Trigo: la guerra pone a la vista una tensión histórica

La cotización del trigo es récord histórico debido al conflicto bélico en Ucrania, uno de los mayores exportadores del mundo. El traslado a los precios internos no tardó en llegar. La dinámica exportadora y las posibles medidas.

Sinsentido. La guerra ya se llevó la vida de miles de personas. En Argentina empieza a impactar sobre los precios internos.

Lejana y ajena. Pese al incesante flujo de información que llega desde Ucrania, esa es la sensación que aún atraviesa a la mayoría de la población argentina respecto a la invasión Rusa.


Las imágenes son estremecedoras, la crisis humanitaria crece con millones de personas intentando escapar de la devastación y el sinsentido de una guerra que luce extemporánea, como salida de un documental de mediados de Siglo XX. En nuestro país sin embargo, más allá de las manifestaciones políticas al respecto, el impacto real de la guerra aún parece estar distante.


Ese enorme trecho que separa nuestro país del lugar en el que hoy se derrama sangre inocente, comienza a acortarse rápidamente para empezar a afectar de forma directa la vida diaria de millones de argentinos.
Siempre que existe un evento que trastoca la lógica del sistema geopolítico, la economía global siente el impacto. El síntoma inmediato es la suba del precio internacional de las commodities.


A priori, pareciera ser una excelente noticia para la Argentina. Sube el precio del petróleo, la carne y los granos, productos que están en el menú principal de las exportaciones nacionales. Mejores precios, significa mejor posición en los mercados, un mayor superávit comercial y más ingreso de divisas, justo en el momento en el que engrosar las reservas, es una de las prioridades del gobierno, en el marco del acuerdo con el Fondo.

Lo dicta el libre juego de la oferta y la demanda: si un bien es escaso, su precio sube. Es lo que está sucediendo hoy con la cotización internacional del trigo.


Hasta ahí todas buenas, si no fuera porque uno de los commodities que más incrementó su cotización en las últimas dos semanas, es el trigo, un producto que se halla en el centro de la dieta de los argentinos y cuyo precio comienza a impactar a nivel interno.


Ucrania es el tercer máximo exportador global de trigo. El año pasado vendió más de 24 millones de toneladas, y abastece no solo a Europa, sino al resto del mundo. La invasión rusa cambia los roles en 2022 y hace que la participación de Ucrania en el mercado internacional de trigo esté severamente comprometida, al menos este año.


Surge de la aplicación más básica del libre juego de la oferta y la demanda: si un bien se convierte en escaso, su precio sube. Es exactamente lo que está sucediendo con la cotización internacional del trigo.
El cereal inició el año en u$s 278. A mediados de febrero, previo al inicio de la invasión de Ucrania, el precio era de u$s 292. En la primer semana de marzo y tras 15 días de ataque ruso, la cotización alcanzó su máximo precio en la historia, llegando a u$s 523,7. Implica un incremento del 88% en lo que va del año, y del 79% solo en el último mes.

En perspectiva


La noticia es de altísimo impacto para el sector agroexportador argentino. Vista en perspectiva, la producción argentina está lejos de poder ocupar por completo el lugar que dejará vacante Ucrania este año.

No obstante, es una enorme oportunidad de colocar una producción que este año será récord en estas pampas. Tal como se observa en el gráfico, la producción total de trigo en Argentina promedió los 18 millones de toneladas en los últimos cinco años. Este año en cambio, las proyecciones indican que podría llegar a 22 millones de toneladas.

Si se observa el tercer gráfico, es evidente que hay mucho margen para crecer e incursionar en nuevos mercados para el trigo argentino. En la última campaña Argentina exportó 10,5 millones de toneladas de trigo, poco más de la mitad del total de su producción. El 60% de dichas exportaciones, tuvieron como destino Sudamérica, principalmente Brasil. El resto de las ventas al exterior de trigo, se reparte casi en partes iguales entre la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) y África.


La participación del trigo argentino en Europa es casi nula. Uno de los factores que limita el ingreso, son las restricciones impuestas por la Unión Europea respecto a los granos tratados con herbicida. La incidencia de la guerra, generó que los países europeos comiencen a revisar dichas restricciones a raíz de la escases, y se estima que a la larga, el bloque podría tomar el mismo camino.

Tensión histórica

“No hay nada que la guerra haya conseguido, que no hubiésemos podido conseguirlo sin ella” dijo alguna vez el célebre médico inglés Henry Havelock Ellis .
Efectivamente, las tensiones que emergen a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania, y la consecuente suba de precio del trigo, no son nuevas. Más bien, se tratan de uno de los problemas cíclicos de la estructura económica argentina: los argentinos consumimos los mismos bienes que exportamos.


La dicotomía fue noticia a principios de 2021 cuando la guerra no estaba en los planes de nadie, y el gobierno argentino restringió las exportaciones de carne a fin de desacoplar el precio interno de la cotización dolarizada del mercado internacional.


La secuencia es sencilla. Sube el precio de las commodities en el mercado internacional. De inmediato ello se convierte en un fuerte incentivo para el sector exportador, que pretende colocar la mayor cantidad posible de bienes en el exterior.

