El crimen de Plottier se cruza con una oscura historia de adicciones

La fiscalía reforzó su acusación contra la única acusada. Dijo que mató para robarle a la víctima, y que usó el dinero para pagar deudas generadas por su adicción al juego.

Cuantos más detalles se conocen del asesinato de Roque Mora, más oscura y triste es la historia que envuelve a todos los protagonistas. De acuerdo con la nueva formulación de cargos que realizó la fiscalía, la única acusada cometió el homicidio para robarle a la víctima, y utilizó el dinero para pagar las deudas generadas por su adicción al juego.

El hombre asesinado, de 73 años, era insulinodependiente y un mes antes había perdido a su esposa luego de una larga enfermedad. Y la imputada es una mujer en estado de vulnerabilidad, que fue víctima de violencia de género y abuso sexual desde niña.

Nuevos detalles se conocieron en una audiencia realizada este viernes, que comenzó a las 8.30 y se extendió por 11 horas, incluyendo varios cuartos intermedios.

Mora fue asesinado en su vivienda de Plottier la tarde del viernes 10 de julio pasado. Su cuerpo presentaba 60 heridas provocadas con arma blanca, vidrios y objetos contundentes, según la autopsia. Algunas fueron para hacerlo sufrir, asegura la fiscalía.

La única detenida es una ex empleada suya, a la que señalan testigos, cámaras de vigilancia y rastros que quedaron en la escena de crimen.

En una primera audiencia, la fiscalía la acusó de homicidio calificado por ensañamiento. Ahora reforzó la imputación y agregó que el crimen fue para encubrir otro delito: el robo, tal como había anticipado Río Negro.

De acuerdo con la teoría de las fiscales María Eugenia Titanti y Carolina Mauti, la imputada sabía que Mora guardaba dinero en su casa, y lo necesitaba para pagar sus deudas de juego, además de los dos meses de alquiler de la vivienda, entre otras obligaciones que había contraído.

Lo que ignoraba, relató Titanti, es dónde guardaba el dinero, y lo torturó para que lo revelara.

Según la hija de la víctima, el hombre había cobrado un mes antes su jubilación y la de su esposa. Ocultaba esos valores, unos 50.000 pesos, en un patio interno. Luego del crimen, desaparecieron.

Después intentó lavar parte de la sangre y se retiró. En los días siguientes la imputada pagó parte de sus deudas. Una semana después fue detenida.

El querellante Gustavo Lucero pidió que se ponga especial atención a la declaración de una testigo que la mañana del homicidio le prestó 5.000 pesos a la acusada «porque no tenía plata». Al día siguiente del hecho, la mujer «le devolvió 10.000».

La defensa, ejercida por Celina Fernández y Jorgelina Montero, se opuso a que se tuvieran en cuenta algunas pruebas. Por ejemplo, declaraciones autoincriminatorias de la mujer. La jueza de Garantías, Estefanía Saulí, les hizo lugar parcialmente en un caso, y declaró abstracto el planteo en otro.

La imputada, que afronta una posible condena a prisión perpetua, cumple por ahora detención domiciliaria.


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