La brecha

Más inflación y menos crecimiento. El mercado le respondió al presidente Macri al día siguiente de su mensaje ante la Asamblea Legislativa con un empeoramiento de las proyecciones económicas para este año. El llamado Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que hace el Banco Central corrigió en febrero los pronósticos de hacía apenas un mes. Y ya había hecho lo mismo en enero respecto de su informe anterior. La palabra que manda en estos días no es grieta, sino brecha: la que separa las expectativas del gobierno de las que tienen los demás.

Eduardo Duhalde debería ser un buen consejero para el presidente en estas horas. Duhalde era un hombre incomprendido a comienzos de 2002, cuando afirmaba que la salida de la recesión se celebraría el 9 de julio. El pronóstico entonces movía a risa o a espanto, pero aquel presidente parlamentario no estaba tan equivocado: la recuperación llegó finalmente en diciembre. Las cosas se ven según cuál sea el lado del mostrador. Duhalde fue noticia esta semana cuando estimó que en la Argentina “la situación es hoy muy parecida a la del 2001”. Quien haya escuchado sus declaraciones sabrá que no pretendió ser apocalíptico. Pero 2001 fue antes del desastre, no después.

De esa brecha se habla en los despachos del gobierno. Fue tema de la reunión de gabinete ampliado en el CCK, el viernes, horas antes de que se conocieran las proyecciones del BCRA. Cómo hacer coincidir la percepción de los hechos y los hechos.

El mensaje del presidente buscó de algún modo armonizar ambos universos. El fin de la transición fue un regreso a la constitución de Cambiemos, a los fundamentos con los que esa fuerza nació a la política, a la búsqueda de empatía con las audiencias. Macri evitó en el Congreso los temas de carnadura política y propuso una “agenda blanda”, una serie de iniciativas de interés ciudadano que ya había sido esbozada con el impulso a la discusión sobre la despenalización del aborto. Un tema que desalinea a la política y genera definiciones de otro orden. Macri sumó cuestiones como la licencia por paternidad, la igualdad de salario entre hombres y mujeres y la apertura de un parque nacional en terrenos del regimiento de Campo de Mayo, una propuesta paisajística que podría haberle costado el gobierno a cualquier presidente en el siglo XX. Un apartado sobre la despenalización del aborto: ¿el Ejecutivo promoverá un debate parlamentario sin elaborar un proyecto propio?

Como se consignó en las crónicas de este diario, un término que dominó el discurso del gobierno el último año -y que le costó varios puntos en imagen y gestión en los últimos meses- estuvo casi ausente en el discurso del jueves del presidente: “reforma”. El mensaje que transmitió Macri sugiere que la tarea ya ha sido hecha y que pronto llegará la hora de recoger los frutos. “Lo peor ya pasó”, dijo. Una pretensión de fin de la historia.

¿Abandona Macri la política cuando más la necesita? No todo es lineal. Unas horas después de la presentación del presidente, la gobernadora María Eugenia Vidal abría las sesiones de la legislatura bonaerense con un discurso descarnado y aguerrido, en el que dejó en claro que aún queda un largo camino por recorrer en esa provincia. Casi una inversión de roles. Una encuesta de mediados de febrero indica que allí las expectativas sobre la situación económica del país son negativas para seis de cada diez bonaerenses. También seis de cada diez evalúan de manera positiva el desempeño de la gobernadora Vidal.

“No aspiramos a un plan de estabilización de la economía. Estamos tratando de promover un cambio de régimen económico. No nos van a creer hasta septiembre de 2019”, dice una fuente encumbrada de la jefatura de gabinete en una de las oficinas de Olivos, donde el presidente reunió a su equipo el miércoles antes del mensaje en el Congreso. Es una confesión de que los resultados no van a ser visibles hasta entonces. Faltan 18 meses para esa fecha, víspera de la elección.