Los desafíos de la educación para el desarrollo local

La vinculación entre la enseñanza secundaria, el mundo laboral y los sistemas productivos es materia de discusión en varios sectores. Hay coincidencia en que hay falencias y desconexiones que se necesitan superar.

No hay discusión en Argentina sobre la importancia que tiene la educación para el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, las diferencias comienzan a la hora de analizar cómo se pueden desarrollas las sinergias entre los distintos actores del sistema educativo, los gobiernos y el sector privado para mejorar un sistema que a todas luces tiene muchas falencias. Donde 8 de cada 10 estudiantes de último año de secundaria no alcanzan niveles satisfactorios en matemática, y 4 de cada 10 en lengua. Existe una deserción superior al 30% y solo el 40% de los estudiantes logra graduarse en los plazos establecidos. Muchos jóvenes, sobre todo de los sectores más vulnerables, encuentran dificultades para incorporarse al mercado laboral, ya que las mayores tasas de informalidad y precarización se dan en la franja etaria entre los 18 y 29 años.

Los vínculos entre el sector productivo y la educación han sido un tema de fuerte debate entre distintos sectores. Desde quienes piensan que una excesiva injerencia de las empresas y de los criterios empresarios puede terminar “mercantilizando” una actividad que debiera servir para formar personas y ciudadanos críticos y responsables, a otros que apuntan a distintos actores del sistema por la desconexión entre lo académico y las necesidades reales de la economía en la que se van a insertar los jóvenes, entre lo que enseña la escuela y las habilidades que demanda un mundo laboral en rápida transformación.

La última encuesta de calidad de vida de la Fundación Colsecor revela una alta valoración entre los jóvenes de la educación y las universidades públicas (62%), aunque también cuestionan la falta de oferta educativa terciaria/universitaria y las oportunidades laborales en sus ciudades (65%), y apuntan en mayor medida a carreras no tradicionales y se quejan de la dificultad para insertarse laboralmente en sus entornos.

Jorge Colina, presidente del Instituto para el desarrollo Social Argentino, Idesa, señala en uno de sus informes que una de las principales falencias del sistema educativoa argentino es un enfoque casi exclusivo en la preparación de los adolescentes y jóvenes para un eventual futuro en carreras terciarias y universitarias, mientras que la “educación vocacional” (que prepara para el mundo del trabajo a quienes no quieren o no pueden acceder a la educación superior) está muy poco desarrollada y tiene numerosas trabas tanto institucionales como legislativas.

Para debatir sobre el rol de la educación en el desarrollo, la mejora en la productividad y la calidad del empleo en Argentina y los vínculos entre el sector productivo y el sistema educativo, se realizó hace unos días una presentación de varias organizaciones en la Feria del Libro.

Entre otros, estuvieron representantes del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) que presentaron una propuesta en este sentido: cómo alinear esfuerzos entre lo público y lo privado, y asumir el desarrollo como un proceso inclusivo que potencie el talento argentino, que promuevan la innovación y la formación para aprovechar el potencial que tiene nuestro país en la industria del conocimiento, la energía y el turismo, entre otras áreas.

Al respecto, Debates dialogó con Carla Paparella, licenciada en Educación y docente, coordinadora del área de Educación de Cippec.

Carla Paparella, coordinadora Educación de Cippec.

Paparella sostuvo que el tema de la relación entre educación y trabajo “está muy atravesado por una mirada en la cual la educación no es solo una estrategia para mejorar el desarrollo económico, en lo cual estamos absolutamente de acuerdo. La educación es mucho más: es formación ciudadana, un encuentro con otros, la construcción colectiva de conocimiento, etc. Pero también está claro que es necesario ampliar la discusión de esta política pública. No es posible imaginar una Argentina con crecimiento, con mayor empleo de calidad, productiva, sin vincularlo una estrategia de desarrollo potente que tenga como eje central la educación” señala.

Por otra, parte ha habido una fuerte ampliación del acceso de la población y de sectores vulnerables al secundario, aunque con una calidad desigual. “Desde mediados de los 2000 hay un crecimiento muy grande de estudiantes que acceden al nivel secundario y esto es un logro muy importante, porque históricamente fue pensado de modo muy elitista, pensado como formación de un grupo privilegiado. Que la mayoría de quienes terminan la primaria accedan al secundario es un logro, un derecho. Pero encontramos falencias: el 70% logra terminar entre el sistema común y otras modalidades, pero se queda afuera el 30%, la mayoría de sectores vulnerables”, agrega la investigadora.

