Cien días que nos cambiaron la vida: hablan los lectores

Temores, hastío, esperanza, tristeza, proyectos... Los lectores del RÍO NEGRO aceptaron la invitación de contar y reflexionar sobre este tiempo tan extraño que nos toca vivir. Pasen y lean.

A partir de una convocatoria de Quedate en casa, los lectores contaron cómo es su cuarentena, ahora que se cumple un número redondo de días de aislamiento.

Con temores algunos, hastiados otros, esperanzados, preocupados, reflexivos, solos o en compañía, narran lo que sienten y cómo viven la incertidumbre que trajo el coronavirus.

Pasen y lean



Josefa María Cardoso: Tediosa, abrumada, triste, extrañando a la familia, a los amigos y pidiendole a Dios que termine esta pandemia.


Ernesto Ondícola (Neuquén) vive solo y cumple rigurosamente con su cuarentena. Estos días, contó su vecino, Orlando Benegas, aprovechó para pintar las rejas de su casa.

Aquí, Ernesto pintando las rejas en plena cuarentena,

Hace tres años falleció «Chefa», su esposa. «A partir de ese momento, temimos por él, pero no, él está muy bien. Y en estos días pinta las rejas, pintó el frente de su casa; no se cocina porque la hija hace que le cocinen. Pero él vive solito y es un pedazo de hombre, tiene mucha fuerza. Jamás se queja de algún dolor, es admirable. Este tiempo lo ha pasado mucho más solo. Aunque su hija Mabel, de 65 años, ha querido llevárselo a su departamento, él no quiere moverse de la casa. La limpia él solo, se lava su ropa», cuenta su vecino Orlando.

El 24, este hombre que trabajó en Ferrocarriles, en Bahía Blanca,y que luego trabajó en un taxi en Neuquén, cumplió 95 años y para agasajarlo le dejaron una torta en la puerta. “Tiene una fortaleza ejemplar”, asegura Orlando, que quien compartió la historia de su vecino con RIO NEGRO.

Laura Lestard: Demasiadas cosas son las que movilizó en mi esta eterna cuarentena. Dimensión es lo que gané, la dimensión de todo, de lo que importa y lo que no importa nada. Lo real y lo que ya no tiene ningún sentido. Mucho cambio en poco tiempo. Y veremos cómo sigue todo. Nos va a costar a todos, pero como siempre saldremos adelante.


María Eugenia Giayetto (Roca): ¿Qué es el tiempo? La ininterrumpida danza de segundos tras segundos, de minutos y horas acompasadas, el tic-tac permanente en mi cabeza, el sol… la luna… ¿Y después el sol y la luna?
La imposible abstracción de la distancia en el espacio. Un eclipse solar que veo y no veo… ¿La medida de trayecto? En estos tiempos, ahora , quince días o cien. Todas medidas de algo que no sabemos… por que no tiene fecha de salida. Una ilusión.
Nuestro reloj corporal sigue avanzando aunque de una manera borrosa… nos habla todo el tiempo… nos susurra al oído una melodía desconocida, nueva que, a veces, nos marea.
El tiempo es vida. Es lo que queramos. El tiempo es una posibilidad. Es parar y mirar. Si, por que por fortuna es también un cronometro, un instrumento que podemos reiniciar y detener. En estos tiempos, las horas se han liberado de la Gran Aguja… el reloj de arena se ha puesto de costado y el deseo marca el compas.
Una oportunidad. Levantarse, correr, subir, bajar… todas acciones sincronizadas, de una matemática que no está resultando.
El tiempo hoy es una sonrisa, es la cámara lenta por la ventanilla del auto, la microscópica visión de una planta… el aire, respirar… respirar… respirar. Un regalo.



Gladis Teuque: Todo es tan raro. Es como estar en penitencia por algo malo que hicimos. Qué pasó, por qué a nosotros; sentir que el fin puede tocarnos y que muchas teorías que parecían de película se están viviendo. Luego recuerdo que estoy viva y se me pasa. Pensando qué vamos a comer como si fuera la única preocupación; descubrir con quién vivo, si entiende la gravedad de lo que está pasando; cómo estará el vecino. Mientras tanto descubro que acá vamos, en un mundo virtual donde no te veo pero te hablo. Salís a la calle a comprar el pan y la vecina me mira raro. ¿Será por que estudio enfermería y tendré el virus o por que ella está más asustada que yo? Cada uno un mundo y sus historias de terror y amor.


Cristina Rojas: 100 días sin compartir un almuerzo, una cena en familia. Se extraña, pero lo vamos a lograr.


