“Carta a mis ladrones”

He recibido la visita de amigos de lo ajeno en casa. Ingresaron a mi vehículo y me robaron, entre otras cosas, herramientas técnicas que tienen valor para mí porque me ayudan a generar mi sustento diario. Mi señora es maestra de colegios del alto desde hace 30 años y tal vez, sólo tal vez, algunos de quienes me robaron o sus hermanos hayan pasado por algún jardín de infantes donde la señorita Lis actuó como maestra. Somos una familia trabajadora y hemos tenido el beneficio de contar con padres que nos dieron educación y un ejemplo de conducta y honestidad cuyo resultado es y seguirá siendo generar, a través de métodos lícitos, el ingreso que nos permita vivir a nosotros y nuestros hijos. Seguramente la historia de mis ladrones fue muy diferente y con eso no justifico sus actos, digo que el principio de acción y reacción es algo que debería aplicarse en estos casos: si uno es maltratado socialmente seguramente su destino también será maltratar a otros. Ante una acción determinada se desencadena una reacción. Ahora bien, ésta es una carta a mis ladrones, a sus amigos o familias. Ustedes robaron herramientas que seguramente ni siquiera saben para qué sirven, ya que son específicas para calefacción, gas, electromecánica o electrónica. Gracias a ellas yo pude dar de comer y el estudio a mis hijos, me compré mi camioneta y me pude ir alguna vez de vacaciones. Mis herramientas nunca hicieron que me persiga ni la justicia ni la policía. Mis herramientas, lejos de hacer daño, me ayudan a solucionar problemas que tienen los demás, entonces me pagan por ello. Las herramientas que ustedes tienen a la mano hacen que se los persiga, se los tenga por mala gente, se los encarcele o, finalmente, se los mate. Ésos son los resultados del uso de sus herramientas de trabajo. Yo tengo que dormir algunas horas y estar descansado para usar mis herramientas, mientras que ustedes seguramente tienen que tomarse algunos tragos o drogarse para poder salir a usar “sus herramientas”. Como verán, ustedes y yo tenemos “trabajo”: seguramente para ustedes salir a robar es su “trabajo” y para mí reparar una caldera, hacer una instalación de agua o un tablero de comando es mi “trabajo”. Yo puedo morir en mi trabajo por caerme de un techo o por quedarme electrocutado, pero como no quiero que eso ocurra tomo todas las precauciones posibles, o sea que soy yo el que puede evitar que mi muerte ocurra por un accidente de trabajo. Ustedes no. Ustedes no pueden evitar morir por su trabajo, porque eso está en manos de terceros, ya sea de un vecino armado o un agente de policías, son otros los que deciden si ustedes viven o no. Yo tengo una propuesta que hacerles: si alguno de ustedes decide devolver mis herramientas yo me comprometo a enseñarles mi oficio y llevarlos conmigo para hacerles ganar unos pesos, y después que sean ustedes los que decidan si quieren seguir con “su trabajo”, o con esta “nueva oportunidad de vida que tal vez nunca han tenido”. Algo que les puedo asegurar es que en mi trabajo se duerme más tranquilo que en el de ustedes, porque no hay que andar mirando para atrás a ver quién viene. Finalmente, una reflexión a las autoridades: pienso que el delito es como una gran serpiente, si uno le corta la cola, le crece de nuevo. Y los que me robaron a mí y a muchos vecinos diariamente son la cola de la serpiente. Si queremos vencer el delito hay que cortarle la cabeza y generar en serio, no con palabras sino con hechos, la verdadera inclusión social que contenga en especial a los jóvenes que hoy son dominados por el alcohol y las drogas, y son usados como carne de cañón por la cabeza de la serpiente. Jorge L. Fernández Avello DNI 12.862.056 Bariloche

Jorge L Fernández Avello DNI 12.862.056 Bariloche


He recibido la visita de amigos de lo ajeno en casa. Ingresaron a mi vehículo y me robaron, entre otras cosas, herramientas técnicas que tienen valor para mí porque me ayudan a generar mi sustento diario. Mi señora es maestra de colegios del alto desde hace 30 años y tal vez, sólo tal vez, algunos de quienes me robaron o sus hermanos hayan pasado por algún jardín de infantes donde la señorita Lis actuó como maestra. Somos una familia trabajadora y hemos tenido el beneficio de contar con padres que nos dieron educación y un ejemplo de conducta y honestidad cuyo resultado es y seguirá siendo generar, a través de métodos lícitos, el ingreso que nos permita vivir a nosotros y nuestros hijos. Seguramente la historia de mis ladrones fue muy diferente y con eso no justifico sus actos, digo que el principio de acción y reacción es algo que debería aplicarse en estos casos: si uno es maltratado socialmente seguramente su destino también será maltratar a otros. Ante una acción determinada se desencadena una reacción. Ahora bien, ésta es una carta a mis ladrones, a sus amigos o familias. Ustedes robaron herramientas que seguramente ni siquiera saben para qué sirven, ya que son específicas para calefacción, gas, electromecánica o electrónica. Gracias a ellas yo pude dar de comer y el estudio a mis hijos, me compré mi camioneta y me pude ir alguna vez de vacaciones. Mis herramientas nunca hicieron que me persiga ni la justicia ni la policía. Mis herramientas, lejos de hacer daño, me ayudan a solucionar problemas que tienen los demás, entonces me pagan por ello. Las herramientas que ustedes tienen a la mano hacen que se los persiga, se los tenga por mala gente, se los encarcele o, finalmente, se los mate. Ésos son los resultados del uso de sus herramientas de trabajo. Yo tengo que dormir algunas horas y estar descansado para usar mis herramientas, mientras que ustedes seguramente tienen que tomarse algunos tragos o drogarse para poder salir a usar “sus herramientas”. Como verán, ustedes y yo tenemos “trabajo”: seguramente para ustedes salir a robar es su “trabajo” y para mí reparar una caldera, hacer una instalación de agua o un tablero de comando es mi “trabajo”. Yo puedo morir en mi trabajo por caerme de un techo o por quedarme electrocutado, pero como no quiero que eso ocurra tomo todas las precauciones posibles, o sea que soy yo el que puede evitar que mi muerte ocurra por un accidente de trabajo. Ustedes no. Ustedes no pueden evitar morir por su trabajo, porque eso está en manos de terceros, ya sea de un vecino armado o un agente de policías, son otros los que deciden si ustedes viven o no. Yo tengo una propuesta que hacerles: si alguno de ustedes decide devolver mis herramientas yo me comprometo a enseñarles mi oficio y llevarlos conmigo para hacerles ganar unos pesos, y después que sean ustedes los que decidan si quieren seguir con “su trabajo”, o con esta “nueva oportunidad de vida que tal vez nunca han tenido”. Algo que les puedo asegurar es que en mi trabajo se duerme más tranquilo que en el de ustedes, porque no hay que andar mirando para atrás a ver quién viene. Finalmente, una reflexión a las autoridades: pienso que el delito es como una gran serpiente, si uno le corta la cola, le crece de nuevo. Y los que me robaron a mí y a muchos vecinos diariamente son la cola de la serpiente. Si queremos vencer el delito hay que cortarle la cabeza y generar en serio, no con palabras sino con hechos, la verdadera inclusión social que contenga en especial a los jóvenes que hoy son dominados por el alcohol y las drogas, y son usados como carne de cañón por la cabeza de la serpiente. Jorge L. Fernández Avello DNI 12.862.056 Bariloche

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios