Combatiendo al pichero

La ley del off-side (orsai), presente en el reglamento del fútbol desde su creación, viene a combatir al jugador que más polémica genera en cuanto picado se juegue en cualquier lugar del mundo: el delantero que suele estacionarse durante casi todo el partido muy cerca del arco rival, esperando alguna pelota perdida para convertir el gol. Hablamos del pichero, ese indeseable. Ese que algunos blanquean bajo el seudónimo «9 de área». Pues bien, el orsai trata en su esencia de empujar al pichero unos cuantos metros hacia el mediocampo, tantos como el último hombre de la defensa rival lo exija. Pero esa ley, que vino a terminar con la discusión si es legítima la figura del pichero, lleva la polémica en su cuerpo.

Se trata de una regla inhumana, pues tal como está escrita, es imposible de ser aplicada por el ojo humano. Muy simple: nadie puede fijar su mirada en tres sucesos al mismo tiempo: el momento de la ejecución del pase; la ubicación del (o los) posible (s) receptores del pase al momento de ser lanzado, no cuando les llega a sus pies; y la ubicación de los dos últimos jugadores ubicados que defienden (el arquero y un jugador de campo), también al momento de lanzarse el pase. ¿Cómo hacerlo todo al mismo tiempo? Imposible ¿Qué hacer entonces si el reglamento así lo pide? Quedar en manos de azar. Porque así es como se define cada situación en la que un juez de línea debe decidir si se está ante un off-side, o no. No es tanto la capacidad del lineman como el impulso instintivo a levantar o no el banderín. No hay forma de saber si alguien está habilitado en fracción de segundo.

Es sabido que la Internacional Board -encargada de modificar el reglamento- es poco propensa a hacer cambios radicales en las reglas del juego. Tanto como que en 128 años la ley del off-side fue modificada apenas tres veces: en 1925, cuando se decidió bajar de tres a dos jugadores los necesarios para no estar fuera de juego; en 1990, cuando estar en la misma línea pasó a ser lícito; y en 1995, cuando se creó el off-side pasivo, aquel jugador que estando adelantado no cometía infracción siempre que no interfiera en el juego ni a un jugador contrario, ni busque sacar ventaja desde allí.

Cambios clave para la dinámica del juego, sí, pero que aumenta el margen de error de los jueces. Así las cosas, es tiempo de pensar en la tecnología como respaldo del árbitro.

Juan Mocciaro

jmocciaro@rionegro.com.ar


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