Qué interés tenían en habitar las islas de Choele Choel en Patagonia hace más de 1.000 años
Investigadores de la Universidad Nacional de la Plata y el Conicet hicieron hallazgos relacionados con las comunidades indígenas que vivían en el área insular del río Negro antes de la colonización española.
El territorio actual de las islas de Choele Choel, al noreste de la provincia de Río Negro, comenzó a ser habitado por comunidades humanas alrededor de 1.170 años antes del presente.
Más adelante, la introducción del caballo en el siglo XVII habría marcado un antes y un después en el desarrollo económico y social de los pueblos nómades que habitaban la Patagonia Norte.
Las huellas de ese pasado fueron descubiertas a través de un estudio que se centró en las islas de Choele Choel.
La investigación fue liderada por científicos de la división Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Conicet, quienes publicaron los resultados en la revista científica Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología.
Compartieron datos inéditos sobre las ocupaciones humanas durante el período prehispánico e intentaron dilucidar el interés que tenía la zona para las antiguas poblaciones.
Por qué hicieron el estudio
Las evidencias iniciales sugieren que la importancia de las islas como centro estratégico emergió tardíamente en la historia, con la llegada de la movilidad equina y la intensificación del comercio. “Entre los siglos XVII y XIX, en la bibliografía sobre los pueblos indígenas se menciona al actual Choele Choel como un importante centro geográfico”, afirmaron.
En ese momento las sociedades andaban a caballo, comerciaban ganado y se movían en grandes distancias, entre la región pampeana y Chile. Pero no había antecedentes sobre las épocas previas a la llegada del caballo.
“Planteamos evaluar la importancia en los tiempos prehispánicos. ¿Siempre fue un sitio clave y luego lo siguió siendo? ¿O esa importancia se desarrolló después?”, recordó Emiliano Mange, primer autor de la publicación en diálogo con Diario RÍO NEGRO.
En el trabajo también participaron las arqueólogas Victoria Romano, que estudia restos óseos, Daniela Saghessi, experta en estudios botánicos del pasado, y Luciano Prates, director del equipo de trabajo.

A nivel regional son pocos los estudios existentes sobre las comunidades aborígenes en momentos anteriores a la colonización. Un precedente importante es el hallazgo de un material lítico en el siglo XIX.
“La idea era ver el registro arqueológico dentro de las islas, que no cuentan casi con antecedentes. Digo casi porque hay un trabajo muy antiguo de uno de los pioneros de la arqueología argentina, que fue Juan Bautista Ambrosetti. Se trata sobre un hacha de piedra que obtuvo Estanislao Zeballos, naturalista y geógrafo. No queda claro en ese trabajo que el artefacto provenga de las islas, puede ser de los alrededores también”, agregó Mange.
Los investigadores examinaron los restos arqueológicos hallados en la denominada isla Grande. Entre 2015 y 2018 se realizaron diversas prospecciones, tanto por vía fluvial como terrestre.
Además, se analizaron materiales de las colecciones de los museos locales Héctor Cabaza de Lamarque, el Histórico de Choele Choel y el Mony Gundin de Luis Beltrán; así como de coleccionistas particulares.
Se logró detectar un lugar importante en donde se recuperaron artefactos líticos, restos óseos humanos y faunísticos, compatibles con una ocupación residencial. Se trata del sitio Fábrega, que supo ser un médano externo a la isla, pero que fue incorporado al área insular por un reencauce del río Negro.
El análisis de los restos de al menos dos individuos, que reveló un registro humano del Holoceno tardío final, sobresale como un hallazgo único. Un fechado por radiocarbono permitió corroborar que se trata hasta el momento del registro más antiguo de una ocupación humana en las islas. La inhumación se produjo en el Holoceno tardío final, unos 900 años antes del presente.
Entre otros hallazgos se destaca la presencia de microrrestos de alimentos vegetales procesados, lo que incluye el primer registro arqueológico del consumo del tubérculo Hoffmannseggia glauca en Patagonia.
Cuáles fueron las conclusiones del trabajo
El registro arqueológico recuperado de las islas de Choele Choel, comparado con el de otros tramos del Valle Medio, es considerablemente bajo. Según se especificó en el artículo, esto se debería a una “menor presencia humana en momentos prehispánicos” y en segundo lugar por los efectos erosivos del agua y la actividad humana.
Del artículo se desprende que ese sector insular no se habría constituido como un área residencial antes del siglo XVII. Previamente a la irrupción de las represas en la región, el río Negro, el más caudaloso de la Patagonia, sorprendía con inesperadas inundaciones, que “no habrían permitido asentamientos prolongados” en las áreas bajas del valle.
“Los sitios que analizamos tienen poca cantidad de materiales, lo que probablemente indica un uso efímero de estos lugares insulares. Es decir, que podemos comprobar que no fueron tan utilizadas e importantes en momentos previos a la vida ecuestre. Esa importancia surgió después”, concluyó Mange.
Por qué la importancia del caballo
La introducción de los equinos habría constituido un punto de inflexión para el desarrollo de las islas del Valle Medio como tal. Pero, ¿por qué?
La adopción paulatina del caballo por parte de las comunidades aborígenes habría permitido sortear los obstáculos que el río causaba por su caudal. “Permitió mejorar la comunicación y el tráfico comercial entre extensas regiones en donde se desenvolvían”, aseguró Mange.

“Después de los estudios que hicimos nos queda claro que en momentos previos al uso del caballo, las islas no habían sido tan importantes”, agregó.
Además, especificó: “Esta zona —el interior de las islas— cobró una gran notoriedad tardíamente en el tiempo. Esto probablemente está relacionado con la necesidad de pasturas y el tráfico de ganado. En los momentos previos al caballo no habrían sido tan utilizadas, como si lo fueron otras zonas del valle del río Negro, donde hay sitios de reocupación permanente”.
Las inundaciones del Valle Medio en la colonización
El avance del agua en los valles del río Negro desencadenaba condiciones catastróficas para los asentamientos humanos que se apostaban en los sectores lindantes. Lo intempestivo de las inundaciones antes de la construcción de las represas del Comahue generaron una huella en el propio mapa territorial de la región.
“Es muy rápido y las corrientes descomunales, cuando las lluvias y las nieves derretidas descargan sus aguas por la parte occidental. Son tan repentinas las crecidas del río cuyo estrepitoso ruido se oye desde muy larga distancia, que casi no les da tiempo a las chinas de desarmar los toldos y salvar los aduares”, describió el inglés Thomas Falkner sobre las crecidas del río Negro en su libro A description of Patagonia (1774).
Los pueblos nómades de la Patagonia Norte, conocedores de este fenómeno devastador, advirtieron a los colonizadores durante los primeros intentos de asentamientos al interior de las islas del Valle Medio.
“En el trabajo mencionamos al comandante Manuel Prado, cuando estaban instalando el fuerte Avellaneda (actual centro tradicional de Choele Choel). Algún poblador indígena les indicó que no se podían asentar del lado de las islas, porque esa zona se inundaba y era peligrosa. Pero no hicieron caso, y una noche tuvieron que escapar”, relató Mange. Los datos históricos reportan que el inicial campamento militar tuvo que cambiar tres veces de lugar hasta llegar al asentamiento cívico-militar que dio forma al actual emplazamiento de Choele Choel.
El territorio actual de las islas de Choele Choel, al noreste de la provincia de Río Negro, comenzó a ser habitado por comunidades humanas alrededor de 1.170 años antes del presente.
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