Deuda y una economía en recesión esperan al próximo gobierno en Ecuador

Diego Sánchez/AFP


Tras la bonanza petrolera de la que gozó el socialista Rafael Correa (2007-2017), Lenin Moreno debió encarar serias dificultades económicas


Trabajadores electorales trasladan las urnas desarmadas a un local de votación.

Ecuador, que mañana elige un nuevo presidente, afronta un endeudamiento externo crónico y una crisis financiera agravada por la pandemia y la inestabilidad del precio del crudo, del cual depende su economía.

Tras la bonanza petrolera de la que gozó su antecesor, el socialista Rafael Correa (2007-2017), el mandatario Lenin Moreno debió encarar serias dificultades económicas, que lo llevaron a engrosar la deuda al acudir a organismos de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El rol del FMI

“Apoyarse en el Fondo es una manera de ordenar las cosas con una buena asesoría”, dijo a la AFP el analista Pablo Lucio Paredes, catedrático de la privada Universidad San Francisco de Quito.

Esa estrategia dio alivio a la dolarizada economía ecuatoriana, pero el pasivo externo pasó entonces de unos 26.897 millones (26% del PIB) a unos 42.383 millones de dólares (44% del PIB), entre mayo de 2017, cuando asumió Moreno, y noviembre pasado, según los últimos datos disponibles del Banco Central.

La situación, que críticos del correísmo atribuyen al despilfarro durante esa década en la que el petróleo mantuvo un promedio alto, empeoró con la aparición del covid-19, que además de un impacto económico desató una crisis social y sanitaria.

“En un entorno de debilidad, de mal manejo económico, nos encuentra el coronavirus poco preparados y amplifica todos los problemas”, dijo a la AFP el analista Alberto Acosta Burneo, del grupo Spurrier.

La pandemia deja pérdidas estimadas por encima de los 6.400 millones de dólares en el conjunto de la economía, que se contraerá 8,9% en 2020, de acuerdo con la proyección oficial.

Además, ha afectado al mercado laboral: el índice de desempleo trepó desde 3,8% en diciembre de 2019 hasta 8,59% en septiembre pasado, según el último dato difundido.

Brecha fiscal

Aunque los pronósticos prevén una recuperación del 3,1% para la economía ecuatoriana en 2021, al próximo gobierno le esperan grandes desafíos.

El principal será “reducir una brecha fiscal que bordea los 5.000 millones de dólares”, señaló Acosta, quien aboga por “la vía ortodoxa, de poner en orden las cuentas fiscales, tanto como el gasto” para encauzar la economía.

Los favoritos para la elección presidencial son el economista de izquierda Andrés Arauz (35 años), delfín de Correa, y el exbanquero de derecha Guillermo Lasso (65), además del líder indígena y antiminero Yaku Pérez (51), alineado con la izquierda.

Los candidatos plantean diferentes modelos económicos para este país de 17,4 millones de habitantes. El contrapunto está en “la otra vía, la heterodoxa o la creativa, entre comillas, en la que se dice que la austeridad es mala”, sostuvo Acosta, haciendo referencia a la propuesta de Arauz.

Para reactivar la economía en medio de la pandemia, Arauz promete entregar 1.000 dólares a un millón de familias en su primer mes de gestión si accede a la presidencia. Lasso y Pérez coinciden en la propuesta de generar un millón de empleos en un hipotético primer año de gobierno.

Oxígeno

Durante la administración de Moreno, se implementaron medidas para disminuir la dependencia del petróleo, principal producto de exportación.

El país se abrió en 2019 a la minería a nivel industrial y aspira a que ese sector aporte un 4% del PIB en 2021 frente al 1,6% de ese año.

Moreno, quien entregará el poder el 24 de mayo, “hizo varias cosas bien” como “la reducción del gasto, algunas reformas laborales, la lucha contra la corrupción, encaminar un tratado de libre comercio con Estados Unidos”, evaluó Paredes.

Luego de obtener nuevos créditos, el gobierno de Moreno logró en agosto pasado un acuerdo con sus acreedores para reestructurar unos 17.400 millones de dólares del pasivo en bonos.

Es el “mayor logro de Moreno”, estimó Acosta respecto a una reducción de 1.540 millones de dólares en el capital y una disminución de la tasa de interés promedio de 9,2% a 5,3%.

Eso dará oxígeno a la nueva administración. “Todos los acreedores pueden estar seguros de que respetaremos la renegociación”, indicó Lasso, mientras que Arauz opinó que eso “da un espacio para respirar al país por varios años”.


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