Elena (Neuquén): La cuarentena comenzó con entusiasmo, con la convicción de estar ayudando en un proyecto más grande. Me di cuenta de que no era posible hacer todo a la vez y que hace falta organizarse. Continúe con mis clases de idioma vía virtual, con alegría y sentido de fiesta. La familia y amigos presentes por teléfono y las compras por delivery. Luego, aparecieron las muertes, una a una, marcando las semanas en duelos cercanos. La única manera de llegar a un final feliz es construyendo un plan que se ejecute y se chequee. No con opiniones, con datos. Y mientras tanto, atender de cerca al personal de trinchera, que no le falte nada. Y mientras tanto, que el estadista ponga en práctica su virtud y prepare el nuevo escenario superador para lo porvenir.


Marylin Stival: Nunca imaginé vivir algo así! La verdad es que me entretengo mucho leyendo, tejiendo, haciendo el jardín, hablando por teléfono o whatsapp. Los primeros días estaba aterrorizada, pensaba que el virus estaba en todos lados. Hoy entendí que el contagio se produce por contacto muy directo y estoy muy tranquila. Lo que me pone muy mal es que me prohiban salir, que me den horarios o no poder ver a mis amigos, esperar afuera en los comercios! Debemos aprender a vivir con ésto y tratar de hacer vida normal!



Mario Cantero: Ya me encuentro afectado por muchas razones, aunque donde vivo estamos en la fase del distanciamiento social, y eso es algo muy bueno. El 15 de diciembre llegué a este pueblo donde estoy, con la esperanza de trabajar, progresar y poder ayudar a mis hijos, pero eso no pasó hasta ahora, porque desde que llegué estoy en casa con los chicos. Así que ya son como seis meses de cuarentena que tengo. La mayoría de los trabajos están parados. Realmente es muy difícil estar sin trabajo y en cuarentena. La podés sobrellevar, jugando con los chicos, enseñando, haciendo ejercicios, pero no es bueno para nadie. En algún momento dado tu cabeza no da más… Y por eso digo aquel que tiene que levantarse todos los días para trabajar que siempre agradezca porque hoy en día tener un trabajo y perdurar es lo mejor. Y sobre la pandemia es cuestión de cuidarse y cuidar a los demás.


Susana Mabel Garcia: Extraño a mis amigas y nuestras interminables charlas; a mis hijas y sus familias. En fin, extraño los afectos. Pero todo pasará. A cuidarnos entre todos y ejercitemos la paciencia.



Tolmy Domini: Nunca imaginé transitar una cuarentena acechada por un virus. Información, entrevistas con infectólogos, y mucho temor. Así fueron mis primeros quince días. ¿Qué hacer encerrada en mi departamento? Me costó adaptarme al cambio obligado, sin caminatas, robando un poquito de sol en la ida y venida a la farmacia y respirando muy profundo, acopiando aire para seguir enjaulada. El encierro y la soledad no son para mi. Cuando se amesete este virus – que lamentablemente nos acompañará por un tiempo incierto-, a reunirnos se ha dicho, a brindar con la familia, a bailar para agradecer el renacer de todos. No faltará el encuentro con las amigas. Charlaremos, picadita mediante; jugaremos a la canasta y la invitada de lujo: la risa liberadora infaltable. Debo decir que he invocado casi a diario a la paciencia y a la ansiedad logré frenarla a tiempo. Algo aprendí.
Adolfo, de Neuquén capital: Estaba los días previos al 19 de marzo regando diariamente el jardín de la casita de mi hija y fsu familia, que se encontraban de viaje en Brasil cuando nos enteramos de la situación. Y ellos en Rio de Janeiro tratando de cambiar pasajes. Finalmente, tras varios trámites, mi hija embarazada más su hija de tres añitos y su esposo lograron volver a Neuquén el 18 de marzo. La cuarentena empezaba el 19 a las 0 hs. Personalmente, he padecido esta grave situación a nivel familiar ya que mi otra hija partía para India el 1 de abril y se vino de Córdoba, en febrero, a mi casa, para compartir esos 2 meses hasta su partida por tiempo indeterminado. Por suerte quedó en casa; pero con la tristeza y preocupación de cómo y cuándo podrá hacer ese viaje……
A mi me agarró el inicio del trámite jubilatorio y se cumplirán 5 meses con el trámite en el mismo punto que al inicio. Imagino y tengo fé que es por toda esta situación y que pronto se solucionará. Pero he tenido que reinventarme, y la llegada de los días fríos y grises me pegan duro en lo físico y anímico porque hace 6 meses era un empleado con relación de dependencia muy feliz que eligió, por razones de edad y años de aporte, hacer un cambio de vida, y sucedió que la vida nos cambió a todos. Lo que más me ha costado es no poder ver personalmente a mi nieta durante tantos días. A fines agosto seremos abuelos por segunda vez: es la bendición que mi hija y Dios nos regalarán en circunstancias tan difíciles.



