Depredadores on-line

COLUMNISTAS

La pedofilia es uno de los primeros puntos de contacto de la trata de personas: el fin es captar, reclutar y luego someter a chicos y chicas para finalmente incorporarlos al sistema de la trata. El delito de trata de personas, y en especial con fines de explotación sexual infantil, genera anualmente a nivel mundial más de 32.000 millones de dólares de ganancia (sólo la industria de la pornografía infantil genera por año el 60% de esa cifra, es decir 19.000 millones), ubicándose como el segundo negocio delictual más rentable, seguido por el tráfico de armas y sólo superado por el narcotráfico. Según informes internacionales oficiales, en la Argentina los dos principales delitos virtuales están relacionados con la pedofilia y la pornografía infantil.

Por ello, el vehículo más utilizado de acercamiento o abordaje a las potenciales víctimas sexuales son las redes sociales que, por sus características (anonimato, fácil implementación de perfiles o identidades falsas y, fundamentalmente, la falta de conciencia ciudadana), proliferan y se diversifican a una velocidad superior a las actuales leyes y normativas de internet, como así también a los recursos con los que cuentan las distintas fuerzas de seguridad que intentan combatirla. Sólo en el 2010 a nivel mundial se identificaron más de 13.000 sitios con contenido de pedofilia (páginas web, redes sociales, servicio de intercambio de archivos fotos y videos, direcciones de correo electrónico, etc.). Según especialistas en la materia, actualmente en nuestro país resulta más complejo investigar una red de distribución de imágenes de pornografía infantil que una red de narcotráfico.

Estos “depredadores sexuales de la red”, basándose en el exponencial crecimiento de estas nuevas tecnologías, han logrado equiparar y unificar las diferentes clases sociales, ya que nadie a esta altura resulta ajeno al uso de internet, generando así un universo de mercado descomunal donde actualmente más de 850 millones de personas en todo el mundo son usuarios de alguna red social. De éstos, aproximadamente el 80% tiene entre 12 y 30 años, siendo la franja etaria de 12 a 19 la que mayor frecuencia de uso realiza en internet (este sector es el más vulnerable a ser víctima de acoso, secuestro y/o explotación sexual).

En este sentido, las encuestas y estadísticas efectuadas en diferentes partes del mundo exponen algunos datos inquietantes sobre su uso: el 50% de los adolescentes suele dar información personal en internet, el 60% sube fotos propias y más del 80% de los niños accede a internet sin control de los padres, advirtiendo además que, en la mayoría de los hogares, no se aplican filtros de contenidos para niños. En su imaginario, el concepto de privacidad es remoto. En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los datos exhiben el nivel de vulnerabilidad de los chicos asociado a la evidente pasividad, falta de diálogo e ignorancia de los padres, donde el 90% manifiesta que en su casa no hay reglas de uso de internet, un 56% acepta conectarse con gente que no conoce personalmente, mientras que el 50% de los padres no conoce el “nick” (apodo) de los contactos de su hijo y dos de cada tres padres desconocen a qué red social está suscripto su hijo.

Es por este medio que el pedófilo o depredador sexual busca generar el primer contacto con los niños: indaga sobre preferencias y actividades de los chicos, deporte, música, la institución educativa a la que pertenecen y hasta su situación sentimental con el único fin de obtener información que le permita agrupar a sus futuras víctimas por edad, gustos o aptitudes para luego producir el ataque sexual o la captación del joven con fines de explotación sexual.

El robo de identidad en la red, la distribución de pornografía infantil, la extorsión, el acoso y el hostigamiento virtual son las nuevas tendencias del cibercrimen y se expanden en las redes sociales a pasos agigantados. Los ataques digitales evolucionan año tras año, fortaleciéndose conforme a las mejoras de las aplicaciones tecnológicas para luego atacar el eslabón más débil: los jóvenes.

RODRIGO BONINI

Especialista en Política Criminal

RODRIGO BONINI


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