Diamante negro: las primeras trufas de la Patagonia son de Choele Choel

La familia Castro logró un récord en el Valle Medio: obtener estos preciados “diamantes negros” del mercado gourmet.

Llevó tiempo. Pero al final, hubo recompensa. Tras ocho años de intenso trabajo, la chacra de Humberto Castro, en Choele Choel, dio sus primeras trufas negras, ese ingrediente gourmet y sofisticado que sólo se consigue en unos pocos restaurantes .

Estos “diamantes negros”, como se las denomina, son las primeros que se obtienen en suelos de la Patagonia.

Y si llegan a la categoría de piedra preciosa entre los hongos es porque cotizan alto y son muy valorados dentro de la gastronomía mundial. Las trufas compiten en la misma categoría que el caviar o el azafrán. ¿Una muestra? Un kilo de algunas trufas llegar a los 3.000 dólares en alguna subasta.


Lo cierto es que el largo camino que recorrió Humberto comenzó hace varios años, mientras miraba un programa de televisión de cocina donde mostraban un plato preparado con esos extraños hongos.


Se imaginó cultivándolos en su chacra, averiguó, y terminó por hacerlo.
Cultivar trufas requiere paciencia. Es que hay que plantar los árboles inoculados con el hongo, y luego esperar -mucho- para que comience la producción. A Humberto, la plantación experimental le demandó ocho años de extremo cuidado, siguiendo los consejos y el asesoramiento de Rafael Henríquez, de AgroBiotruf de Chile.


Humberto adquirió las plantas con micorrizas del fruto. en la firma Trufas Argentinas, de Agustín Lagos, y eligió las variedades Quercus robur y Encina.
Y después esperó, hasta que el domingo pasado, encontró su tesoro: las primeras trufas negras de la variedad “robles” .


La tan preciada trufa es un hongo comestible que elige las raíces de los árboles, como las encinas, los robles y los avellanos, para vivir en simbiosis con ellos y aprovechar el azúcar que produce el árbol, y los nutrientes de la tierra.


La temporada de cosecha comienza a mediados de mayo y finaliza a mediados de septiembre.
En la chacra de la familia Castro, los primeros ocho frutos extraídos pesaron en total 445 gramos. Una de las trufas llegó a los 155 gramos, lo que llamó muchísimo la atención de los asesores que estuvieron presenciando el momento.


Días más tardes, bajo la tierra , encontraron otras tres trufas más que sumaron otros 605 gramos. Esta vez, una de ellas superó a la primera:pesó 280 gramos.
Castro, que tiene una amplia trayectoria al frente de la Cámara de Productores del Valle Medio, se siente realizado con este proyecto. Y ya enumera con orgullo que en su chacra de Paso Piedra es productor de cerezas, nueces, almendras, avellanas y “ahora también de trufas.”

“Los suelos de Choele Choel son espectaculares. Con sus minerales, creo que están a la altura de las mejores tierras del resto del mundo. Por eso sostengo que en Valle Medio todo es posible. Se pueden hacer producciones de kiwis, frambuesas, soja, avellanas o trufas, como lo estamos demostrando. Sin dudas estas tierras son ideales para emprender cualquier idea que tenga que ver con la producción primaria”, sostuvo Castro.


El secreto, dice con orgullo, no sólo son las virtudes de los suelos de la región, sino también el riego, la pasión y la constancia que se le da a la hora de encarar los emprendimientos.

Suelos especiales


Algo que llama mucho la atención sobre el cultivo de trufas es que en la mayoría de los casos ese tipo de producción se da en otros partes del mundo, con suelos que son básicamente calcáreos.
En el caso de Choele Choel, más allá de ser un suelo franco y arenoso, tiene una inmensa cantidad de humus (tierra negra) y es allí donde se encontraron las primeras trufas.
Mónica Fantino, la esposa del productor, fue la que encontró las primeras. “Estaban sobre la superficie, al lado del tronco donde se encontraban una pequeñas grietas”, se alegra.


Siempre hay un mito o leyenda. Hay poesía en la truficultura. El hecho de surgir de la tierra, de buscarlas, encontrarlas, desenterrarlas hacen de la trufa un preciado tesoro que un productor pueda llegar a tener”, comentó con inmensa alegría.
Además, para encontrar ese oro negro que está bajo tierra -a una profundidad que varía entre los 10 y los 50 centímetros-, se deben utilizar perros “truferos”, entrenados especialmente para recorrer la zona de campo rastreando y olfateando en busca de este preciado manjar.
Una vez que las encuentran, escarban en la tierra y se quedan en el lugar hasta que acude el dueño va a recogerlas.

Orgullo familiar


“Tengo la sensación de que mi padre tuvo un mágica idea y que hoy, al ser concretada, ha abierto nuevamente una puerta fundamental a la diversificación productiva rentable en una chacra de tan sólo cinco hectáreas”, se enorgullece Darío, hijo de Humberto y Mónica.


“Esto no sólo es importante para mi familia sino para todos los productores que quieren innovar, generar nuevas alternativas, diversificar su cultivo, invertir en la producción primaria. Es decir que se ha demostrado que las tierras de Choele Choel son aptas para cumplir sueños”, agrega Darío.
Está previsto que en pocos das mas llegue a la chacra, proveniente de Chile, Rafael Enrique Chamorro, un ingeniero Agrónomo y asesor, acompañado de los perros especialmente entrenados para la búsqueda de más trufas. Por tal motivo la Municipalidad de Choele Choel, junto a la Delegación del Ministerio de Agricultura de la provincia de Río Negro y el INTA Valle Medio, organizarán una jornada dónde brindarán un taller, charlas y, y también una degustación de platos con este preciado y único hongo gourmet.

Ocho años atrás, lo de Humberto Castro, mirando un programa de tevé sobre cocina gourmet, parecía un sueño lejano. Hoy, este productor de Choele Choel se entusiasma buscando esos tesoros escondidos entre las raíces de los árboles de su chacra. Y como dice su hijo, abre la puerta para la diversificación.

Cinco datos claves

 1.-En la Argentina, la primera cosecha de Trufas negras se dio en 2014, en un emprendimiento realizado en la provincia de Buenos Aires.  

2.- Las trufas no se plantan con semillas ya que son hongos que crecen en simbiosis en las raíces de encinas, avellanos, o robles, principalmente, por lo que hay que plantar el árbol que tenga las raíces inoculadas con esporas de trufa.

3.-El elevado precio de las trufas se debe básicamente a su escasez. En todo el mundo, sólo se encuentra de forma silvestre en países de clima mediterráneo, como Francia, España e Italia, pero la desaparición de bosques está poniendo en peligro a las trufas.

4.-Por eso, hoy en día, buscan cultivarlas. 

5.- El fuerte  aroma del hongo es lo que permite que se usen  perros   recolectores de trufas. Unos perros, por cierto, muy apreciados y cuyo precio ronda los 1.500-3.000 euros en Europa.  


Llevó tiempo. Pero al final, hubo recompensa. Tras ocho años de intenso trabajo, la chacra de Humberto Castro, en Choele Choel, dio sus primeras trufas negras, ese ingrediente gourmet y sofisticado que sólo se consigue en unos pocos restaurantes .

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