Andrea Casanova Margonari: Les escribo desde Madrid. Pese a la obligatoriedad del uso de mascarillas y guardar las distancias, sigue habiendo gente que se resiste Es cierto que a partir del 21 se terminó el estado de alarma en España y comienza otra etapa de la paulatina nueva normalidad. También es verdad que esto responde a la imperiosa necesidad de reactivar la economía de una forma nueva y desconocida hasta ahora, reinventando la venta online, el teletrabajo y el estudio de la misma manera. No volveremos a ser o vivir como antes. Hemos tenido que reinventarnos en casi todas las formas de ver la vida. Habemos muchos que seguimos en fase 0 porque somos de alto riesgo. Esto terminará cuando haya en Europa 0 contagiados. Al principio se vivió con respeto y temor a lo desconocido, con mucha fe en que esta situación nos haría mas solidarios y saldríamos más refozados como sociedad. Pero a medida que fue pasando el tiempo, la gente se fue casansando y cada vez más se fueron relajando. Espero y deseo que desde allí miren y se detengan en estos países y no cometan los mismos errores.


Ana (Allen): Vivo sola, tengo más de 60 años. Trato de estar ocupada con cosas de la casa; me comunico gracias al teléfono, salgo cada dos semanas para comprar alimentos, pero me preocupan los contagios de Allen. Me parecen muchos. Les dejo mi recomendación como vecina, ciudadana: No seamos huecos. Aprendamos a respetar a las personas cuidándonos, no saliendo de casa, y llamando al 107 si algo nos está ocurriendo. No merecemos estar enfermos por gente que no entiende lo que es ser solidario con sus semejantes.


Silvia Ambiado: En mi caso, llevamos bien la cuarentena con mi hija, Coty, las dos encerradas. Salgo a comprar lo que necesitamos para vivir, y mi hija tiene sus clases virtuales. Son circunstancias de la vida, tenemos que vivirlas y aprovecharlas para nuestro mayor bien, y por supuesto el de todos. Creo que esta pandemia nos va a movilizar a todos interiormente y espero que sirva para reflexionar. Y si los seres humanos tenemos que hacer cambios espero que ésos cambios sirvan para el planeta.



Ana: Tengo 72 años, soy jubilada docente. La cuarentena me ha permitido volver a escribir. Estoy dentro del grupo de personas en riesgo. ¿Qué siento? incertidumbre, miedo, ansiedad, asombro, tristeza, bah, creo que es lo que sentimos la mayoría, pero con un detalle importante: “la edad“. Los viejos ya vivimos todas las etapas de la vida: sabemos lo que se siente de niño, de adolescente, de joven, de adulto, y tenemos esa ventaja sobre el resto de la sociedad pero… no somos el “Consejo de ancianos“ que se respetaba y servía de consulta. No. Hoy somos los que no entienden nada, no producimos, somos un gasto, alejados de la realidad. Entiendo, nadie quiere llegar a viejo, y menos hoy que encima estamos con un virus que nos puede despachar antes…Aunque parezca pesimista, soy una agradecida a la vida! Tengo proyectos, sueños a corto plazo y todos los días agradezco estar .Y me cuido porque deseo estar mucho más, y cuido al otro.
La pucha que vale la pena estar vivo!!!


Vanesa: Mí cuarentena ha tenido varios cambios. Al comienzo tenía el sueño cambiado, estaba pendiente de la cantidad de casos diarios, me tomaba la temperatura periódicamente, y estaba sobrepasada de tanta información. Poco después de un mes me adapté. Hacer el pan, pedir todo por delivery, no salir más que al cajero y al Rapipago más cercano. Saber que ahora hay que tener paciencia para esperar y salir tomando todas las precauciones. Mi amigo fiel: el alcohol en gel. En casa, mi escudo y espadas son: guantes de goma y agua con lavandina. Mí hija en 7° y sus compañeros, ya esperan sus camperas de Egresados. Una promoción poco habitual. Ya en 5to año, mi ahijada y sus compañeros también viven el desconcierto de ser la Promo2020. Mí hija mayor, ingresante universitaria, con todos los miedos pero sin perder el entusiasmo a pesar de la incertidumbre. Y aquí estoy, contando, meses, semanas, casos diarios, cuánto falta para que empiecen los próximos “15 días más”. Cuento lo que queda en el bolsillo, lo que pasa en el mundo…
La gran mayoría aprendimos a cuidarnos mucho, y mantener el contacto virtual con los seres queridos, pero también a tomarnos las cosas con humor. Esta cruel realidad ya se ha llevado muchas vidas. Inevitablemente tenemos que aprender a vivir con eso, pero sin dejar de pelear para que esto termine, cuidándonos unos a otros y sin dejarnos vencer por la angustia. ¡Aún estamos vivos! Creo que es tiempo de dejar de ver todo lo que nos falta y aprender a ver todo lo que tenemos.



Juan Pedalino: No se puede vivir en cuarentena. El gobierno tenía que usarla para preparar el sistema de salud y no hizo nada. Creo que esto ya es netamente político y “guardados” como les gusta llamarnos, no hay manifestaciones, paros, reclamos, etc. Con el banderazo demostramos que nos cansamos de ser ovejitas. ¡Vamos argentinos!


