El «rubí de la fruticultura» rompe récord de exportaciones en Río Negro y Neuquén
Esta fruta cerró una gran temporada en la Norpatagonia, gracias a un clima óptimo. El caso de una empresa líder en la localidad de Vista Alegre ejemplifica la actualidad del sector.
De color rojo intenso y apariencia delicada. De tamaño compacto y de forma redondeada. Un lujo de precio elevado. Así son las cerezas de la Patagonia, como los rubíes.
Para la fruticultura de la Norpatagonia no todas son pálidas: el sector cerecero de la región cerró una temporada récord. Los datos preliminares indican que las exportaciones de cerezas producidas en Río Negro y Neuquén alcanzaron su máximo histórico en la campaña 2024/2025.
Como en casi todas las historias de éxitos y fracasos en cualquier actividad agrícola, la meteorología juega un rol preponderante. En particular, el hito de la cereza regional fue posible gracias a un invierno y una primavera ideales.
Más cerezas norpatagónicas en el mundo
Esta temporada, el “rubí de la fruticultura” de la región ha estado más presente que nunca en el exterior. Entre octubre y diciembre del 2024, se exportaron 4.020 toneladas de cerezas cosechadas en Río Negro y Neuquén, con una participación del 64% y 36%, respectivamente. Esto se desprende del sistema de tableros del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria).
Respecto del período octubre-diciembre de 2023, los envíos al exterior se incrementaron un 29%. De esta forma, a falta de los datos de enero y febrero, la temporada 2024/2025 ya es récord: es la primera campaña en que las exportaciones de cerezas de la región superan las 4.000 toneladas.

Este logro de las cerezas rionegrinas y neuquinas tiene un actor preponderante: China. Más de la mitad de los envíos tiene como destino al gigante asiático. Los países que le siguen en peso relativo son Estados Unidos, España y Reino Unido y Canadá. Estas cinco naciones han explicado el 90% del mercado exportador de la cereza norpatagónica entre octubre y diciembre.
Aníbal Caminiti, gerente de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados (Capci), explicó a Diario RÍO NEGRO que la buena temporada de cerezas estuvo explicada por un clima benigno, que favoreció el desarrollo de las plantas y frutas.

Al respecto, puntualizó sobre tres factores meteorológicos positivos. En primer lugar, las temperaturas fueron ideales: en invierno hubo una buena acumulación de horas de frío y la primavera fue templada. En segundo lugar, no hubo eventos de lluvias ni de granizo que hicieran mella sobre los rendimientos y la producción. Finalmente, las heladas registradas fueron muy leves.
El aspecto negativo de la temporada tiene que ver con los precios. Debido a una sobreoferta de cerezas provenientes de Chile, el precio cayó con fuerza en el mercado chino cerca de las fiestas de fin de año. No obstante, como la mayoría de las cerezas patagónicas es exportada tempranamente por vía aérea, Caminiti estima que la ecuación general de las empresas de Río Negro y Neuquén fue positiva.
«Las latitudes patagónicas permiten obtener cerezas con una identidad única.»
Aníbal Caminiti, gerente de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados (Capci).
No es posible decir lo mismo del sector cerecero de Chubut, al que la meteorología le ha jugado una mala pasada en la última campaña. Los campos de esa provincia fueron afectados por eventos meteorológicos adversos, como lluvias al comienzo de la temporada que afectaron a la fruta temprana, y granizo que dejó pérdidas de hasta el 60% de la producción de algunos campos. El dirigente cerecero señaló a Dolavon como la localidad chubutense más afectada por esta última inclemencia.
Norpatagonia: la usina cerecera de Argentina
El desierto patagónico se posiciona como una región privilegiada para el cultivo de cerezas de alta calidad, gracias a su clima templado y fresco, su baja pluviometría y sus suelos sueltos y profundos. Las características únicas de los valles irrigados de esta región, alimentados por agua de deshielo de excelente calidad, permiten no solo un crecimiento saludable del cultivo, sino también un control eficiente contra heladas, un desafío clave en la fruticultura.
“La Patagonia ofrece un estatus sanitario único a nivel global, con pocas plagas y enfermedades. Eso, junto con su clima fresco y su contexto árido, nos da cerezas de una calidad excepcional”, explica Caminiti. Estas condiciones se reflejan en frutas más dulces, de gran calibre, firmeza y colores oscuros. La marcada amplitud térmica entre el día y la noche, típica en la Patagonia, favorece la concentración de azúcares.
El manejo agronómico es clave para la calidad final de la cereza, un cultivo que es considerado de precisión. Los planes de fertilización, el control de heladas, y una cadena de frío impecable desde la cosecha hasta la exportación son determinantes para garantizar la excelencia.

