos’. Cuando me di vuelta para irme escuché que abrió la pistolera, la volví a mirar, cargué y no me acuerdo nada más. Se terminó todo”. Antes había descripto la convivencia de ambos como “muy dura”, inestable, con celos, infidelidades recíprocas y en el medio tres hijos en común de 11, 7 y 3 años. Habló de denuncias por violencia de parte de ambos, lo que generó que les retiraran el arma reglamentaria cuando prestaban servicio en Cipolletti. Afirmó que eso fue resultado de una reacción de su esposa ante una infidelidad. Dijo que lo atacó con una cuchilla, quiso autolesionarse con el arma y le apuntó luego a él y a sus hijos. Aseguró que con el bebé en brazos logró controlar la situación. Ella fue trasladada a Viedma y él a Catriel pero igual mantuvieron comunicación y encuentros hasta pocos días antes del desenlace fatal. Escenas de dolor se vivieron ayer en el juicio de parte de los familiares de la víctima. Una de las hermanas interrumpió la declaración de Cóseres, lo insultó en voz alta y se retiró de la sala.

VIEDMA (AV).- “Yo la maté”. Esa fue la primera respuesta del cabo Cristian Cóseres ante la Policía luego de disparar más de cinco veces contra su esposa Yanina De Yuliis, también empleada policial. Luego estiró sus largos brazos para atrás para que le colocaran las esposas. En un rincón del ingreso a la escuela primaria Paulo VI, donde hacía minutos los dos hijos mayores del matrimonio habían ingresado a clases, quedó Cóseres vestido con su uniforme y bajo la custodia de la suboficial Natalia Lescano, quien ayer lo recordó tranquilo y verborrágico. “Teníamos problemas. Lástima por los nenes que quedarán sin mamá y papá”, fue otra de las manifestaciones de Cóseres que recordó ayer en el juicio la testigo. Lescano y Jorte Tacacho patrullaban la zona en moto y fueron los primeros en llegar a la escuela tras el aviso del 911. Ante los jueces ambos coincidieron en relatar que apenas ingresaron se encontraron con una mujer policía tirada boca abajo con sangre a la altura de los hombros y “unos tajitos” en la camisa del lado de la espalda. A su alrededor, en el piso, anteojos de sol, un celular, varias vainas servidas y el arma reglamentaria enfundada en su cintura. Allí le tomaron el pulso y corroboraron su muerte. Y a poco más de un metro del cuerpo vieron una 9 milímetros en el piso y algo más alejados a dos hombres. Uno de ellos uniformado, quien de inmediato confesó. Ayer ante los jueces Juan Bernardi, Carlos Reussi y Marcelo Chironi, el imputado volvió a hablar. Dijo que esa mañana del 25 de marzo de 2013 llegó a Viedma temprano en moto desde Catriel “para que arregláramos el divorcio porque me había adelantado por teléfono que había hablado con la persona que estaba y decidido quedarse con él”. Dijo que la esperó en la escuela previo mensaje de texto y cuando llegó con los nenes subió al auto, los chiquitos bajaron a la escuela y ellos discutieron. “Ella se bajó y yo la seguí para que habláramos, la tomé del brazo y me gritó: ‘cornudo, hijo de puta, voy a llamar a mi novio para que te cague a palos’. Cuando me di vuelta para irme escuché que abrió la pistolera, la volví a mirar, cargué y no me acuerdo nada más. Se terminó todo”. Antes había descripto la convivencia de ambos como “muy dura”, inestable, con celos, infidelidades recíprocas y en el medio tres hijos en común de 11, 7 y 3 años. Habló de denuncias por violencia de parte de ambos, lo que generó que les retiraran el arma reglamentaria cuando prestaban servicio en Cipolletti. Afirmó que eso fue resultado de una reacción de su esposa ante una infidelidad. Dijo que lo atacó con una cuchilla, quiso autolesionarse con el arma y le apuntó luego a él y a sus hijos. Aseguró que con el bebé en brazos logró controlar la situación. Ella fue trasladada a Viedma y él a Catriel pero igual mantuvieron comunicación y encuentros hasta pocos días antes del desenlace fatal. Escenas de dolor se vivieron ayer en el juicio de parte de los familiares de la víctima. Una de las hermanas interrumpió la declaración de Cóseres, lo insultó en voz alta y se retiró de la sala.

Marcelo Ochoa


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