Carmen (Neuquén): Mi cuarentena comenzó el 16 de marzo. Vivo sola y mi compañero es mi nieto de 7 años. Como vive en una chacra, entre Cipolletti y Cinco Saltos, y yo en Neuquén, no lo puedo ver hace 100 días. Lo que hice para que mis días sean más completos fue comprarme una máquina de coser y hacer tapabocas para regalar. Y ahora comencé a tejer después de 30 años. Pero me quedo en casa, igual que mi nieto para encontrarnos y volver a estar juntos como antes.


Julio Jaramillo: Con mucho dolor y pena por no poder viajar a Roca a saludar a papá en su cumpleaños, en los primeros días de julio. Espero que esto termine.



Adrián Iturbe: Qué puedo agregar a la historia de millones de argentinos… Mi historia y la de mi esposa, es la de la penuria de casi todos. Y si digo la de casi todos es porque hay una parte muy interesante de nuestra población que asiste a este penosísimo trance, con muy interesantes sueldos y sin ninguna función más que la de cobrar sus muy importantes emulentos en tiempo y forma, mientras que mi esposa y el que suscribe tememos ir a cobrar ya que nos sacan miles de nuestros sueldos y, no tenemos donde ir a quejarnos. Además de tener que vigilar quién se contacta muy cercanamente con quién para que ese quien no nos traspase el bichito.


Mauricio Díaz: Soy nativo de El Maiten, vivo en Tandil y leer el diaro Rio Negro me acerca a mis pagos. Lo que me dejó esta cuarentena es saber cómo veré lo que me resta de vida de ahora en más. Quiero disfrutar las cosas lindas, agradables, placenteras, todas aquellas que me hagan bien. Pensar más en la familia, los amigos. Este virus nos enseñó de una vez y para siempre que él no discrimina; que todos somos vulnerables. Soy veterinario y docente y lamenté no haber estado con los alumnos y dedicarles el tiempo que me gusta, pero ya pasará todo. La vida seguirá, y cuando esto pase, volveré y seguro seré distinto. Leí mucho. Hice todas aquellas cosas de mi casa que dejaba para mañana. Disfruté de mi familia. Hablé mucho por teléfono con mi madre y mis hermanos que están lejos. Llamé a mis amigos para preguntarles cómo están. Escribí algún relato, cuento, que me gusta como hobby. Y también recé. Rezo todos los días, cosa que no era tan habitual en mi.


Susana Mabel García: He aprendido en esta etapa a usar internet. Los cuidados propios y hacia los demás también fueron un aprendizaje motivador. He puesto a prueba mi paciencia y mis ansiedades y hasta ahora voy bien. Extraño a mis amigas y nuestras interminables charlas. A mis hijas y sus familias. Extraño los afectos. Pero todo pasará. A cuidarnos entre todos y a ejercitar la paciencia.


Gisela Lienau: Nos estamos muriendo de hambre. Vivo en San Carlos de Bariloche y me pregunto ¿No se da cuenta el gobierno que hay miles de familias que se quedaron “absolutamente sin ningún ingreso? Hablan tanto en los noticieros del trauma del encierro.. ¿de la pymes que cerraron? y ¿los que no eran pymes como yo y vivían de alquileres que no me están pagando? Qué diablos hago?


Julio Eyaralar. La cuarentena nos deja un gusto no muy bueno por el desastre de los anticuarentena. Uno de los hermanos Marx escribió que el creía en la profundidad del universo y la estupidez humana pero que cada vez creía menos en la profundidad del universo. No se si soy claro. Si me cuido también cuido al prójimo.


Jaramillo: Yo soy un trabajador de compresión de gas, por lo que no paré en todo este tiempo. Todos, en la empresa, nos cuidamos y tratamos de que todos se cuiden. Estamos convencidos que si somos responsables por nosotros y por nuestros seres queridos, no nos contagiaremos.


Caro y Santi: Formamos el proyecto Hakuna Matata x el mundo, con la intención de recorrer América y unir Ushuaia con Alaska. Nuestro viaje comenzó en enero, desde la provincia de San Luis.

El día previo a comenzar la cuarentena nos vinimos a Bariloche, y acá nos encontramos, a la espera de que todo pase para poder continuar nuestro viaje rumbo al sur. Nosotros viajamos en una VW Amarok con un camper montado, y esa es nuestra casa. Los primeros 5 días los pasamos enfrente de una estación de nafta y luego la gente de Bungalows Capurro nos permitió quedarnos en su complejo. Agradecemos estar acá, muy cómodos,y n para devolver tanta hospitalidad, les hacemos tareas en el complejo. Estamos muy felices de que la cuarentena nos haya agarrado en Bariloche, nos hemos enamorado de esta ciudad; pero estamos ansiosos de poder salir a recorrerla. Si bien sabemos que mejor no podríamos estar, lo irónico es que habíamos renunciado a nuestros trabajos y vendido todo para disfrutar de la libertad y recorrer el mundo.


