Patagónica de Shangai: Haien, la joya del pop electrónico

A los tres años, se instaló en Comodoro Rivadavia, donde se crió. Radicada en Buenos Aires, desarrolla una interesante carrera musical. Argenchinesa es su último disco.

Por Mauro Moschini

La letra de “Olive tree”, la canción con que termina Argenchinesa, el más reciente disco de Haien, es un poema titulado “El olivo de mis sueños”, escrito por la escritora china San Mao. Hay muchas traducciones posibles de ese poema, pero una que comparte Haien por WhatsApp dice así: “No me preguntes de donde soy, mi ciudad natal está muy lejos”. ¿En qué ciudad habrá pensado Haien cuando grabó la canción? ¿En Shangai, donde nació y pasó sus primeros 3 años de vida? ¿En Comodoro Rivadavia, donde pasó su infancia y adolescencia? ¿En Buenos Aires, donde vive desde que terminó la secundaria y además de cantar y grabar canciones trabaja como actriz y modelo?


La versión más famosa de esa canción es la de la cantante taiwanesa Qi yu, incluida en su primer disco, de 1979, y en una taquillera película de Hong Kong estrenada ese mismo año. La música es de Li Tai-Hsiang, también oriundo de Taiwán, y un destacado director de orquesta y compositor de música clásica que por esos años incursionó en la producción de música pop. En 1980 él mismo produjo la versión que grabó Sally Yeh, otra cantante taiwanesa (aunque criada en British Columbia, Canadá) en inglés. Desde entonces, ambas versiones han sido grabadas muchísimas veces.


San Mao merece un párrafo aparte en esta nota porque, como afirmó la crítica literaria argentina residente en China Lucila Carzoglio, la escritora china “representa un caso único para estudiar las representaciones de Hispanoamérica en la literatura china contemporánea”. Entre muchas otras cosas, tradujo al chino las tiras de Mafalda y escribió crónicas de viaje por este continente (que aun están por traducirse a nuestro idioma). Su segundo marido fue José María Quero Ruiz, un buzo cuyos padres vivieron en Argentina durante muchos años y era originario de Jaén, tierra pródiga en olivos. Por eso San Mao, al dedicarle el poema, eligió ese árbol como símbolo de un hogar al que nunca se deja de volver en el recuerdo. Hoy el poema está grabado en piedra junto a la tumba de José María.


La versión que grabó Haien tendrá que considerarse desde ahora como una de las más destacadas. No es fácil encontrar una manera personal de cantar y grabar una canción con tanta historia. Quizás la madurez como cantante que se puede notar en su delicada y sobria interpretación se deba a que Haien ya grabó tres canciones en chino. “Shangai”, un single que lanzó hace diez años, fue la primera de todas, y es una composición original de Haien, algo que da cuenta de su audacia, ya que –como ella misma suele aclarar– su manejo del idioma no es perfecto. Quizás sea porque además de cantante es compositora que Haien logra crear su propia manera de interpretar canciones compuestas por otros. Su primer disco solista, La Respuesta, de 2015, termina con su cover de “Nǐ kuàilè suǒyǐ wǒ kuàilè”, muy superior a la original de la estrella pop Faye Wong. Su segundo disco, Olas, termina con una versión de “El río y tu” de Mercedes Sosa. “Se da orgánicamente que termino el disco y me gusta la idea de reinterpretar una canción que con su mensaje me interpela en ese momento”, cuenta Haien desde Buenos Aires, donde está preparando la presentación en vivo de Argenchinesa (neologismo que Haien define como “la combinación en palabras de mi identidad china taiwanesa y argentina”).

P: ¿Cómo comenzó el proceso de creación de este disco?
R:
Algo fundamental fue abrir el juego y animarme a experimentar más. Previamente hice una investigación sobre la música china, la ópera de Beijing, e instrumentos de la música tradicional China. Durante estos últimos tiempos empecé a tener más inquietud por mis raíces y creo que una manera de acercarme a ellas es a través del arte. Me encontré con un mundo sonoro muy lindo. No sé si me daba para hacerlo muy literal pero se me abrió la posibilidad de experimentar con estos sonidos, que tienen que ver con mis orígenes. A partir de esa investigación decidí ir grabando cositas que me fui encontrando, fragmentos de ópera que encontré en YouTube.

P: También esto se ve en las letras…
R:
Sí, porque mezclé español con chino. Eso es un reflejo bastante directo de cómo hablé siempre con mis padres. En Comodoro Rivadavia no había escuela china, así que el idioma en que mejor me manejo es el español, pero mis padres se manejan mejor con el chino. Se va armando como un patchwork de español, chino mandarín y el dialecto shangainés, que es lo que hablé siempre con mi mamá.

P: Y en el final de la canción YingYang incluiste un audio del subte de Shanghai
R:
Eso es una grabación de cuando viajé allá en 2013, por primera vez. Siempre quise que formara parte de alguna canción, y terminó quedando al final de esa, con la que iba a terminar el disco. Pero después me encontré con Guido Nisenson, que es un gran productor y músico, y le propuse grabar una versión de “The olive tree”, que fue grabada en vivo y en directo, y por eso contrasta con el resto de las canciones del disco, que produjo Ariel Polenta.