Además, en buena parte del sistema “persiste una mirada academicista, muy alejada de la práctica, de los conocimientos, capacidades y habilidades requeridos en los entornos laborales. Por esto, desde Cippec señalamos que es importante entender que la educación como un sector muy relevante para poder proyectar una Argentina con desarrollo sostenible e inclusivo, y esto implica no solo pensar en la formación superior, las universidades, sino en la formación laboral específica, también desde la secundaria” añade Paparella. Agrega que “la secundaria es el último nivel educativo por el que pasa la mayoría de la población. Es decir, es una instancia privilegiada y estratégica porque es lo que más podemos asegurar que van a recibir todos. Y allí es necesario asegurar en las escuela normales, no sólo las técnicas, acercar un poco a los estudiantes a qué implica un entorno laboral, qué tipo de dinámica suele caracterizar a este tipo de realidad, qué es muy distinta a la escuela” agrega.

En este punto, sindicatos docentes y sector críticos cuestionan a menudo este enfoque, porque estiman que una excesiva injerencia de las empresas y criterios de mercados pueden distorsionar el rol de la educación, de formar personas críticas e independientes.

“ Creo que esta visión tiene varios puntos interesantes y que habría que claramente contemplar. La decisión de qué enseñamos en cuanto a contenidos, capacidades, el perfil de estudiante que pretendemos, el nivel educativo y demás, es una decisión que claramente tiene que tomar el Estado nacional y provincial” señala la académica. “Pero también es cierto que la escuela secundaria tiene una propuesta que a menudo está muy alejada de los intereses de los jóvenes, de sus preocupaciones cotidianas. El trabajo, hoy por hoy, es la forma que tenemos de ganar autonomía, de desarrollarnos y tener más libertad para diseñar nuestra vida. Y a menudo el temor a habilitar al sector privado en la discusión educativa inhibe a esos jóvenes de una educación mucho más aggiornada, mucho más pertinente para lo que necesitan y que les dé mejores herramientas para desplegar su potencial y ser más autónomos” contesta la investigadora.

Agrega que “proponemos complementar y estipular roles muy claros que tiene que asumir el Estado para que se pueda pensar una propuesta pedagógica con puentes más abiertos hacia el mundo laboral, pero donde no se habilita cualquier cosa. El caso típico: no se pueden definir pasantías en empresas para vayan a lavar copas”, agrega.

“ Proponemos una mirada regional en las procesos educativos, porque Argentina es muy heterogénea, con áreas como Patagonia donde la energía, la minería y el turismo se están desarrollando con fuerza y podría abrir oportunidades a los jóvenes. Nosotros hemos hecho estudios con algunas localidades y provincias y hay mucha desorganización en la propuesta formativa terciaria y en las universidades. Se trata de poder tener una mirada más estratégica y decir: si en nuestra provincia o ciudad tenemos estas áreas económicas fuertes o con potencial de desarrollo. ¿En qué medida la propuesta formativa está contemplando todo lo que esta área económica podría llegar a requerir ? ¿Estamos dando respuesta a esa necesidad o no? La variable del talento humano es muy importante para el desarrollo económico regional, y sobre todo en los jóvenes , que son quienes más dificultades tienen para el ingreso laboral. Es un sector de la población que tiene menor acceso a empleos y ni hablar a empleos de de calidad en sentido empleos formales ” agrega la investigadora.

Paparella asegura que cada región o provincia debiera preguntarse: «¿cuáles son los sectores estratégicos de la región? ¿Qué ofertas educativas puedo puedo garantizar si es que no existen? Y también especialmente a qué públicos las puedo dirigir, quienes son los que tienen mayores barreras para acceder al empleo. Esta es un poco la la conjunción que queremos empezar a instalar en Cipec. Integrar desarrollo económico, educación y empleabilidad. Pensar esos tres esos tres áreas combinadas para en definitiva poder dar mejores ofertas y oportunidades a la población», concluyó.


No hay discusión en Argentina sobre la importancia que tiene la educación para el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, las diferencias comienzan a la hora de analizar cómo se pueden desarrollas las sinergias entre los distintos actores del sistema educativo, los gobiernos y el sector privado para mejorar un sistema que a todas luces tiene muchas falencias. Donde 8 de cada 10 estudiantes de último año de secundaria no alcanzan niveles satisfactorios en matemática, y 4 de cada 10 en lengua. Existe una deserción superior al 30% y solo el 40% de los estudiantes logra graduarse en los plazos establecidos. Muchos jóvenes, sobre todo de los sectores más vulnerables, encuentran dificultades para incorporarse al mercado laboral, ya que las mayores tasas de informalidad y precarización se dan en la franja etaria entre los 18 y 29 años.

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