“¿Cambiar todo para que nada cambie?”
No juzgo (siguiendo el consejo de “Francisco”, nuestro papa) la elección de la representación legislativa reciente. Nuestra conciencia primero, los principios después y los resultados esperados (más tarde) son y serán los que deberemos atender en soledad y el tiempo nos reafirmará aciertos o errores. Como estos últimos en general no los asumimos, le echaremos la culpa al otro que, como bien lo expresaba “Tato Bores” siempre sucede, o si no siendo más piadosos con nosotros mismos reflexionaremos con aquello de: “herrar ez umano y perdonar es dibino”, asegurándonos el camino al paraíso confiados en el perdón del supremo. Recuerdo (hace tiempo), cuando participaba no sólo activa, sino orgullosamente en el “PJ” (que algunos memoriosos recuerdan fue una herramienta electoral denominado “Partido Justicialista”) cuya boleta exhibía para las elecciones el Nº 2, y en la de UCR era la Nº 3, donde uno y otro por entonces mantenían esa denominación como herramienta política de “doctrina y principios”, en una elección. Los de la lista Nº3 nos derrotaron democrática y memorablemente, entonces procuré consolar a un prestigioso “compañero” con una reflexión de un humorista de los de antaño llamado Aldo Camarota, que dijo: “Existen hombres que hacen que los hechos se sucedan, existen hombres que están en conocimiento de los hechos que suceden y existen hombres que no tienen la menor idea de lo que sucede. En última instancia éstos son los que deciden el resultado de una elección”. Repaso nuestra historia desde 1810 en el “pueblo quiso saber de qué se trata” y San Martín nos liberó del yugo monárquico que como antecedente se destacó y motivó la Revolución Francesa cuando Luis XIV expresó: “L’etad c’est moi” (El estado soy yo). Los que violaron la Constitución reiteradamente lo hicieron solicitando la indulgencia de mis compatriotas. Perdonen pero creo que algunos/as elegidos/as democráticamente para conducirnos se lo creen, al extremo de denostar legisladores y juristas. Debo concluir activando mi memoria y recuerdo cuando antaño los sucesivos gobiernos de facto nos excluían de la “responsabilidad de votar” mientras su ministro “vitalicio ultraliberal” nos aconsejaba: “hay que pasar el invierno”. Este señor (Ing. militar y devenido economista, padre de la recordada María Julia) se llamaba Álvaro Alsogaray, al que apodábamos “Chichón” ya que, invariablemente, “aparecía después de cada golpe de Estado”. Hoy, a treinta años de la recuperación de la democracia, considero que llegamos a disponer de la suficiente “responsabilidad para votar”, y esta obligación debe ser aplicada con sensatez al emitir el sufragio, reflexionando sobre lo que advirtiera Arturo Jauretche, que me ilustró para titular la nota al decir: “No es cuestión de cambiar de collar, sino dejar de ser perro”. Actualmente, pareciera que nos estamos acostumbrando a ¡perder calidad de los dirigentes! y optamos por elegir “el menos peor”, en lugar del “más mejor”, que espero deben resurgir y, fundamentalmente, un/una estadista que piense en las próximas generaciones y no en la próxima elección y/o re-reelección. Alguien dijo: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. ¿Podemos mejorar, no les parece? Heraldo Ruddy González DNI 5.471.578 Trelew
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios