El biólogo que creció a orillas del río Negro y volvió para estudiarlo

Criado en Carmen de Patagones, Germán Kopprio hoy es investigador en Alemania. Junto a otros profesionales tomó muestras en el estuario donde remaba de adolescente: hallaron bacterias potencialmente peligrosas y residuos cloacales crudos.

Aquel chico de Carmen de Patagones que creció a orillas del río Negro, se recibió de biólogo en la Universidad Nacional de Sur en Bahía Blanca y partió a enriquecer su formación en Europa nunca olvidó el lugar donde nació. Por eso comenzó a tomar muestras en 2013, antes de perfeccionarse en Alemania y luego regresó para continuar el trabajo y determinar qué bacterias habitan el río, qué riesgos entrañan y analizar qué lanzan al cauce las salidas de cloacas. Fueron años entre dos continentes, con viajes financiados la mayoría de las veces por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Tras encarar esa investigación con colegas argentinos, alemanes y japoneses, el resultado fue publicado el año pasado en una revista científica líder en temas ambientales: “Science of the Total Environment”.

Sin tanta pompa, como guía de las costumbres argentinas ante sus pares extranjeros, les convidó unos mates: les resultó amargo y movían la bombilla como si tomaran un mojito. En cambio, los visitantes se hicieron fanas de los asados, cuenta Germán desde Bremen, donde es investigador contratado de la división de Microbiología Marina Tropical del Centro Leibniz de Investigación Marina y Tropical. Aquí describe qué hallaron en aquel estuario donde remaba con sus amigos y aun tenía una historia por escribir.

¿Por qué lo hicieron?

El costado emocional: “Me crié a orillas del río Negro y el canotaje me puso en contacto con la naturaleza de este estuario. Luego de mi formación profesional en Bahía Blanca y Alemania, es también una manera de volver a estar en contacto y colaborar con mi región”, dice Germán.

El lado científico: “El río Negro es un recurso vital para las poblaciones humanas de la región norpatagónica y en los últimos tiempos se han reportado varios problemas ambientales a lo largo de su cuenca”, describe.

La necesidad de saber más: “A pesar de su gran importancia para la vida y varias actividades económicas, este sistema ha sido escasamente estudiado en comparación con otros estuarios argentinos. Sus humedales sostienen la biodiversidad y actúan como áreas reproductivas para especies amenazadas, purifican el agua y nos protegen de variaciones climáticas extremas. Además, este río influencia el frente marítimo de El Rincón, rico en innumerables recursos pesqueros, que ha sido objeto de estudio en varias campañas oceanográficas por parte de nuestro grupo de trabajo”, explica.

¿Qué hallaron?

Utilizaron una técnica molecular muy sensible (reacción en cadena de la polimerasa o PCR). “Hemos hallado bacterias del género Vibrio con ciertos factores patogénicos”, señala Germán. Y amplía: “Los detectados en Vibrio cholerae y Vibrio parahaemolyticus podrían causar problemas de gastroenteritis. Vibrio vulnificus, la otra especie detectada sólo en fracciones de plancton del río Negro, podría bajo ciertas condiciones infectar heridas y causar septicemia particularmente en personas inmunodeprimidas”.

La especie Vibrio cholerae es la responsable de la enfermedad del cólera. “Pero en este trabajo no hemos encontrado la toxina del cólera ni los serogrupos epidémicos, aunque no se descarta su presencia en el ambiente en un estado no cultivable, como ocurre en el caso del río de la Plata”.

¿Cómo trabajaron? Uno de los recursos utilizados fue arrojar redes de plancton para muestrear algas o crustáceos microscópicos: las bacterias del género Vibrio acostumbran a formar biofilms en la superficie de estos organismos.

¿Y qué hallaron en las salidas de cloaca? “Hemos detectado en una oportunidad valores de coliformes fecales y de amonio de residuos cloacales prácticamente crudos”, señala Germán. Y como en general las bacterias acuáticas más patogénicas tienen un origen fecal, esto representa un riesgo ambiental potencial, explica.

Las conclusiones

A la hora de enumerarlas, es precisamente el concepto de riesgo potencial el que más se repite: las especies de bacterias encontradas lo representan para las poblaciones humanas y de las comunidades acuáticas del estuario del río Negro.

“La salinización del río Colorado y las condiciones eutróficas del río Negro favorecerían la abundancia de Vibrio”, remarca.

Explica también que la descarga de aguas servidas sin tratar significa un riesgo severo para la salud humana y ecosistemas acuáticos. Y que se deben tomar medidas urgentes para evitar su volcado crudo en el estuario.

También alerta sobre las obras de irrigación: deben ser bien planificadas y manejadas para evitar la salinización de sus aguas. “Por ejemplo, el proyecto de conectar del río Negro con el Colorado podría disminuir el caudal en el estuario del Negro y favorecer una intrusión salina en el mismo. La concentración de nutrientes y de contaminantes, que depende también del caudal, podría verse incrementada”, dice.

La mirada de Germán y sus colegas también se extiende al cambio climático y el incremento de las poblaciones humanas, ya que implicarán nuevos desafíos para el manejo sustentable de recursos acuáticos norpatagónicos.

Además, muchas enfermedades tropicales relacionadas con el agua están expandiendo su rango hacia latitudes intermedias. “Para evitar futuros impactos, es necesario sostener una buena calidad de agua en el estuario con estrategias de manejo adecuadas”, dice .

Y agrega: “Por la importancia del estuario del río Negro, los estudios y programas de monitoreo son muy escasos y limitados”.

Fondos congelados

Otros investigadores de la Universidad Nacional de Río Negro también han comenzado a publicar algunos estudios. Para Germán, hacen falta más.

“Se deberían fomentar y financiar un mayor número de estudios científicos básicos y aplicados en esta zona”, argumenta. Y cuenta su caso: ha ganado un proyecto destinado a investigadores jóvenes para continuar con las investigaciones en el río Negro, pero tuvo que suspender el muestreo de marzo de 2018: “La fundación de la Universidad que maneja mi proyecto no recibió los fondos, siguen hasta hoy congelados. La situación actual, particularmente para jóvenes científicos, es delicada”. Este nuevo proyecto, continuidad del anterior, está más localizado en la desembocadura.

También afirma que hacen falta programas de monitoreo a largo plazo, multidisciplinarios. “Pero que no sólo aparezcan cuando un vecino ve algo flotando en el río. Estos programas no sólo deberían abarca estudios de parámetros fisicoquímicos, bacterias y de nutrientes, sino también organismos con el potencial de bioindicadores y de otros contaminantes como pesticidas o metales pesados”, plantea.

El problema continúa

En un monitoreo reciente ordenado por la Justicia, los indicadores fecales como coliformes o enterococos se encontraron por encima de los valores de referencia en el balneario El Malecón.

“Es la evidencia de que la problemática continúa en el estuario del río Negro”, dice Germán desde el laboratorio de Bremen donde sueña poder continuar con su aporte científico para estudiar los problemas ambientales del estuario que aprendió a querer desde chico.

Realizó los estudios junto con profesionales argentinos, alemanes y japoneses. Trabajaron en los estuarios del río Negro y del río Colorado. Utilizaron

una técnica molecular muy sensible.

De Patagones a Europa, con escala en Bahía Blanca

Germán Kopprio nació en enero de 1982, pasó su infancia y adolescencia en Carmen de Patagones. Perito mercantil en 1999, ingresó a Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) en el 2000 y seis años después se recibía con 8,61 de promedio. Obtuvo el doctorado allí en el 2013, con un 10. Siguieron becas, cursos, el ingreso al Conicet en el 2015 como investigador asistente (ahora está de licencia) y su llegada a Alemania en el 2016 como investigador contratado en la división de Microbiología Marina Tropical del Centro Leibniz (Bremen). Lleva 16 publicaciones en revistas científicas internacionales .

Los lugares y el equipo

Las zonas elegidas, los estuarios de los ríos Colorado y Negro. Se muestrearon a lo largo de varias estaciones desde su desembocadura hasta varios kilómetros aguas arriba. En el caso del Negro, desde la región de El Pescadero hasta las ciudades de Viedma y Carmen de Patagones. El equipo responsable del trabajo y co-autores de la publicación internacional: B. Biancalana, A. Fricke y R. Lara (Instituto Argentino de Oceanografía) y M. Streitenberger, A. Martínez y M. Baldini de la Universidad Nacional del Sur. Además contaron con la colaboración de profesionales de instituciones internacionales como B. Koch (Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina de Alemania) y K. Okuno, S. Neogi y S. Yamasaki (Universidad de la Prefectura de Osaka en Japón). En el último muestreo colaboraron J. E. Garzón Cardona y M. Pistonesi (Universidad Nacional del Sur). “Para la navegación en el estuario del Río Negro contamos con la excepcional logística de la Prefectura Naval Argentina y la gente de CORFO nos ayudó con la localización de las estaciones en el Río Colorado”, afirma Germán.

“Hemos hallado bacterias del género Vibrio con ciertos factores patogénicos que pueden afectar la salud humana”.

Germán y la principal de las conclusiones.

Me crié a orillas del río Negro y el canotaje me puso en contacto con la naturaleza de este estuario. Luego de mi formación profesional en Bahía Blanca y Alemania, es también una manera de de volver a estar en contacto y colaborar con mi región”.

Germán Kopprio, de 36 años.

Datos

Realizó los estudios junto con profesionales argentinos, alemanes y japoneses. Trabajaron en los estuarios del río Negro y del río Colorado. Utilizaron
una técnica molecular muy sensible.
“Hemos hallado bacterias del género Vibrio con ciertos factores patogénicos que pueden afectar la salud humana”.

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