Con testigos amenazados, comienza un juicio por homicidio en Neuquén

Este lunes será la primer audiencia y el imputado llega detenido al proceso. Las víctimas de la intimidaciones pusieron en venta su casa y se fueron del barrio para evitar problemas.

Este lunes comenzará a ser juzgado Matías Abel Eskers (30), por el homicidio César Benedicto Oliva (46). La primer audiencia del juicio estará empañada por una serie de amenazas que recibió un testigo clave del hecho. Tras las intimidaciones el hombre decidió poner en venta su casa y mudarse con su familia para evitar conflictos con vecinos.

El homicidio ocurrió el 22 de febrero del 2018. Ese mediodía Eskers y Oliva mantuvieron una discusión en la calle, según la versión de la fiscalía, Oliva corrió a Eskers y este se escondió detrás de un poste de alumbrado público, extrajo un arma de fuego y disparó tres veces, una de las balas dio en la cabeza de Oliva, quien falleció al día siguiente en el hospital Castro Rendón.

La escena ocurrió frente a la vivienda del imputado, sobre la calle Diego Pizarro al 5.200, en el sector Atahualpa I del barrioGran Neuquén Sur. Tras el ataque, Eskers se dio a la fuga y la policía lo detuvo varios meses después en su domicilio.

El 28 de septiembre del 2018 el joven fue acusado por homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego y por pedido de la defensa pública se le impuso la prisión domiciliaria con una tobillera electrónica por un plazo de cuatro meses. El 25 de enero se extendió una prorroga por cuatro meses más.

La domiciliaria fue revocada el viernes 10 de mayo cuando la fiscal de homicidio Eugenia Titanti solicitó que sea detenido con prisión preventiva por riesgo de entorpecimiento de la investigación.

En concreto, la fiscal señaló que un hombre relacionado con los círculos íntimos del imputado fue hasta la vivienda del testigo y le exigió que “no debía presentarse a declarar sobre este caso, que iban a arreglar todo con la familia de la persona fallecida”.

En diálogo con “Río Negro”, las víctimas de las amenazas explicaron que optaron por irse del barrio y que ahora quieren vender la casa porque temen ser atacados.

“Hace 13 años vivimos acá y nunca tuvimos problemas con nadie. Después de ese día comenzaron los inconvenientes, nos gritaban cosas en la calle, nos provocaban e incluso a mi esposa la han amenazada cuando llegaba del trabajo”, explicó el testigo, quien prefirió resguardar su identidad.

Por otro lado el hombre manifestó su descontento porque el día de las amenazas, los agresores tenían en su poder las declaraciones que el hombre había hecho ante la fiscalía y la policía. En ese contexto cuestionó que “es muy irresponsable que la justicia no resguarde a los testigos. Yo no sé como estas personas accedieron a esa información y los abogados deberían tener más criterio porque están exponiendo a un familia cuando hacen estas cosas”, reclamó.


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