«En mis letras mezclé español con chino. Es un reflejo bastante directo de cómo hablé siempre con mis padres”.

Haien

P: Las canciones chinas que cantás ¿las conocías de cuando eras chica?
R:
Me han llegado de distintas maneras. Por ejemplo, “Olive tree” me llegó porque descubrí a la escritora San Mao y estuve leyendo su biografía y algunos libros suyos. Me pareció un personaje súper interesante y outsider para su época. Leyendo su biografía encontré que estaba esta canción muy conocida en China y Taiwán que tiene letra suya. Estuve buscando diferentes escritoras chinas y me sentí cercana en la manera de pensar de San Mao y también de Xiao Hong, de ella leí la novela Cuentos del río Hulan [título de la traducción de Qu Xianghong y Joaquín Jurado. También conocida como Historias del río Hulan, en la traducción de M. A. Petrecca], una novela autobiográfica ambientada en la China rural de principios del siglo XX. Ella tiene una mirada muy sensible y a la vez muy cruda, observa con mucha inocencia la crueldad de cómo funcionaba la sociedad en ese contexto. Tiene partes muy poéticas y muy lindas, descripciones de una vida más simple, la vida del campo.

P: Te gusta mucho leer, nombrás muchas escritoras argentinas también en tus entrevistas .
R:
Le empecé a dar más bola a la lectura en los últimos años, porque sentí que necesitaba comunicar mejor. Me parece fundamental tener data para poder comunicar, contar, inspirarse, crear… y a lo chino o con lo asiático en general entré mucho por el lado del cine o de la música, pero ahora estoy ahondando en la lectura.

P: Vos hiciste cine también, y trabajaste de modelo
R:
Sí, hice muchos trabajos publicitarios y como actriz. Eso es un trabajo que hice durante mucho tiempo y que eventualmente sigo haciendo. Creo que me complementa: entrar y salir de un personaje es algo que también está presente en la música.

P: ¿Cómo fue descubrir la música en Comodoro Rivadavia?
R:
En Comodoro tuve las primeras presentaciones en la escuela o en la iglesia, las primeras bandas en los últimos años del secundaria, donde participé como cantante y compuse varias canciones. Siempre, desde que era chica y tuve mi primera guitarra, componía aunque sea canciones con dos tonos. Creo que siempre hay algo para decir y para expresar.

P: En “Adrenalina y corazón”, una canción de tu disco Olas, trabajaste con Shaman Herrera, que también es de allá
R:
Con Shaman nos conocemos de la época de la secundaria, yo tocaba con Silvestre, el hermano de él, en una banda y siempre quedamos conectados a través de la música y en colaboraciones. Hace varios años canté en un canción de él [“Siempre y cuando” de En el mundo de fuego] y las primeras canciones que subí a MySpace, me había grabado Shaman.

P: En algunas entrevistas contaste que en Comodoro no había una colectividad china, que recién encontraste algo así cuando fuiste a Buenos Aires
R:
Ahora hay más chinos en Comodoro, pero en los ‘90 casi que no había. La colectividad china en Buenos Aires la descubrí de diversas formas: a través de trabajos actorales, participando en los festejos del año nuevo chino, que lo hice durante varios años consecutivos. Acá lo bueno es que los chicos que vienen de chiquitos a Argentina pueden aprender los dos idiomas en la escuela. A través de trabajos de actriz me crucé con Nacho Wang, un actor y diseñador gráfico taiwanés que se crió desde muy chico en Argentina [coprotagonista junto a Ricardo Darín de la película Un cuento chino], y él colaboró con la puesta en escena para el arte de tapa en este disco. Fue muy lindo y significativo poder colaborar con alguien que es de allá y que tiene una visión artística y estética más marcada por lo chino.

P: Fuiste a Shanghai en 2013 ¿desde entonces pudiste volver?
R:
Desde que llegué a Argentina en 1990, cuando tenías 3 años, no había vuelto allá. Volver en 2013 fue conocer familiares y una parte de mis raíces, saber de dónde vengo. Todavía me falta la parte taiwanesa, no conozco Taiwán. Mi mamá es de Shanghai y mi papá de Taiwán. Fue un viaje muy revelador. Precisamente cuando volví fue que decidí ponerme las pilas con sacar un material propio. El primer single que saqué, en 2014, se llama Shanghai y habla de ese viaje.

P: La letra de esa canción la compusiste vos misma en chino y ya hiciste un par de covers de cantantes de allá ¿no pensaste llegar con tu música a China?
R:
Me parece una posibilidad. No sé cómo tendré que hacer. Debería conocer más personas del circuito artístico de allá. Justamente Guido Nisenson colaboró con varios artistas chinos independientes, de ahí se generó una química para hacer algo juntos. Para mí la música va viajando y tiene sus tiempos. Tarde o temprano llega a los oídos que tiene que llegar


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