Dispersión sin horizonte claro

Por Alicia Miller

La dispersión del poder, la dispersión de motivaciones y objetivos. La dispersión, en fin, es el dato hoy determinante en el radicalismo rionegrino.

Es un partido que hasta el momento ha sabido de peleas internas, pero también de estrategias para sellar los pedazos de modo que no afecten sus posibilidades electorales. En ese marco, sólo los meses futuros echarán luz sobre la medida de esta crisis, inscripta sin duda entre las peores.

En lo político, el veranismo pierde poder y no ha logrado imponer su criterio en ninguno de los temas fijados en este último tiempo: no tuvo éxito en su propio proyecto de reforma política que implicaba la posibilidad de adelantar las elecciones, ni logró evitar que se conforme la comisión investigadora sobre las concesiones en Lotería.

En ambos casos, afortunadamente.

Es que anticipar las elecciones casi un año antes de la trasmisión del mando y no hacer un comicio sino dos o tres, sólo porque el veranismo evalúa que de ese modo tiene más chances de ganar, que puede afectar a sus rivales internos y externos y usar mejor los resortes del gobierno, está reñido con las prácticas republicanas. Y evitar que se investigue un tema que involucra al propio gobernador y a funcionarios de importancia es pretender tapar el sol con la mano y dar la espalda al reclamo de transparencia y al hartazgo de la sociedad.

Hoy, decir veranismo ya no es lo mismo que decir Verani. Hay incluso desacuerdos graves entre dirigentes del sector (el ministro Martínez habría presentado una querella contra el titular de Lotería, Miguel Irigoyen).

La voz del jefe ya no es la verdad suprema. (Evidencia de esto es el grupo de legisladores que, junto con el ex ministro Daniel Sartor, convenció a Verani el jueves por la noche de que era «políticamente incorrecto» no respaldar la comisión investigadora de las concesiones de Lotería y, peor aún, sancionar a los diputados propios o aliados que estuvieran dispuestos a votar en favor de que se constituyera).

Es que, a estas horas, la bronca parece ser la medida de todas las cosas para Verani.

En cambio, para varios integrantes de su entorno pesan más cuestiones como garantizar un buen resultado en las próximas elecciones, aun cargando con el peso de un partido fracturado y de ocho años de gobierno.

Es que el veranismo no compartió poder ni siquiera cuando la Alianza estaba viva. Y hoy no puede mostrar más que el resultado que está a la vista: una provincia con su red de servicios públicos pauperizada y herida, tanto que reconstruirla demorará años; una actividad económica que no encontró ninguna red en el Estado que amortiguara las dificultades que vive el país; y una gestión sospechada de varios casos de corrupción y de negociaciones en las que el principal perjudicado es el Estado, con un costo que se transfiere a toda la sociedad. Esta semana, el accidente sucedido en Río Colorado -que por su gravedad hubiera complicado a cualquier servicio de salud- mostró con crudeza la carencia de medios con que trabajan los profesionales del hospital de esa ciudad.

A nadie puede culpar el gobierno, más que a sí mismo.

Pero canalizar esa dispersión de poder no está siendo nada fácil para el sector Blanco del radicalismo, atenazado por la precariedad jurídica que complica a su candidato con más posibilidades de ganar en la interna -el vicegobernador Bautista Mendioroz- en virtud de que la Constitución le impide, después de haber sido dos veces seguidas vicegobernador, aspirar ahora a ser gobernador sin dejar un período en medio. Una interpretación y la necesidad de un candidato instalado llevan al sector a sostenerlo, como único modo de buscar quebrar la hegemonía interna.

Los veranistas que han corrido a presentar casi mil impugnaciones no parecen haberlo hecho por respeto por la Constitución. Sólo porque ven en el texto del artículo 175 un medio para seguir ejerciendo el unicato a través de otras personas.

Pero para los Blancos ése no es el único problema. Los dos «relevos» de Mendioroz en la interna -Ricardo Sarandría y Fernando Chironi- están envueltos en la causa judicial por la incautación de fondos al Tesoro Regional del Banco Central, y en la acusación el fiscal ha pedido que sean inhabilitados para ocupar cargos públicos. Más precariedad jurídica.

El peronismo, con sus problemas internos, tampoco parece por ahora fortalecido al punto de aprovechar el crepúsculo del poder que en estos años se mostró como hegemónico.

Y el resto de los partidos difícilmente podrán capitalizar grandes mayorías que les permitan «hacerles fuerza» a las grandes estructuras partidarias.

Un panorama poco alentador.

Alicia Miller

amiller@rionegro.com.ar


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