Camino al cincuentenario

Alejandro Hermann le compró el fondo de comercio a Tomás a fines del 2011 y modernizó íntegramente el local. La atención está a cargo de Pablo Sánchez, quien tiene el turno matinal y Sissy Vorgic, por la tarde. Ale, además de ser cocinero estudió a sus clientes con atención. Afirma que muchos de ellos, si bien se ven casi todos los días, no pasan del amigo del café. “Representan al habitante de Bariloche que tiene historias, no muchas, pero las comparte con quien lo quiere escuchar”, afirmó. Los lunes son el día de fútbol, con las cargadas hacia los que perdieron el fin de semana. También se debaten las propuestas políticas, ocasionalmente con fervor y desafío. Allí, las personalidades y los egos llegan cerca del abismo. Alguno roza el pecado capital de querer tener razón a toda costa, imponer sus ideas, argumentar que el pasado siempre fue mejor. Momentos en que se podría estampar sobre los pizarrones lo afirmado por Sartre: “el infierno es el otro”. “¿Qué hay hoy?”, preguntan los habitués que al mediodía concurren a buscar su almuerzo. A esa hora el público es más joven, entre 25 y 40 años, y en alguna medida contrasta con el matinal, donde la mayoría de los hombres tiene más de 50. Compromisos familiares obligan a Alejandro a viajar periódicamente a Buenos Aires, y al igual que sucedía en el antaño con Gino, su presencia se extraña en el lugar… Para Pablo, Gino es “historia, tradición, emociones, novedades, encuentros. La mezcla de sensaciones hace que el espacio se llene de ganas de estar ahí, en ese momento; de ganas de ser parte, de sentirse en casa y compartir momentos y temas agradables. Cada ser que visita Gino viene con un montón de cosas lindas que nos deja en el aire que se respira todos los días. Así, Gino es aquel espacio raro, seductor, curioso, al que los que viven el presente quieren conocer… y desean volver”. Sissy lo define como “un lugarcito escondido en la calle Mitre, en general tranquilo, lleno de personajes, cada uno con sus historias, mañas y gustos. Cuando los vemos venir ya sabemos qué prepararles, nunca cambian la rutina. Algunos hasta tienen su lugar preferencial. Graciela toma su cafecito en la barra, lo mismo que Horacio. Está el grupo apodado “los dinosaurios” que vienen desde la inauguración del café, y comparten mesa. También tenemos clientes que piden por teléfono, todos los días, casi siempre lo mismo”. Elena Roca trabajó varias veces, cubriendo las suplencias de Pablo o Sissy. También siente que el lugar “tiene una onda particular, positiva, fuerte”. “La gente me devolvió exactamente eso, el bienestar de sentirse especial”, afirmó. “Si nos comportáramos como respiramos, tomando y soltando, comprenderíamos mejor el ‘ida y vuelta’. Y yo creo que Gino es eso, me dio y me enseño a dar”, evaluó.


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