Mónica Reyna: Estoy trabajando mucho en educación, limpiando, ordenando, tirando, regalando. De pantuflas, en la casa y en la vida, contactando a gente que hace tiempo le debía aunque sea un mensaje, ensayando recetas de cocina que deleitan a mi hijo y a mi. Y, además, pensando que ya nunca mas volveré a trabajar tanto como para que no me permita saber de mis afectos ni a vestirme apurada para llegar a algún lado. La pandemia para mi significa una “cuarentena reflexiva” .


Elba Nora Smijoskiy: Vivo sola y extraño mucho a mis dos nietos. Se me está haciendo muy larga la cuarentena. Salgo lo justo, cada 20 días, para comprar alimentos. Confío en Dios para superar estos tiempos difíciles.


Ana Cappelletti: Y sí, llegamos a los Cien días de…soledad? Yo no diría eso. Estoy conviviendo con mi compañero y amado. La experiencia es nueva, rara, agradable. Hacía tiempo que no vivía con un hombre. Pero el virus llegó e impuso sus caprichos y entonces, algunas parejas nos lanzamos a esta aventura de “vivir con”. Con los buenos días; las buenas tardes y las buenas noches: con el buen humor, y no tanto: con la rutina carroñera; con el Burako apasionado; con el pan casero, las dulzuras amasadas y el tinto o blanco que no pueden faltar; con el desasosiego de la incertidumbre; con lo no mágico del día a día. Pero también con la certeza del otro que acompaña, que acaricia, que comparte, que cuenta historias hilarantes, que ama. Encuarentenados, así llegamos al Día 100. Resistiremos…al menos, ese es mi deseo.


Cyntia Guardia, Neuquén: Transitar por la cuarentena me conectó con un aprendizaje que había abandonado.

Fue difícil porque en soledad uno trata de aferrarse a los recursos que tiene. Hice en vitreaux la provincia de Neuquén y fue un gran esfuerzo porque es una técnica que requiere mucha práctica, pero me gustó cómo quedó. Me llevó todo un mes hacerlo. Mi esfuerzo se lo debo a mis hijos y a otras personas que influyeron en mi vida, dando reconocimiento a mis capacidades. En esto sigo, con esfuerzo y reencontrándome. Este es el resultado de la pandemia”.


Fernando Garin: Tenemos que saber dónde, cómo, quién, cuándo para nosotros poder hacer algo para ayudar y no contagiarnos ni hacerlo. Si no cuentan con el pueblo de esta manera, fracasamos todos y conseguiran contagiarnos. Recapaciten.


Nelia Iris García: Realmente me están sirviendo para aprender a esperar, para ser sensible a la necesidad del otro, además de necesitar de y al otro; para saber que debo ser obediente al protocolo para volver a ver a mis seres queridos; para estar quieta y encerrada en mi casa que es el refugio predilecto!!!; para valorar la salud que Dios me da y cuidarla como oro; para saber que nadie es mejor ni peor que yo; para pedirle a Dios que tenga misericordia de nosotros y para fortalecer la esperanza de que de ésta situación saldremos victoriosos!!! Claro que si!!! Saldremos victoriosos!!!


Miguel Corsi, de Regina: Como una colorida paleta cromática que fue degradandose hasta llegar a un tono grisaceo. Así me fue cambiando el humor durante este confinamiento all inclusive. Si, estoy jubilado y mis relaciones sociales nunca difirieron mucho de aquel soldado japones que se ocultó en la jungla durante varias decadas. A pesar de todo, dejenme a mí decidir cuándo salgo, a quién le clavo el visto con malicia y a quien le critico secretamente sus obviedades en Facebook. Levanto mi vista más allá de mi metro cuadrado y me regodeo egoistamente: ¡Que suerte que no soy gobierno! No importa que hable del gobierno nacional, provincial, municipal o sociedad de fomento, cualquiera que ocupe esos cargos va a sentir que, haga lo que haga, recibirá petabytes de criticas. Mis canciones internas, que al comienzo del confinamiento el top ten estaba encabezado por “Yendo de la cama al living” , ahora oscilan entre “No bombardeen Buenos Aires”, con su inquietante “…los gurkas siguen avanzando, los viejos siguen en TV…” y “…cuanto tiempo más llevará..”. Lo que antes eran placas rojas de cierta prensa amarilla, ahora son el amigo de un amigo o, más conmocionante, el pariente de un pariente. Se que el humor es un aliado en situaciones de estrés, pero cada vez más lo pienso dos veces antes de republicar algo. Si, en algún momento esto se va a acabar… ¡ufa! …otra vez Hollywood en mi cabeza, otra vez Apocalypse Now con Robert Duvall diciendo, (despues de su famoso “do you smell that?”) “Algun dia esta guerra va a terminar”.