Granero del mundo. Ucrania es el tercer exportador global de trigo. Argentina busca capitalizar los altos precios.


Cuando esos bienes también son parte de la canasta de consumo habitual de los argentinos (carne o trigo, y sus derivados), comienza a tensionarse el mercado interno: los exportadores pretenden recibir fronteras adentro una retribución igual a la que se para en el exterior por su producto. Acto seguido, el precio a nivel interno empieza a elevarse, y se incorpora a la matriz de precios argentina, el salto internacional en la cotización de las commodities.


Es precisamente lo que está aconteciendo desde hace dos semanas con el precio de la harina. La bolsa de 25 kg que hasta hace diez días se conseguía por $1.050, se vende hoy por más de $2.000.
El trigo y sus derivados forman parte central de la canasta básica alimentaria en argentina, y tiene un peso particularmente grande en la dieta de las familias de menores ingresos.


La suba del precio de la harina complica no solo el objetivo de contener la inflación que el gobierno trazó en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario, además complejiza la intención de reducir la pobreza.
Tal dinámica encendió todas las alarmas, tanto a nivel público como privado.


Los panaderos manifiestan que es imposible sostener el precio del pan si no existe algún tipo de regulación a nivel interno respecto al precio de la harina.
El gobierno se debate entre la intención de iniciar con el pie derecho el sendero de cumplimiento del acuerdo con el FMI y la necesidad de garantizar el consumo a nivel interno.
Los exportadores, vía la mesa de enlace, ya amenazan con medidas de fuerza del campo si el gobierno avanza en regular las exportaciones.

Pan. Central en la mesa de los argentinos, sube de precio por la escases global de trigo.


El instrumento natural para intervenir vía precio en el impacto interno del aumento de la cotización internacional, son las retenciones. La exportación de trigo paga hoy un 12% de retenciones, y desde la Secretaría de Comercio que conduce Roberto Felletti se dejó trascender que las mimas podrían aumentar hasta el 15%. Incluso, un borrador que circuló esta semana desde el Instituto Patria, propone duplicar las retenciones al trigo por 90 días, llevándolas al 24%. Lógicamente, 90 días que luego son «prorrogables».


La versión fue desactivada rápidamente por el Ministro de Agricultura, Julián Domínguez. El gobierno no desea escalar el conflicto con el campo, y uno de los compromisos que surgen del acuerdo con el FMI es no incrementar las retenciones.

La discusión se convirtió en un capítulo más de la feroz interna que desde el año pasado mantienen Felletti y Dominguez. El Secretario de Comercio comulga con la mirada kirchnerista respecto a priorizar el mercado interno sin importar las consecuencias frente al poderoso complejo agroexportador. El Ministro de Agricultura en cambio, se alinea en el albertismo dialoguista, y pretende esquivar por todos los medios una escalada de conflicto con la mesa de enlace.


A ello hay que sumar el hecho de que una suba de retenciones debiera atravesar el filtro del complejo escenario legislativo actual. Inverosímil.
No obstante, es evidente que algún tipo de medida está en marcha a fin de evitar un fuerte impacto sobre el costo de la canasta alimentaria.


Otra de las versiones que circulo en los últimos días, indica que ante la imposibilidad de subir las retenciones, el gobierno avanzaría en una medida similar a la aplicada con las exportaciones de carne el año pasado, limitando las ventas de trigo al exterior vía cantidad, a fin de garantizar la provisión interna a un precio desacoplado de la cotización internacional.

El gobierno estudia alguna medida a fin de garantizar el consumo interno y evitar el impacto sobre el costo de la canasta alimentaria.


El caso de la carne es buen ejemplo de lo que puede venir. La medida no impidió que el precio de la carne siga subiendo. Si ese era el objetivo, fue inútil. Pero sí tuvo la capacidad de reducir notablemente la velocidad a la que los precios se movían previo a la restricción.


Cuando en mayo de 2021 se estableció el llamado “cepo a la exportación de carne”, el precio promedio de la carne a nivel interno, acumulaba una suba interanual del 76,8% según el relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). En febrero pasado, el incremento interanual promedio de la carne fue del 57,9%. La velocidad a la que crecía el precio se redujo casi 20 puntos porcentuales.


Probablemente ese vuelva a ser el camino en el caso del trigo. La restricción vía cantidad es impotente para detener el incremento de precios internos, pero puede ayudar a contener el impacto al menos en el cortísimo plazo.
Como sea, el pato de la boda volverán a ser los consumidores argentinos: la guerra que aún perciben ajena y lejana, comenzará a sentirse cerca de sus flacos bolsillos.

Dato

$2.000
Lo que cuesta hoy una bolsa de harina de 25 Kg. A fin de febrero salía $1.050.

Sinsentido. La guerra ya se llevó la vida de miles de personas. En Argentina empieza a impactar sobre los precios internos.

Lejana y ajena. Pese al incesante flujo de información que llega desde Ucrania, esa es la sensación que aún atraviesa a la mayoría de la población argentina respecto a la invasión Rusa.

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