La crítica situación del médico

Omar López Mato, MN 59216. Médico. Oftalmólogo.
BUENOS AIRES

El 4 de diciembre se celebró el Día del Médico en honor al doctor Carlos J. Finlay (1833-1915) y a los médicos que murieron luchando contra la fiebre amarilla. Durante la reciente pandemia también hubo médicos y trabajadores de la salud que murieron víctimas del Covid. Entonces fuimos aplaudidos y alabados por nuestra abnegación y altruismo (y también fuimos discriminados y agredidos).

Pero los aplausos no compran nuestro sustento diario ni mantienen clínicas ni quirófanos. A lo largo de este tiempo nuestros ingresos se han deteriorado, como lo viene haciendo desde hace años.

Si tomamos la última década la merma sufrida es del 200% con respecto a los valores históricos.

La Argentina ha logrado una medicina de excelencia gracias al esfuerzo, el estudio, ingenio e inventiva de los profesionales de la salud y también gracias a las inversiones en tecnología que se han realizado.

En el actual contexto inflacionario y de inestabilidad económica vemos peligrar nuestros ingresos, que atenta no solo contra la calidad de la atención sino de la misma prestación porque hay prácticas que no se pueden prestar correctamente y aparatología que no se puede renovar. Estamos condenados a la obsolecencia que es una forma elegante de expresar el deterioro de la calidad prestacional.

Es habitual que las prepagas y sindicatos gasten una fortuna saludando a los profesionales con grandes avisos que en el actual contexto suenan hipócritas y con un tufillo a publicidad encubierta… Estos son los mismos gerenciadores que la próxima semana negarán adecuaciones de los valores prestacionales. Podrían dar mejor uso a ese dinero que tiene otro destino ajeno a la promoción de sus negocios.

Nos vemos en la obligación de replantear el sistema de salud argentino con un debate honesto donde prestadores y gerenciadores se presten a un diálogo en igualdad de condiciones. La posición dominante de instituciones privadas y organismos estatales (obras sociales provinciales, PAMI, etc.) dificulta dicho diálogo a punto de imposibilitarlo.

Es un momento adecuado para saber en qué se usa el 9% del PBI nacional destinado a la salud o los 3.500 millones de dólares que hasta ahora este gobierno le ha dado a los sindicatos para paliar su déficit presupuestario .

La salud tiene un costo en tiempo, esfuerzo, erogaciones y sacrificios, por parte de los profesionales y de los pacientes. Hoy, ninguna de las partes está satisfecha con esta relación costo-beneficio, pero estamos seguros que la falta de salud tiene un costo infinitamente superior. La pregunta, como siempre, es quién está dispuesto a pagar dicho costo…


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