El dinero se desvanece en el aire

El mundo siempre está mejorando. Hace apenas 20 años muy poca gente tenía acceso a internet y hoy casi el 70% de la humanidad está conectado a la red. Estar conectado a la red no sólo significa poderle mandar mensajes instantáneos a un conocido sino ser parte de la vida tal como hoy funciona. La digitalización de todo lo existente ha traído ya cambios tan radicales que si de golpe desapareciera internet el mundo dejaría de funcionar.

Al menos para el 65% de los argentinos que funcionamos dentro de la economía registrada nuestro dinero es un número en una pantalla. La masificación de la bancarización permite que cada vez más ciudadanos accedan al dinero electrónico. Está muy lejos la época en la que sólo los millonarios tenían una tarjeta de crédito.

Como el dinero electrónico permite la trazabilidad y obtura el anonimato se hace muy difícil evadir impuestos o legalizar dinero obtenido por medios delictivos. Por eso, las mafias y todo tipo de delincuentes prefieren el dinero físico (en papel, divisas u oro) antes que cualquier operación electrónica.

El dinero tradicional, el que pasa por los bancos (sea en papel o con soporte electrónico) es muy caro y tiene muchos inconvenientes (entre otros, no menor, genera inflación). Ahora, gracias a internet existe una nueva opción para el dinero (todavía en estado germinal, pero creciendo a pasos gigantes) que es el blockchain, la tecnología en la que se basa la moneda digital conocida como bitcoin.

Pero el blockchain es mucho más que una moneda: es un salto gigante en el desarrollo digital de la vida. Es internet al cuadrado. Una de las transformaciones más importantes de internet fue que permitió ir eliminando a los intermediarios: a través del e-mail, el mensaje de voz o el video podemos conectarnos con quien nos interese sin pasar por un medio tradicional. Incluso podemos comunicarnos con gente que no conocemos a través de las redes sociales.

Ahora con la tecnología blockchain se podrá eliminar todo intermediario parasitario, de esos que durante siglos vivieron de asegurar confianza en un mundo desconfiado: los bancos, las escribanías, los abogados, las inmobiliarias.

Todo lo que intermedia en las negociaciones entre las personas ya puede traducirse en un contrato escrito en la cadena de blockchain (que es trazable, segura –al menos, tanto como un banco–, irreversible y anónima). De a poco se va imponiendo en el mundo.

Hace 150 años, Marx decía que las transformaciones que estaba produciendo la tecnología de la primera revolución industrial del capitalismo eran tan poderosas que para alguien que había nacido antes de ella parecían estar disolviendo todo lo sólido en el aire. ¿Qué diría ahora cuando China acaba de adoptar la valoración digital como una forma de acceder a todo?

La valoración digital que parece haber adoptado China permite que los individuos construyan un capital social sumando todo lo que hacen en internet. Por ejemplo, suma los retuits que consiguen sus tuits a los “me gusta” de sus post en Facebook y los aplausos que consigue con los artículos que pone en @medium. Así genera un índice de mérito, que funciona como un capital logrado por su contribución cultural.

Internet ha llevado ese proceso de disolver todo lo sólido en el aire a su mayor expresión. La “vida digital” (que es la que ahora estamos viviendo) significa justamente eso: la nueva realidad no está construida por los átomos del mundo material sino por los bits del mundo electrónico.

El blockchain es el nuevo paso en la digitalización masiva de la vida. Si sumamos al blockchain la creación de una identidad digital social (surgida de los “votos” que obtenemos por nuestras acciones en internet) la experiencia existencial dentro de pocos años será completamente distinta a todo lo que conocimos.

¿Hay peligros? Muchos. Como en todo lo humano.

La serie distópica “Black Mirror” dedicó uno de sus capítulos a un mundo hipócrita en el que el capital social se construye en internet, con los aplausos y críticas de los otros (sumando o restando valor). Y lo que mostraba no era una vida mejor, sino un mundo de engaños y mentiras.

Lo cierto es que estas nuevas tecnologías cambiarán radicalmente la forma en que vivimos y hasta cómo nos gobernamos. ¿Existirá una democracia más radical gracias al blockchain (como cree Santiago Siri y sus amigos de Democracy Earth) o, como sospecho, iremos hacia un mundo en el que la idea de gobierno (como algo exterior al individuo y sus interrelaciones en la red) se vaya diluyendo?

Sea como fuere, estamos ante un escenario cultural y político tan diferente de todo lo que conocimos que a los que nazcan cuando ese escenario se haya impuesto les parecerá mentira que durante siglos hayamos tenido que ser tan crueles para poder garantizar una mínima vida civilizada.

El blockchain es mucho más que una moneda: es un salto gigante en el desarrollo digital de la vida. Se podrá eliminar todo intermediario: bancos, escribanías, abogados, inmobiliarias.

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El blockchain es mucho más que una moneda: es un salto gigante en el desarrollo digital de la vida. Se podrá eliminar todo intermediario: bancos, escribanías, abogados, inmobiliarias.

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