“Desubicado insulto”
Son demasiados los sociólogos y filósofos que vienen advirtiéndonos, desde hace más de una década, que la masificación del consumo es pensar a la humanidad tomada por una vida social y política transformada en una fantasmagonía espectacular, donde la mercancía ha entrado en la vida de los hombres como un gran fetiche y un nuevo Dios. Donde las personas no son tomadas en cuenta, sino mediatizadas por lo virtual. El gran capital de hoy es la vida de la imagen y sus consecuencias son sostener la apariencia en desmedro del ser. Para no beber de esta “leche del mal” es necesario entonces no desanudar la palabra de su sostén de apariencia, dejar que circule vía la metáfora y la metonimia, pues sacarla de su envoltura formal deja al sujeto desmochado y sin la posibilidad de lazo con los otros. Esta forma de discurso desafectivizado no es nada más que otra manifestación del modelo individualista nacido en la globalización y la caída de los modelos de referencias y de la permanente insatisfacción interior. Al negar el ser en desmedro de la apariencia eliminamos al otro, como un sacrificio más en aras nuestra autogratificación. Joan Melich sostiene que “la palabra se convierte en perversa si es incapaz de dirigirse al otro con cordura y equidad. Allí la palabra es inhumana, sin lo ético en el decir, la semántica de la cordialidad (y sin ésta, la convivencia) es imposible. La palabra es inhumana cuando no incluye el cuidado del otro”. No existe modo más directo de leer el pensamiento de las personas que a través de su lenguaje. El pensamiento nunca es algo oculto, aunque puede ser negado. Muy por el contrario, es algo muy abierto a quien mantiene sus oídos atentos. Con estas humildes líneas quiero responder al desubicado insulto que, por vía privada, recibí de quien debido a la crítica que realicé públicamente por la mala educación (punto esencial de mi anterior carta de lectores y que, como de costumbre –bien argentina– fue propicia a varias interpretaciones ajenas a su claro enunciado) con que fui tratado por un integrante de la comisión directiva de la entidad aero deportiva. Respecto a su deseo de que yo me dirija a visitar la intimidad genital de mi hermana, le comento que eso será imposible, ya que ella se encuentra en calidad de desaparecida desde julio de 1977, cuando fue secuestrada por fuerzas militares de la dictadura, en la entonces Capital Federal. Aprovecho la oportunidad para recomendar a quienes quieran conocer cómo maneja el lenguaje una pequeña (y reprochable) parte de quienes practican vuelo en la región que visiten www.aeroforo.com (espacio comunidad) y que cada uno saque sus propias conclusiones. Sergio Giardino, DNI 12.345.445 Neuquén N de la R. Este diario se reserva el nombre de la persona mencionada en la carta
Son demasiados los sociólogos y filósofos que vienen advirtiéndonos, desde hace más de una década, que la masificación del consumo es pensar a la humanidad tomada por una vida social y política transformada en una fantasmagonía espectacular, donde la mercancía ha entrado en la vida de los hombres como un gran fetiche y un nuevo Dios. Donde las personas no son tomadas en cuenta, sino mediatizadas por lo virtual. El gran capital de hoy es la vida de la imagen y sus consecuencias son sostener la apariencia en desmedro del ser. Para no beber de esta “leche del mal” es necesario entonces no desanudar la palabra de su sostén de apariencia, dejar que circule vía la metáfora y la metonimia, pues sacarla de su envoltura formal deja al sujeto desmochado y sin la posibilidad de lazo con los otros. Esta forma de discurso desafectivizado no es nada más que otra manifestación del modelo individualista nacido en la globalización y la caída de los modelos de referencias y de la permanente insatisfacción interior. Al negar el ser en desmedro de la apariencia eliminamos al otro, como un sacrificio más en aras nuestra autogratificación. Joan Melich sostiene que “la palabra se convierte en perversa si es incapaz de dirigirse al otro con cordura y equidad. Allí la palabra es inhumana, sin lo ético en el decir, la semántica de la cordialidad (y sin ésta, la convivencia) es imposible. La palabra es inhumana cuando no incluye el cuidado del otro”. No existe modo más directo de leer el pensamiento de las personas que a través de su lenguaje. El pensamiento nunca es algo oculto, aunque puede ser negado. Muy por el contrario, es algo muy abierto a quien mantiene sus oídos atentos. Con estas humildes líneas quiero responder al desubicado insulto que, por vía privada, recibí de quien debido a la crítica que realicé públicamente por la mala educación (punto esencial de mi anterior carta de lectores y que, como de costumbre –bien argentina– fue propicia a varias interpretaciones ajenas a su claro enunciado) con que fui tratado por un integrante de la comisión directiva de la entidad aero deportiva. Respecto a su deseo de que yo me dirija a visitar la intimidad genital de mi hermana, le comento que eso será imposible, ya que ella se encuentra en calidad de desaparecida desde julio de 1977, cuando fue secuestrada por fuerzas militares de la dictadura, en la entonces Capital Federal. Aprovecho la oportunidad para recomendar a quienes quieran conocer cómo maneja el lenguaje una pequeña (y reprochable) parte de quienes practican vuelo en la región que visiten www.aeroforo.com (espacio comunidad) y que cada uno saque sus propias conclusiones. Sergio Giardino, DNI 12.345.445 Neuquén N de la R. Este diario se reserva el nombre de la persona mencionada en la carta
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