Tarifas de los servicios públicos

Hoy la población de todo el país está conmocionada por los continuos aumentos de las tarifas de los servicios públicos, que desde que este gobierno asumió resultan totalmente desproporcionados con respecto a los índices de inflación, y ni hablar de los aumentos salariales, o de las jubilaciones.

Cuando hablamos de las tarifas de los servicios, las mismas están resultando no solo impagables para grandes sectores de la sociedad, sino también para una innumerable cantidad de empresas pymes y no pymes que se ven arrojadas al cierre definitivo de sus establecimientos.

Pero el hecho más destacable es que desconocemos cómo están conformados esos valores y cómo se pactaron, los costos reales, los montos por las que fueron y continúan siendo subvencionadas directas y/o indirectamente por el Estado, es decir por nosotros; desconocemos las obras de mantenimiento y los montos de inversiones realizados; y cuántos de los contratos de concesión cumplieron y cuántos dejaron de cumplir.

Entonces me pregunto y les pregunto: ¿de qué estamos hablando cuando el gobierno inconsultamente aumenta el precio de los servicios, cuando el servicio que prestan cada día es más deficiente? Valgan como ejemplos la luz que a diario cortan y no dan ninguna explicación del por qué del corte ni del tiempo del mismo y la telefonía móvil, ya que resulta prácticamente imposible comunicarse cuando estamos a solo pocos kilómetros de Buenos Aires, y por otra parte es un servicio que en otros lugares del mundo resulta sustancialmente más económico y mejor, aunque desconocemos los montos de inversiones realizadas y a realizar comprometidos en los contratos de concesión.

Vayamos a ejemplos concretos y demostrables: ¿cómo se realizó el tan famoso y mentado rebalanceo telefónico de la época de Menem? Esto transcurrió hace ya dos décadas atrás pero aún esta vigente. Cuando el mismo se firmó generó ese aluvión de reclamos, dudas y sospechas de irregularidades en su negociación que abarrotaron los títulos de los diarios nacionales y extranjeros, cuyas consecuencias llegaron inclusive a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Por otra parte el tiempo y las informaciones que se filtraron y verificaron demostraron ser ciertas y en este caso particular tuvieron un origen fraudulento, en perjuicio de toda la población en su conjunto. Conocemos documentadamente esta aseveración, ahora bien esto nos mueve a preguntarnos: ¿por qué no se cumple con lo dispuesto en los contratos de concesión sobre que las tarifas serían debatidas en audiencias públicas? ¿Qué intereses subyacentes impiden estas audiencias y el conocer todos los interrogantes que nos surgen de esta arbitraria forma de imponer precios, cuando sus consecuencias solo traen miseria, pobreza, quiebra de empresas, desempleo y descontento social? ¿Qué poderes particulares nacionales o internacionales se movilizan para dejar esto en un limbo de inacción y misterio? ¿Quiénes se benefician directa o indirectamente con este oculto proceder? ¿No estará ocurriendo lo mismo con Vaca Muerta? ¿Cuándo en defensa de nuestros intereses comunitarios pediremos la información necesaria para conocer públicamente lo acordado originalmente? Sí exigimos que nuestros mandantes rindan cuenta de lo que fue por ellos administrado, es lo mínimo que se le puede pedir a un administrador. Y si no lo hicieren, entonces los llevaremos a que lo hagan ante la Justicia. Mucho es lo que pasó, mucho es lo que permitimos, mucho es lo que perdimos. Digamos Basta.

Cuántas preguntas sin respuesta, cuántas por hacer y responder. El momento llegó, estamos en vísperas de elecciones generales, hagamos valer nuestro voto, exijamos la información cierta y no disfrazada, ahora o nunca. Si no lo hacemos, entonces aceptemos mansamente esta realidad y demos por incumplidas las esperanzas en el Cambio prometido y nunca concretado y continuemos con la cabeza baja camino a más pobreza y servidumbre. Este es un tema que no podemos soslayar, a todos debe importarnos, a todos nos compete, porque a todos nos afecta, perjudica y empobrece. Reaccionemos, y si no nos escuchan entonces, como bien dice nuestro papa Francisco, hagamos lío.

*Presidente Iader


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