Concejales neuquinos quieren medir el ruido urbano

La zona de boliches, el microcentro y Plaza de las Banderas estarán en el mapa sonoro. Se procura detectar si la contaminación auditiva es perjudicial para los transeúntes.

NEUQUEN (AN).- Los bocinazos de un conductor alterado que le grita a otro en la puja por un lugar para estacionar, los escapes libres de motocicletas que parecen salidas del calendario mundial de competiciones, los equipos de música de coches transformados en pequeños boliches ambulantes de vidrios bajos, pero también ensordecedoras picadas con el Río Grande y la Plaza de las Banderas como línea de llegada.

Estos son algunos de los sonidos que comenzarán a medirse en los próximos 30 días, a partir de un pedido del Concejo Deliberante para que el municipio confeccione un mapa del ruido.

La solicitud busca cuantificar los decibeles que percibe y soporta el oído de alguien que camina por el centro de la ciudad, y tomó cuerpo a partir de un proyecto de comunicación del bloque de concejales del MPN, hace unos 15 días.

El objetivo es que en adelante, luego de este primer paso, evaluaciones similares se realicen en calles troncales, otro de los puntos críticos en materia de contaminación auditiva, pero también en los barrios.

En primera instancia, se efectuarán mediciones durante los días de semana en el microcentro entre las 10 y las 13, y entre las 16 y las 18.

El pedido prevé para algún fin de semana una constatación idéntica en los extremos del eje de las avenidas Argentina y Olascoaga, dos lugares denunciados por ruidos molestos. En el caso del paseo del norte de la ciudad, son una constante las «picadas».

Lo que se trata de determinar es si el sonido ambiente excede los entre 65 y 75 decibeles que un oído humano puede soportar sin daño.

Según evaluaciones, un local nocturno mide entre 100 y 120 decibeles.

La variación está sujeta a los equipos con que cuente. La sirena de una ambulancia, por ejemplo, puede llegar a los 85 decibeles, aunque la diferencia con los casos anteriores es la frecuencia y la perdurabilidad en el tiempo.

Hasta ahora, los únicos sondeos que se realizaron en la capital provincial son en boliches. Pero no hay indicadores oficiales de cuánto mide durante el día una calle determinada de la ciudad.

No hay una normativa municipal ni provincial que penalice el exceso de ruidos en el ámbito público. El marco lo da el Código de Faltas, que sí prevé sanciones por la utilización de los escapes libres.

El objetivo principal de estas evaluaciones es conseguir la elaboración de un mapa del ruido. La concejal Emilse Troncoso principal promotora del pedido, preside la comisión de Medio Ambiente del Deliberante.

Destacó el aporte a la calidad de vida y el desarrollo urbano que los testeos de este tipo pueden proporcionar.

Sostuvo que un marco legal acorde sustentando en estas evaluaciones previas, por ejemplo, podría impactar en el sistema de salud.

«Cuando tratamos de regular el ruido estamos previniendo también en materia de salud, en la cantidad de consultas de menos que se hagan en los hospitales por problemas auditivos», fundamentó Troncoso.

Observó la necesidad de un mejor ordenamiento del tránsito como una situación que podría evitar el ruido. «Esto es algo que implica un beneficio integral. La organización del tránsito y el volumen, son un caso. Los que se encuentran con una auto estacionado en doble fila comienza tocar y a su vez el de atrás hace lo mismo», sostuvo.

A la hora de ofrecer alternativas, destacó que «los árboles son la mejor pantalla natural, y que además ofrecen una mejor calidad del aire».

Por último sostuvo que «lo que buscamos es mejorar la calidad de vida de la gente, el derecho que todos tenemos a optar qué oír y qué no».


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