¿El dragón herido o el mundo en cambio?

DARÍO TROPEANO (*)

Recientes informes de calificadoras de riesgo y bancos de inversión informan que China ha comenzado un proceso de desaceleración económico que viene a dificultar la recuperación mundial, lo que podría generar conflictos políticos internos. El FMI ha venido haciendo pronósticos negativos para el panorama global, incluyendo al gigante asiático, afirmando que el crecimiento disminuirá hacia el 7,7% anual. Ese porcentaje resulta espectacular de todas formas si se tiene en cuenta que es apenas una pequeña rebaja de las tasas promedio del 8% que muestra esta nación desde hace más de una década. El diario británico “Dailey Telegraph” advierte sobre un sistema bancario paralelo que acumula enormes cantidades de créditos con problemas que impactarán directamente en las entidades y frenarán la economía. La calificadora Moody’s informa sobre una suspensión de pagos inminente en China debido a los altos compromisos anuales de los gobiernos provinciales. En tanto, los funcionarios locales crean sus propios bancos que utilizan para financiar grandes proyectos inmobiliarios y de infraestructura que, en algunos casos, no resultan rentables. El exceso de liquidez ha generado un aumento desproporcionado de los precios de las viviendas y al ciudadano chino no le es fácil acceder a ellas, cuestión que pude observar allí ya en el 2010. La agencia Bloomberg ha informado que la ciudad de Ordos, en la provincia norteña de Mongolia Interior, tiene una deuda de 240.000 millones de yuanes (40.000 millones de dólares), mientras la de los gobiernos locales se sitúa en 30 billones de yuanes, algo como 3,3 billones de dólares. El gobierno ha anunciado hace unos días medidas para incentivar la economía, dada la desaceleración advertida, aportando todos los recursos necesarios para ello. Se trata de decisiones económicas que apuntan a fortalecer el mercado interno, como la eliminación de la tasa mínima para los préstamos bancarios, elevar el nivel la inversión extranjera en mercados de capital y desarrollar una zona de zona de libre comercio y radicación de inversiones en Shanghai. La economía china está cambiando hacia productos elaborados y la incorporación de tecnología extranjera en caso de radicación de nuevas inversiones desde el exterior. Se han aprobado exenciones fiscales para pequeños negocios, prometiendo el gobierno acelerar la construcción de ferrocarriles para alentar la economía, a pesar de que China ha superado este año a los EE. UU. en cantidad de kilómetros de vías férreas. El ferrocarril es una herramienta para el desarrollo fundamental en los países con grandes extensiones, además de asegurar soberanía pues es un vínculo comunicacional central en áreas despobladas y de importancia estratégica, cuestión que por cierto no es atendida en la Argentina. China ha experimentado una caída pronunciada de las acciones en la Bolsa de Shanghai durante junio, elevándose la tasa de interés interbancaria, proceso amortiguado por el Banco Central de China, que reguló las mismas para frenar a los bancos que las aumentaron artificialmente mediante la utilización de productos financieros de alto riesgo; los mismos utilizados por la banca occidental que han llevado al colapso al proyecto de globalización. A pesar de esta alerta, hay otros datos y conclusiones que extraer, que demuestran otra realidad, acaso menos interesada, de un mundo de hoy, diverso del área de influencia e información en el cual estamos inmersos los argentinos. De acuerdo con un reciente estudio realizado en 39 países por el Centro de Investigación Pew (Global Attitude Project), el mundo cree que China superará a Estados Unidos como líder mundial, decreciendo la creencia de los propios habitantes norteamericanos sobre el liderazgo de su país. En esa encuesta, los chinos califican las relaciones con EE. UU. como hostiles. Simultáneamente otras circunstancias vienen en desarrollo, siendo generalmente omitidas en los grandes medios de comunicación occidentales. Luego de concretar una alianza geoestratégica con Rusia, hace algunos meses, China desarrolla un plan contra el dólar en un intento de debilitarlo como moneda de reserva mundial. Así, gradualmente, permite la convertibilidad del yuan (para que pueda ser cambiada por la moneda de otro país, sirviendo como medio de pago en el comercio exterior) para que avance su uso en el comercio mundial e instalarlo como divisa de reserva. A la fecha, en China la moneda extranjera se adquiere exclusivamente en bancos públicos, y esta medida posibilitará a personas y empresas –incluidas las extranjeras– intercambiar divisas sin restricciones para la compra de bienes y acciones. Es necesario que el país sea cuidadoso con este cambio monetario trascendente, dado que puede ser víctima de la “cultura de la globalización financiera”, cuya economía ficticia e inmaterial depreda a la economía real como hemos visto en estos últimos años. El dragón ha abierto una línea de “swap” (un contrato de permuta por el cual dos países se comprometen a intercambiar una cantidad de dinero en fecha futura) con más de 20 Estados –incluida la Argentina, para cambiar pesos por yuanes– de más de dos billones de yuanes. Formalizó además un acuerdo con Rusia, Irán, Sudán, Venezuela, Angola, países en los que adquiere petróleo, para adquirirlo con yuanes. Con Japón, Australia y la India ha celebrado acuerdos de intercambio comercial a través de sus monedas nacionales. Además desarrolla una estrategia con el oro (cuya baja reciente resulta totalmente artificial e inducida desde la city londinense). Cálculos privados estiman que a la fecha China ostenta más del 35% de las reservas mundiales de oro. Se prepara de esta forma para el nacimiento del nuevo sistema monetario mundial en ciernes, siendo el metal brillante una herramienta central para ello. Cuando puedan, respaldar fuertemente el yuan con el oro, confrontándose con la realidad de los EE. UU. (la reserva federal, Banco Central privado de aquel país, deposita la mayor parte del oro de los países del mundo), del cual se duda tenga depositado el oro que dice contabilizar, el desequilibrio resultará de consideración estimando que su moneda emergerá como reserva de valor. Según recientes datos del FM y el BM, China aumentó sus reservas en moneda extranjera más de un 700%, suficiente para comprar dos veces las reservas de oro depositadas en los bancos centrales del resto del mundo. La agencia Bloomberg calcula que a finales del 2012, el país asiático disponía de 3,3 billones de dólares de reservas. Mientras tanto, la deuda pública de los EE. UU. se acerca al 110% del PBI, siendo en el caso de China del 5%; el PBI de ambos se acerca rápidamente (15.000 billones de dólares a 13 billones ) y el cambio de matriz de mano de obra hacia productos elaborados y mejor pagos comienza a sentirse en la economía asiática. Hay por cierto tensión militar entre ambas naciones (el sistema financiero de la globalización se resiste a la pérdida de hegemonía), pero una fuerte alianza militar actual con Rusia ha mejorado el desarrollo armamentístico del país. Como siempre expresamos en esta columna, se trata de otras realidades de un mundo en cambio. (*) Abogado. Docente de la Facultad de Economía de la UNC


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