Debora Ríos: Al principio, la iba llevando bien hasta que me quedé sin trabajo, tuve problemas familiares y a estas alturas, ya no encuentro solución: sin trabajo, encerrada, soy paciente de riesgo, y no sé cómo solventar gastos de alquiiler y alimentos, más medicación.. así que la verdad es muy difícil. Pero, bueno, espero que la intendencia de San Antonio Oeste tome medidas y solucione algo.


Lilian Costamagna:

¡Uy, me desacordé!
Así decía mi hija chiquita cuando volvía a casa sin el pan y sin las monedas que le había dado para que compre; se había quedado en la plaza jugando con los amigos.
Levantarse temprano, escuchar la radio, tomar mates y pensar que este confinamiento va para la largo, hacer la cama, ver en la T.V. las noticias (el presidente está explicando gráficos inentendibles). Hoy me toca salir por las compras esenciales, me pongo el barbijo y salgo a caminar a 500 m a la redonda del domicilio; lavarse las manos, enjuagar el tapabocas, sumergir la bolsa de compras en agua con lavandina, lavar las verduras y todo producto que viene de afuera, cocinar, chequear las redes para reirme un poco, planear qué puedo hacer en lo que resta del día, sacar las telarañas de la biblioteca, lavar los vidrios porque se chocó un pájaro en mi ventana, higienizar el baño, llamar por teléfono a la vecina… Uff, cuántas tareas! Todo sanitizado, hasta las pantuflas que arrastro sin cadencia por toda la casa.
Una se cansa, así que inicio el proceso de despapelización: tirar la pila de cuadernillos y de apuntes de la facultad… y pienso, ¿por qué no iniciar el proceso de desrutinización?
Dicen que si alternamos los quehaceres cotidianos, si caminamos hacia atrás, si utilizamos la otra mano (diestra o siniestra), nos garantizamos que no llegue el Alzheimer.
He probado cada estrategia, hasta he retrocedido las manecillas del reloj que ahora no tic-tacquea más. Del grifo no sale agua. Hay un corte de energía eléctrica, sin señal (del 4G al 0G, y sin punto G) Una mecánica de la inacción, una desacelerada inercia para extirpar los recuerdos y reducir el futuro a este cuasi presente sin previsión, con temores y sin esperanza
Así ando, de la ilusión a la boba beatitud, en la fascinación de la inminencia, contemplo la sombra de un árbol que se alarga, la quietud de un atardecer naranja y la aparición de una media luna que se muestra estática entre las nubes. Desmemoriada y desfuturada, soy un ente que se somete. Bajo los brazos, cuerpo en modo vibración y desmagnetizado, opaca la mirada, laxos los dedos, espalda curva y cabizbaja en incinética perpetua. Enferma de monotonía estoy. Soy un río que se seca y ya no busca su mar.


Kuki Fuentes: Muchas actividades que no podía hacer antes las estoy haciendo ahora. Hacer plantines de lavanda. Ocupo mi tiemnpo en eso y me quedo en casa, cuidándonos.


Alejandro Balbiano: Quizás sea tiempo. 100 días de cuarentena. Cuánto tiempo para pensar, reflexionar y aprender, y no me refiero solo a tomar cursos o clases online. Muchos piensan que esto es una maldición, pero quizás sea una oportunidad. ¿Para qué? Se me ocurren algunas ideas.
Quizás sea tiempo que la ciencia ocupe más lugar en nuestras vidas. Es importante el deporte, el entretenimiento y la distracción, pero lo que nos va a sacar de esta situación es la investigación: nuevos medicamentos, vacunas y antivirales. Así que ahí ya tenemos algo para reflexionar. Debemos tener profesionales de la salud y de las ciencias mejor pagos y mejor formados, y en mayor número. Hay que generar más estímulos para que los jóvenes elijan carreras científicos: química, física, biología, ciencias médicas y tecnológicas.
Quizás sea tiempo de consumir mejor, con menos desperdicio, de manera más saludable y en cantidades justas y necesarias. Eso nos ayudará a nosotros y a los demás.
Quizás sea tiempo de valorar lo nuestro. Es muy lindo viajar al exterior, pero también es bueno hacerlo por nuestro país, conociendo nuestros espacios y especies. Las imágenes de delfines nadando al amanecer o de las ballenas acercándose a las costas, que muestra periódicamente el diario Río Negro, son un atractivo que se presenta en pocos lugares del mundo. Hay que aprovechar eso para generar nuevos empleos y de calidad en base a un turismo de naturaleza responsable, lo que además servirá para estimular el orgullo de la gente por su lugar, para que lo defiendan y lo hagan prosperar.
Quizás sea tiempo de descentralizar el país. Que no estemos todos concentrados en una región del país, donde pandemias y otras “maldiciones” nos afectan en mayor medida. Hay que generar un país más federal, con más y mejores escuelas, salud y comunicaciones para los pobladores presentes y futuros. ¿A quién no le gustaría vivir en un lugar con todos los progresos actuales pero con mejor calidad de vida?
Quizás sea tiempo de ser más respetuosos con el medio ambiente, producir menos basura, menos tóxicos y consumir menos agua para actividades no sustentables. Debemos respetar el ambiente y sus especies, pero también a nosotros mismos. Todos tenemos derecho a vivir mejor, pero ese derecho viene con responsabilidades.
Quizás sea tiempo de asumir esas responsabilidades, como personas individuales, sin pedir tanto a los demás, ni siquiera a nuestras autoridades, de tomar nuestras propias decisiones y ser consecuentes con ellas. Educar a nuestros hijos en base al respeto y la tolerancia, dándoles un buen ejemplo y teniendo trabajos dignos y honorables. De nada servirá llevar un plato de comida a la mesa, si ese plato tiene comida “contaminada”, y no solo químicamente sino también moralmente. El que quiere oír que oiga.
Quizás sea tiempo de cambio para algunas personas, pero también quizás sea tiempo para que otras personas no cambien y se mantengan firmes y en el camino correcto. Hay que buscar a esas personas y darles la oportunidad de dirigir, y no me refiero a cargos políticos, sino a líderes de opinión auténticos. Aquí otra vez la ciencia tiene mucho que aportar.
Si aprovechamos el tiempo, quizás la cuarentena no sea una maldición sino una oportunidad. Oportunidad ¿para qué? Eso solo dependerá de nosotros y estará en nuestras manos cuando salgamos de esta cuarentena.