En este entorno, cada detalle cuenta. Desde la elección de injertos adecuados hasta el manejo postcosecha, la fruticultura en Patagonia se distingue por un enfoque meticuloso que permite alcanzar mercados internacionales con un producto de alta calidad.
Es esa calidad diferencial de las cerezas patagónicas la que les permite competir en nichos específicos de un mercado global ampliamente liderado por Chile. Caminiti resalta que la menor escala de producción argentina permite un control más detallado de la calidad, constituyéndose en su mayor fortaleza.
La ubicación austral de la Patagonia también le otorga una ventaja competitiva en la diferenciación del producto. “Mientras las zonas de producción chilenas se ubican más al norte, las latitudes patagónicas permiten obtener cerezas con una identidad única, fruto del terroir patagónico”, añade.

A pesar de sus desafíos, como la necesidad de un contexto económico más predecible, el sector cerecero argentino muestra un crecimiento sostenido. El reciente récord en exportaciones desde Río Negro y Neuquén es una muestra de ello.
Liderando en Argentina desde Neuquén
En el corazón de la estepa patagónica, la empresa neuquina Vista Alegre SRL se ha consolidado como un referente en la producción y exportación de cerezas de alta calidad. Bajo la dirección de su CEO, Carlos Enríquez, esta firma emplazada en la localidad homónima no solo ha transformado el paisaje de la región, sino que también ha llevado la cereza argentina a los mercados internacionales más exigentes, como China y Estados Unidos.
«Estar en el medio del desierto de la Patagonia y poder exportar al mundo y tener presencia, es un orgullo para todos.»
Carlos Enríquez, empresario cerecero.
La historia de Vista Alegre SRL comenzó hace 12 años como un emprendimiento que buscaba capitalizar el creciente interés global por las cerezas. Con una experiencia previa y tradición familiar en peras y manzanas, Carlos Enríquez se asoció con Alfredo Poli para dar un golpe de timón. La inspiración para apostar por las cerezas surgió de una visión de mercado: la creciente clase media y alta en China, donde esa fruta es un lujo aspiracional y un símbolo de buena suerte y prosperidad.
El proyecto requirió adaptación. Hectáreas de estepa fueron transformadas mediante desmonte y la siembra de cobertura vegetal para fijar el suelo. “Estar en el medio del desierto de la Patagonia y poder exportar al mundo y tener presencia, es un orgullo para todos”, señaló Enríquez.

Hoy, la compañía cuenta con cerca de 200 hectáreas, de las cuales 180 están en producción activa. Estas tierras albergan más de 400.000 cerezos que, si se dispusieran en línea recta, sumarían más de 600 kilómetros. Este impresionante sistema está sustentado en riego por goteo con agua de deshielo del río Neuquén, que garantiza una calidad óptima de la fruta.
La producción no solo ha generado impacto en los mercados internacionales, sino también en la economía local. Vista Alegre SRL emplea a 450 personas en el área de producción y otras 180 en el empaque y otras actividades, brindando trabajo formal tanto a residentes locales como a trabajadores experimentados de otras provincias, como Tucumán.

En la temporada pasada, Vista Alegre SRL se consagró como la principal exportadora de cerezas de Argentina. Ante la consulta de este medio por tan loable resultado, el empresario neuquino optó por la modestia. “Eso es circunstancial, lo importante es hacerlo bien, ser competitivo, jugar en primera y tratar de ganar campeonatos. El ego tiene que servir para mejorar, no para pensar que uno llegó a la cumbre», consideró.
Para cerrar la nota, elegimos un textual de Enríquez, que bien ilustra su espíritu y el de todo el sector cerecero patagónico. “Disfruto la naturaleza y estos ciclos, con la expectativa de que el año que viene va a ser mejor, y el otro mejor, y el otro mejor, es una mejora continua. Uno nunca queda conforme con lo que hizo, siempre vamos por más y siempre se puede ir por más. Eso es lo lindo y es el desafío que tenemos.”
De color rojo intenso y apariencia delicada. De tamaño compacto y de forma redondeada. Un lujo de precio elevado. Así son las cerezas de la Patagonia, como los rubíes.
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