Confirmado: este milenario cultivo se adapta en Río Negro
Esta producción avanza en regiones no tradicionales de Argentina, como el noreste patagónico. Un estudio del INTA Valle Inferior analiza el comportamiento de distintas variedades en esta zona fría y semiárida, con el objetivo de potenciar la producción oleícola local.
Un cultivo se expande en zonas frías por la adecuada adaptación de variedades. En particular, su adaptabilidad en el este de Río Negro se confirma gracias a un reciente estudio del INTA Valle Inferior.
El olivo (Olea europaea L.), originario de Medio Oriente, se cultiva de hecho en diversos continentes, incluyendo América y Australia. En Argentina, su introducción se remonta al siglo XVI, aunque su desarrollo masivo comenzó a fines del siglo XIX con la llegada de los inmigrantes europeos. En la actualidad, la olivicultura nacional se concentra en provincias como Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, pero también se exploran nuevas regiones, como el este de la Norpatagonia.
Acompañando el desarrollo olivícola de la región, desde Estación Experimental Agropecuaria Valle Inferior (EEAVI) se llevan adelante diferentes trabajos, uno de ellos referido a la evaluación de variedades de olivo. La región, caracterizada por un clima templado-frío y precipitaciones anuales de 300 a 400 mm, presenta desafíos para el cultivo principalmente relacionados a las bajas temperaturas invernales y eventuales heladas primaverales.
Producir olivos en regiones frías conlleva algunos riesgos para la producción, aunque también hay beneficios ligados a la calidad de los aceites. Las aceitunas provenientes de estas regiones producen aceites más densos, más amargos, levemente picantes y más estables. El contenido de ácido oleico es mayor, al igual que los polifenoles, confiriendo mayor estabilidad y mejores características organolépticas a los aceites.
Producir olivos en regiones frías conlleva algunos riesgos para la producción, aunque también hay beneficios ligados a la calidad de los aceites.
Dado que la plantación de un olivar es una inversión de largo plazo, es crucial realizar estudios previos exhaustivos para comprender aspectos clave como la variedad a utilizar, las características del suelo y el clima, factores que influyen en el éxito de la actividad.
Olivos en Río Negro: el estudio que confirmó su adaptabilidad
El estudio de evaluación varietal en la EEAVI se inició en 2007, con la implantación de 14 variedades de olivos provenientes de Catamarca, y se amplió en 2015 con la introducción de otras 10 variedades promisorias para zona fría, provenientes de la Estación Experimental Agropecuaria Junín-Mendoza. La mayoría de las variedades evaluadas se caracterizan por su aptitud aceiteras.
Se evaluaron aspectos relacionados con el crecimiento y desarrollo vegetativo como la supervivencia de plantas, fecha de brotación, vigorosidad, entre otras. Lo reproductivo, vinculado a la época de floración, cuaje y maduración del fruto. La producción, referida a precocidad o entrada en producción y rendimiento promedio por planta, y en algunas variedades, los indicadores de calidad del aceite: acidez, índice de peróxidos, polifenoles totales, estabilidad y composición de ácidos grasos. Toda la información generada se compiló en una reciente publicación titulada “Evaluación del comportamiento de variedades de olivo en el este de la Norpatagonia”, material de libre acceso y disponible en la biblioteca digital del INTA EEA Valle Inferior del Rio Negro.

Se trata de un resumen de una serie extensa de años de evaluación que se pone a disposición de productores, potenciales inversores, técnicos, estudiantes y público en general, con el fin de acercar una herramienta que facilite la elección de las variedades más adaptadas a las condiciones agroclimáticas de la región.
La información presentada en esta publicación constituye un aporte para la correcta elección de variedades de olivo a implantarse en el este de la Norpatagonia. Además de las variedades, es fundamental la correcta elección del sitio de plantación. La cercanía al mar y la topografía (dado el riesgo que implican las heladas primaverales), así como las características de suelo y la disponibilidad de agua para riego, son aspectos que deben ser considerados.
Desde el punto de vista productivo, el estudio de evaluación permitió seleccionar un grupo de variedades que, sin ser excluyente, podría ser recomendado para la región. Las variedades I 18-20, Frantoio, Arbequina, Changlot Real, Koroneiki y Peranzana (implantadas en 2007) han mostrado un excelente comportamiento productivo, con proyecciones de rendimiento superiores a 10.000 kg por hectárea. Las variedades Genovesa, Dritta, Cornezuelo, Morchiaio Morettini, Canino y Villalonga (implantadas en 2015) también han registrado altos rendimientos, aunque requieren mayor número de años de evaluación.
El estudio fue liderado por Silvia Gallo, quien destaca que, a pesar de las condiciones climáticas desafiantes de la Norpatagonia, la olivicultura en la región es viable con una adecuada elección varietal. La resistencia a las heladas invernales durante la etapa juvenil del olivar es un factor determinante para el éxito del cultivo.

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La investigación continúa con la evaluación de las variedades introducidas en 2015 a fin de validar la información generada hasta la actualidad, y con nuevos estudios fisiológicos y de calidad de aceites en aquellas variedades de interés comercial de gran adaptabilidad a zonas frías y que no se adaptan bien en otras regiones del país.
Un cultivo se expande en zonas frías por la adecuada adaptación de variedades. En particular, su adaptabilidad en el este de Río Negro se confirma gracias a un reciente estudio del INTA Valle Inferior.
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