En el Día de la Amistad hay que romper con el silencio

“Todos tenemos una amiga violentada, pero ninguno tiene un amigo violento”. La urgencia de repensar las dinámicas de amistad. Escribe Federico Sacchi, integrante de la comunidad DIGO.

Ilustración: gentileza.

Por Federico Sacchi* – Especial para RÍO NEGRO:

El 20 de julio, Día de la Amistad, se convierte en una oportunidad única para reflexionar sobre las nuevas masculinidades y la importancia de romper el pacto de silencio que muchas veces se genera entre los vínculos de varones. La amistad, en este contexto, puede ser una herramienta poderosa para promover masculinidades libres no sexistas y diversas.

En el marco del Día del Amigo, es relevante mencionar la campaña #AmigoDateCuenta, lanzada por la Iniciativa Spotlight, una alianza entre la ONU y la Unión Europea. Esta campaña audiovisual invita a reflexionar sobre el machismo y promover una masculinidad libre de violencias. Participan cinco varones de distintos ámbitos, como el sociólogo salteño Agustín Pérez Marchetta, el artista urbano Tiago PZK, el activista LGBT+ Beltrán Horisberger, el activista Bruno Rodríguez y el futbolista Lucas Bruera, quienes cuestionan la construcción social de las masculinidades.

La campaña busca interpelar a los adolescentes y fomentar la ruptura de los mandatos de la masculinidad violenta, promoviendo la reflexión y el cambio de comportamiento en temas como las complicidades en los grupos de amigos, el acoso y el consenso en las relaciones sexuales, y la participación de varones en las tareas hogareñas y de cuidado. Con el lema “Tenemos que animarnos a cuestionar el machismo que circula entre nosotros. Romper con las violencias, no con la amistad”, esta iniciativa busca desnaturalizar la violencia y construir masculinidades no sexistas y diversas desde edades tempranas.

Antes de la primera marcha de Ni una Menos, ocurrida en 2015, muchos varones no habían escuchado términos como “patriarcado” ni “micromachismos”. Tampoco tenían claro que frases como “si calentaste la pava, tenés que tomarte el mate”, “mirá cómo me pusiste” o “si te dice que no, es sí”, eran formas de avanzar contra la voluntad de alguien. La educación tradicional producto al impacto de la masculinidad hegemónica, ha inculcado la idea de que los varones pueden disponer de las mujeres, sus tiempos y sus cuerpos.

Aunque no todos los hombres sean abusadores sexuales, violadores o femicidas, es crucial revisar nuestras masculinidades. En una cultura donde los varones suelen estar por encima de las mujeres, valores como el respeto y el consentimiento no siempre son centrales en las relaciones entre diversos sexos. Esto genera relaciones de desigualdad, ya que ser reconocido como un sujeto masculino está asociado a ocupar posiciones de jerarquía.

Es común que los varones eviten temas emocionales o incómodos, como la violencia de género, durante reuniones sociales. Esto crea un entorno donde la violencia puede pasar desapercibida o ser minimizada. El feminismo puso en evidencia la necesidad de que los amigos de los agresores no permanezcan pasivos. La frase “todas tenemos una amiga violentada, pero ninguno tiene un amigo violento” refleja esta desconexión y la urgencia de repensar las dinámicas de amistad entre hombres.

En la estructura familiar, los varones tienen más posibilidades de disponer de su tiempo, mientras que las mujeres deben ponerlo al servicio de los demás. Desde pequeños, se nos enseña que el tiempo vale más, perpetuando una lógica de desigualdad. Este patrón se extiende fuera del ámbito familiar, donde se considera normal que los varones comenten sobre el cuerpo de las mujeres o sobre cuerpos ajenos y así prioricen su propio placer sexual sobre el de ellas.

Desnaturalizar la violencia:


La violencia entre varones a menudo está tan arraigada que no se reconoce como tal. Es común que los varones minimicen o ignoren las señales de violencia en sus amigos. Este silencio y complicidad perpetúan el ciclo de violencia. Sin embargo, hay señales alentadoras, como el aumento de consultas espontáneas de varones que buscan ayuda para frenar su propia violencia o la de sus amigos.

Intervenir frente a un amigo con conductas violentas es crucial. Desde diversas agrupaciones que trabajan para desarmar el entramado de creencias machistas, se enfatiza la importancia de estar alerta y señalar comportamientos violentos sin estigmatizar. No se trata de vigilar y castigar, sino de crear espacios de reflexión y autocrítica. Dejar de validar discursos y prácticas machistas ya es un paso hacia el bien común.

Para romper el pacto de silencio y fomentar masculinidades no sexistas, es fundamental que las amistades sean espacios de apoyo y honestidad. Esto implica tener conversaciones incómodas y estar dispuestos a confrontar actitudes machistas en el grupo. La intervención debe ser cuidadosa, asegurando que la persona afectada no quede más expuesta. En el ámbito de las masculinidades, es crucial que los varones se pregunten si están garantizando el respeto y el consentimiento en sus relaciones.

¡Amigo, date cuenta! ¡Feliz día!

*Mediador, facilitador de procesos colaborativos y especialista en masculinidades y cambio social de la UBA.


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