Campaña sucia, campaña incómoda


Para Omar Gutiérrez la intendencia es una especie de proyecto fundacional político propio para cuando termine su segunda gobernación. La dispersión y fragmentación que genera la salida de Horacio Quiroga pone a Cambiemos con una única salida para no disolverse: ganar.


El próximo domingo Neuquén tendrá un nuevo intendente. Atrás quedará una de las campañas más irregulares y burdas que se recuerden en los últimos años. Nadie puede negar los audaces esfuerzos que tuvo para empobrecer la calidad democrática. Desde la multiplicación de colectoras hasta atributos de la función pública poco claros, denuncias cruzadas, patotas nocturnas, alianzas repentinas y candidatos que solo parecen ser funcionales a sus adversarios. Todo eso fue batido en un cóctel adornado prolijamente por sumas siderales de propaganda política.

Seguramente el tiempo borre todos los fuera de pista de la memoria del electorado. Pero a juzgar por el estado de ánimo de los comités de campaña, tanto del MPN como del oficialismo de Juntos por el Cambio, el resultado dejará huellas internas imborrables.

Para el gobernador Omar Gutiérrez es la piedra fundacional de un proyecto político propio dentro del MPN y en el que basará su continuidad una vez cumplido su segundo mandato. Para el espacio de Cambiemos retener la intendencia es la única alternativa de sobrevivir políticamente tras la fragmentación y dispersión que genera la salida de escena de Horacio Quiroga.

Una muestra de la virulencia fue el acto aniversario de la ciudad. El intendente Quiroga insistió en llevar los discursos festivos a la inauguración de una obra. La ampliación del Paseo Costero, un millonario proyecto, que debió ser maquillado porque está construido por encima de la línea de ribera y por lo tanto está inundado y lo estará siempre que haya caudales medios a altos.

Más allá de lo ridículo de algunas situaciones cotidianas, el electorado neuquino está encerrado entre dos ofertas mayoritarias que solo buscan aspirar votos sin el menor intento por argumentar sus proyectos.

Pero Quiroga fue más allá de su conocida tozudez -para la que algunos prefieren otro sinónimo- y no solo convirtió el aniversario en un acto de campaña, sino que además hizo hablar, de prepo, a su candidato, el secretario de Coordinación, Marcelo Bermúdez, algo que desencajó a Gutiérrez. Además, por esos misterios de la aviación, la aeronave que difunde por toda la ciudad el mensaje de campaña del oficialismo surcó los cielos del Paseo de la Costa con los parlantes a pura potencia: “Votá al pelado”.

Gutiérrez, que está tomando la campaña de manera personal, no escondió su descontento y también debió poner buena cara a una protesta que llegó hasta el acto, algo que le sucedió solo dos veces: la primera en el norte neuquino en medio de la interna con Rolando Figueroa y, la segunda, en el aniversario de Neuquén.

Las acusaciones desde el oficialismo provincial no tardaron en llegar. Uno de ellos fue el hermano del gobernador, Pablo Gutiérrez Colantuono, titular del Copade, que se quejó de una “apropiación electoral”. Desde la vereda opuesta le recordaron, solo por caso, los dos megarrecitales que auspició Provincia en las semanas previas a la elección municipal y que tienen como protagonista al candidato emepenista Mariano Gaido.

Tanto en el oficialismo municipal como en el MPN hay nerviosismo. Tienen tanto en juego que parecen dispuestos a casi todo, incluso a las escenas tragicómicas.

Esta semana desde el partido provincial expusieron a uno de sus candidatos a concejal, por colectoras, con mejor imagen, Francisco Baggio, para responder un video del exgobernador Jorge Sobisch, que utilizó su picardía para sembrar sospechas sobre el lugar de residencia de Gaido.

Sin embargo, la respuesta no fue al imprentero sino que terminó en Bermúdez. A su vez, el quiroguismo se defendió de la acusación con dos trabajadoras municipales que “salvaron” la imagen del candidato.

Más allá de lo ridículo de algunas situaciones cotidianas, el electorado neuquino está encerrado entre dos ofertas mayoritarias que solo buscan aspirar votos sin el menor intento por argumentar sus proyectos. Clientelismo y chicanas de baja estofa son parte de una fantasía que solo vive en los aparatos políticos. Pero cuánto más se ensucia el proceso electoral, más incómodos se ponen los protagonistas y más se fastidian los votantes.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios