Egipto: al menos 124 muertos tras represión

El gobierno asegura que fueron 56 mientras que los “Hermanos Musulmanes” afirmaron que hubo 2200 víctimas fatales. Entre ellos, se encuentra un camarógrafo de la cadena británica Sky News.

Al menos 124 personas murieron el miércoles en una operación de las fuerzas de seguridad egipcias para desalojar dos plazas ocupadas por partidarios del presidente islamista derrocado Mohamed Mursi.

El baño de sangre desencadenó una ola de protestas internacionales, tanto de países occidentales como musulmanes.

Otras regiones fueron escenario de incidentes, con enfrentamientos en Alejandría (norte) y el incendio de tres iglesias cristianas coptas en el centro del país.

El gobierno instalado tras el derrocamiento de Mursi, el 3 de julio, declaró por la tarde el estado de emergencia durante un mes.

Las autoridades habían prometido un desalojo “gradual” de las plazas Rabaa al Adawiya y Al Nahd, ocupadas desde hace un mes y medio por miles de islamistas que reclaman el retorno de Mursi, cuya detención fue prolongada el lunes por otros 15 días.

Pero las tropas policiales y militares, reforzadas con topadoras, rodearon por sorpresa al amanecer los parques y empezaron a avanzar disparando gases lacrimógenos contra las tiendas de campaña, que albergaban a numerosas mujeres y niños.

A primeras horas de la tarde, un periodista de la AFP contó 124 cadáveres –muchos con impactos de bala– en la morgue improvisada junto a la plaza Rabaa.

Se carece hasta ahora de informes sobre el desmantelamiento del campamento de Al Nahda, donde según el ministerio del Interior la operación ya concluyó. Periodistas de la AFP vieron en las inmediaciones de ese lugar cuatro cadáveres, algunos calcinados.

Los Hermanos Musulmanes, el movimiento de Mursi, afirman que la represión dejó 2.200 muertos y más de 10.000 heridos. El balance de las autoridades es de 56 muertos.

En el hospital de campaña cerca de la plaza Rabaa, los médicos se veían desbordados y abandonaban los casos más desesperados para ocuparse de los heridos con más posibilidades de sobrevivir.

El acceso a la plaza estaba prohibido a los periodistas, pero se seguía escuchando el ruido de armas automáticas y los gases lacrimógenos caían a raudales sobre las tiendas de campaña, mientras los altavoces de la plaza difundían cánticos religiosos a todo volumen.

Los Hermanos Musulmanes llamaron a una movilización general para “detener la masacre”.

“Esto no es un intento de dispersión, sino una sangrienta tentativa de aplastar todas las voces de oposición al golpe militar” que derrocó a Mursi, escribió en Twitter el portavoz de la cofradía, Gehad al Haddad.

El gobierno suspendió todas las conexiones ferroviarias con El Cairo para dificultar las movilizaciones.

Los islamistas intentaban bloquear varias arterias y se señalaban enfrentamientos en diversos barrios de la capital y en otras ciudades.

En la provincia de El Menia (centro), partidarios de Mursi incendiaron tres iglesias coptas, informó la agencia oficial, Mena. Los coptos, que representan entre el 6% y el 10% de la población egipcia, tuvieron una activa participación en el movimiento que llevó a la caída de Mursi.

La mezquita Al Azhar de El Cairo, principal autoridad sunita del mundo, que había apoyado el derrocamiento del mandatario islamista, se desmarcó de la sangrienta operación de desalojo de las plazas.

“El uso de la violencia nunca ha sido una alternativa a una solución política”, dijo el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayyeb, en una declaración televisiva.

La violencia política ya había dejado más de 250 muertos desde finales de junio hasta antes de la represión de este miércoles.

La represión fue condenada por numerosos países y causó alarma internacional por el futuro de Egipto, el más poblado de los países árabes.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, deploró que las autoridades egipcias “hayan decidido usar la fuerza”.

Turquía, potencia clave en la región, que se había opuesto al derrocamiento de Mursi, consideró “inaceptable” la intervención de las fuerzas de seguridad egipcias. El presidente turco, Abdulá Gul, urgió al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Liga Árabe a “pasar a los hechos de inmediato para detener la masacre”.

Catar, principal apoyo de los Hermanos Musulmanes, también denunció “el método utilizado contra manifestantes pacíficos”.

Estados Unidos había pedido el martes a las autoridades egipcias que autorizaran las manifestaciones de los seguidores de Mursi.

Washington, que otorga a Egipto unos 1.500 millones de dólares anuales de ayuda, principalmente militar, mantiene estrechas relaciones con los militares de este país, pero preconiza la convocatoria rápida de nuevas elecciones.

Mursi, el primer presidente de Egipto elegido democráticamente, fue derrocado el 3 de julio por el ejército, respaldado por un amplio movimiento popular. La justicia prolongó el lunes 15 días su detención, para investigar denuncias sobre su eventual colaboración con el movimiento palestino Hamas.

La cofradía de los Hermanos Musulmanes, ilegalizada en 1954, fue reprimida por los sucesivos gobiernos egipcios, pero volvió a actuar legalmente tras el derrocamiento de Hosni Mubarak, en febrero de 2011, y se impuso en las elecciones legislativas y presidenciales de ese mismo año.

Fuente AP


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