Confirman ataque al piloto en accidente del 2010

Investigadores verificaron además que la nave no tenía combustible.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El informe de la Jiaac (Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil) confirmó que el piloto barilochense Alastair Whewell fue atacado por el pasajero que lo había contratado en pleno vuelo, y también que la aeronave se había quedado sin combustible cuando se estrelló en un campo de la estancia San Ramón el 23 de abril de 2010. Ambos hombres perdieron la vida en el hecho. En sus conclusiones, el organismo investigador asevera que Whewell (36) fue atacado por el turista de origen turco Levent Salim Bergkotte con gas pimienta y una navaja, pero también determinó que el avión no tenía nafta al momento de caer, y recomendó a las autoridades del Aeroclub Bariloche que prepare mejor a los pilotos. Por otro lado, el informe destacó que el Piper Cherokee PA-28 siniestrado no estaba habilitado. El informe de la Jiaac, firmado por los investigadores Alberto Rocchi y Pedro Bertacco, confirmó la agresión al piloto, y en su dictamen presumen que Bergkotte podría haberse suicidado valiéndose del piloto y el avión. También estableció el informe que “de acuerdo con lo informado por la Dirección de Aeronavegabilidad de la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil), la aeronave no se encontraba habilitada al momento del accidente” y destacó que el mismo organismo informó que “el Taller Aeronáutico de Reparación TAR 1B-375, que había efectuado la última inspección anual a la aeronave no estaba habilitado”. Por esa razón la Junta le recomendó al Aeroclub “considerar la necesidad de mantener las aeronaves de su propiedad en condiciones de aeronavegabilidad, a los efectos de contribuir con la seguridad operacional”. Entre otros reproches, los técnicos consignaron que hubo “una inadecuada planificación del vuelo, habiendo tenido la aeronave una autonomía inferior a lo registrado por el piloto en el plan de vuelo”, agregaron la posibilidad de que “la aeronave accidentada haya tenido una falta de combustible previo al momento del accidente, provocando la posible falla del motor, ya que en el lugar del suceso investigado no se encontraron indicios de combustible a bordo ni en el terreno”. Más allá de las deficiencias que pudieron haber rodeado el vuelo, la premeditación con que actuó el turista turco demuestra el hecho de que horas antes de embarcarse haya adquirido en un comercio céntrico una robusta cortaplumas suiza y un aerosol con gas pimienta, y además habría enviado una carta o mail anunciando su fatal determinación. En internet todavía pueden leerse abundantes artículos periodísticos elaborados por Bergkotte, muchos traducidos al castellano. Uno de ellos se refiere justamente a la seguridad, con el título “Aeropuerto y la seguridad de las aerolíneas: ¿cuán seguro es seguro?”, donde el experto en aviación analizaba las medidas de seguridad que se implementaron en el mundo después del 11 de septiembre de 2001, y los rigurosos controles que se realizan en los vuelos comerciales. Recordó que una vez un “aspirante a terrorista casi explotó un avión con una bomba oculta en el talón de su zapato”, y evaluó que “es más fácil ingresar una bomba a un aeropuerto que a un avión”.

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