Ada Inés Flores: Llo notable de esta cuarentena es que debo recargar el celular DOS y hasta TRES veces en el día, porque teniendo en cuenta las carencias (que tooodos padecemos) en Bariloche cuando no se corta la luz, se corta internet, o el telefono fijo…y así estamos …Eso sí, las facturas INMUTABLES ¡¡ de eso ni enteradas… Como ademas no se puede circular, reclamos ni ahí.
Pero, como gracias esta misma situación florecieron los deliverys de toda clase y para tooodos los gustos, a lo que también debo temer es a la circunferencia de la cintura
Entonces, las comunicaciones con amigas locales y de otros lares, largas charlas, orales y/o escritas, con profusión de chistes, algunos nuevos…algunos no tanto pero aggiornados a las circunstancias (reír es saludable)
Y además la admiración por esos HÉROES que LITERALMENTE se juegan su vida para: cuidarnos ( la vida, la salud, lo material) Es conmovedor y admirable el trabajo del personal de la salud, de vigilancia, de limpieza…. ni mencionar a los periodistas, que también son HÉROES que nos informan a TODA hora

..Bien …y en qué lugar se merecen estar..los gobernantes? mmmm. Lo mas notable es que resurgieron caretas antiguas, sí, pero con una prole muy numerosa y ellos consideran que tienen que estar en algún lugar del gobierno… Bueno… mejor no sigo, me va ha subir la presión arterial.


Teresa Patane de Parga: Para ¨MI CUARENTENA¨ quiero compartir con ustedes mi ACRÓSTICO Poético utilizando al comienzo de los versos cada una de las letras del título ¨LLORANDO DE LA CUARENTENA¨

LLave misteriosa de la vida
Obscuridad que la mente anida
Río tumultuoso que corre al infinito
Aire irrespirable que estremece al corazóng
Niebla que atormenta con dolor
Duda de saber si nos recuerdan
Olvido que es distancia sin razon

Días que transcurren tristemente
Esperanza del que espera y desespera

Luz mortecina e impredecible
Así es la cuarentena

Cuarentena ….
Un miedo que destruye la ilusión
Aniquila la sonrisa perspicaz
Remedio amargo aunque eficaz
Entristece y se llora
Noches largas sin estrellas
Tardes mirando el poniente
Extrañamos a los que amamos
Nostalgia que quiere olvidarse
Abrazos y besos que no pueden darse

Gracias por la oportunidad para expresar las vivencias de este momento tan inesperado.
Los saludo muy atentamente.


