Cuadro energético que condiciona

Entre el 2008 y el 2011, el gobierno pasó de tener un superávit primario en las cuentas publicas de casi 3% del PBI, a cerrar el año pasado con un déficit primario del 0,9% del PBI. El deterioro no es de 4 puntos, sino de 5, dado que en el medio se estatizaron las AFJP, lo que generó un incremento de los ingresos corrientes en un 1% del PBI. El deterioro fiscal observado fue casi todo en la crisis del 2009. La Argentina fue el segundo país con mayor política fiscal anticíclica en la crisis internacional del 2009 después de China (con 6% del PBI), según informó en su momento el FMI. Pero en el 2010 y 2011, el contexto internacional y la cosecha local se recuperaron y con ella la economía. No obstante, las cuentas públicas nunca lograron recomponerse, en buena medida por las crecientes exigencias que demandó no sincerar la situación energética. En igual período, el país perdió la condición de autoabastecimiento energético, lo que incrementó exponencialmente el costo fiscal que conlleva sostener el precio de la energía subsidiada en la economía. Para cuantificar, simplemente alcanza con recordar que del autoabastecimiento se pasó a importar más de 50 barcos de GNL el año pasado, para inyectar gas a la red nacional, además de lo que ya se importa desde Bolivia. En su conjunto, el gas importado ya explica cerca del 20% de la oferta local de gas. Para el 2012 el gobierno llamó a licitación 80 barcos, los cuales ya tiene adjudicados cerca de 50. La recuperación de los ingresos tributarios con el crecimiento económico, el Estado la destinó en importar energía a precio internacional para venderla subsidiada en el mercado local. Vale recordar que el año pasado la economía importó energía por 9.400 millones de dólares, magnitud superior a las exportaciones de hidrocarburos, lo que generó el primer déficit comercial energético por 3.200 millones de dólares. La economía desacelera. En los últimos cuatro meses los números de crecimiento oficiales pasaron del 10% al 5,5%, y un peldaño más abajo pero con igual tendencia las estimaciones privadas. No obstante, la importación de energía continuará en alza incluso si el crecimiento se estanca, por el simple descenso de la producción de energía interna. En una economía sin financiamiento externo, la vulnerabilidad económica llegó cuando se perdieron los superávits gemelos. La creciente necesidad de importar energía suma presión sobre un ajustado mercado de cambios, lo que nos deja en la puerta de la restricción externa. En tanto la falta de superávit primario hace más difícil convencer a mercados de la capacidad de pago si sólo se depende del stock de reservas del BCRA. En suma, esconder la situación energética se llevó puesto los superávits gemelos y ya amenaza el crecimiento. (*) Economista jefe de Econométrica

RAMIRO CASTIÑEIRA (*)


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