Rafael Osvaldo Amaya. Desde Paraná provincia de Entre Ríos les cuento que la estamos pasando -como en todos lados- con pocas salidas (casi ninguna) y haciendo lo que se puede: arreglo de plantas, algún mueble.. Pero en general aburridos, con mis dos nietos de 11 y 2 años que son a mi parecer los que más sienten este «aislamiento» pero conscientes de que debemos contenerlos y cuidarlos. Mucha internet, y algún juego de mesa en la noche nos ayudan a hacerle frente a esta situación

Un consejo: miren en televisión pocos noticieros y vean más programas de entretenimientos o películas y series para no atorarse de un mismo tema las 24 horas


José Merino:

“La mujer, el hombre y la peste”
La peste asolaba al mundo, y la mujer estaba encerrada en su confusión.
El marido, ganaba dinero.
Ella era un alma solitaria y abandonada, aunque el hombre también estaba prisionero en ese lugar, entre paredes que cada vez se acercaban, enjaulándolos. Si antes uno se podía escapar del otro, ahora ya no era posible.
Esa situación de soledad compartida desencadenaba todas las frustraciones reprimidas, los miedos, la ira; vivir era solamente angustia, y allí es cuando aparecen las miserias o la grandeza de las personas.
En el aburrimiento insoportable, luego de unos días ya no había diálogo entre los encerrados.
Terminó confesándole al marido que lo había odiado toda su vida, lo cuál según las redes sociales, fue el sinceramiento conyugal más frecuente en el hastío de aquella pandemia.
A la prole le reprochó no haberla tenido en cuenta, y que no devolvieron el amor y la vida que les había dado. Los hijos retados, reclamados e indiferentes, dijeron que su contabilidad tenía otros métodos para los debe y el haber del afecto. Los nietos ni la escucharon, y pensaban que si no fuera por el encierro, aquello de no ir a la escuela era algo que jamás volverían a gozar tanto, y de una manera tan hermosamente prolongada. Ninguno de ellos la visitó.
La cosecha del que siembra.
En ese país, era común quejarse siempre para llamar la atención y ser escuchado. Parecía casi necesario, la única salida. La mujer no tenía muchos argumentos, pero estaba desesperada para que la escuchasen. Ni antes, ni durante, ni después fue diferente, pero se encontraba sola, no tenía modos de escape, y hablaba hora tras hora conversaciones sin inteligencia en un teléfono que llamaban inteligente. Ahora, o chocaba contra los muros, o se arrojaba al vacío. Ya no contaba con aquellas distracciones para evitar encontrarse consigo misma, como era la última onda de la moda, el precio de las joyas, o comentar programas de televisión donde se debatían los escándalos de la farándula. Para ella, esa era la evasión perfecta, por no tener ningún sentido en la vida. Nunca se entreró.
Nadie la escuchaba. Todos habían desaparecido.
Como a niños que no habían aprendido, los medios decían a los adultos cómo había que vivir. Ella no escuchaba porque había perdido totalmente el sentido común. Su confusión fue madurando, comenzó a perder paulatinamente el sentido de la realidad, y en su frustración, llegó a decir que con la peste, la muerte no era el problema; la muerte de los otros, claro, nunca pensó que podría ser la de ella, pero ese tipo de gente piensa que las tragedias siempre les ocurren a los demás. La mujer no sabía que el poeta había dicho que nosotros, somos los demás de los demás. Luego agregó que lo peor era lo otro, y no se sabe que quiso decir, porque su mente ya estaba extraviada para responder a lo más simple. Posiblemente lo otro peor para ella era que ya no podía consumir desaforadamente, gastando el dinero que el marido le quitaba a cualquiera, y entrometerse en la vida de todos, como fue su día a día, antes del encierro de la peste.
Los pobres eran los que más morían. El hombre decía que ocurría porque “eran como eran”, y esto según sus palabras, significaba que habían nacido inferiores y por eso eran ignorantes, vagos, simples. Ese señor era un Darwin de los humanos, pero él como humano era un primate, y no sabía pensar más allá del cerebelo, que era nuestra inteligencia reptil.
Luego de la peste, de puro aburrida, la mujer se lanzó desesperada, a comprar todo lo que no necesitaba, y el marido siguió acumulando dinero.
Más adelante, cuando retornó lo que llamaron el mundo normal, se encerro en su vivienda. Las plantas se secaron. No volvió a lavar el hogar, ni higienizarse. Presa de la depresión, su vida era igual que con la peste, pero afuera ya era diferente.
Muertos los pobres, La sociedad continuó igual. O sea, peor.
Mientras la humanidad volvía a asomar las narices en la acera, los vecinos comentaban que por fin se habían quitado a esa anciana chismosa y necia de la cuadra, y que no tenían que soportar sus majaderías. El verdulero de la esquina se preguntaba si esa señora habría muerto por la peste; el vendedor de los periódicos se lo deseó, y luego de un tiempo, nadie pensó en esa mujer que nunca significó nada en sus vidas, y que viviera o muriese significaba lo mismo, porque cada uno estaba en lo suyo.
En aquella pandemia algunos aprendieron mucho, otros nada, y la mayoría, ansiosos por retornar al consumismo anterior, olvidaron todo. El marido siguió ganando dinero, era feliz. Deprimida, la mujer enloqueció y la internaron. Ninguno la visitó.
¿Quién fue esa mujer triste y vencida que ya nadie menciona?
Ella fue esa luz débil, encendida hasta después de la medianoche, que viste en cualquier balcón de esta enorme ciudad, en el tiempo largo que duró la peste.


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